Loco por la música
Una exposición muestra más de un centenar de instrumentos sonoros de todo el mundo
Pocas veces el ser humano se las ha ingeniado tanto y tan bien como a la hora de fabricar eso que ha venido a llamarse instrumentos musicales y que no son sino una de las muestras más creativas de hasta dónde puede llegar la perfección del oído. Un granadino, Manuel Miguel Mateo, lleva más de 20 años coleccionando instrumentos de todo el mundo, los objetos más variopintos e impensables que puedan concebirse. Ahora ha decidido mostrar un centenar de ellos en una exposición itinerante que recorrerá toda Andalucía. Mateo sí demuestra estar loco por la música.
Instrumentos del mundo mundano, que así se llama la muestra, pasará por Adra, Alcalá la Real, Andújar, Antequera, Valverde del Camino, San Roque, Roquetas de Mar, Loja, Lucena, Marchena, Moguer, Priego de Córdoba, Nerja, Puente Genil, Puerto Real, Aracena o Guadix a lo largo de los próximos meses. En la exposición podrán verse artilugios musicales de los cinco continentes, a cuál más curioso, como el sitar hindú, el ankloung, de Java, el cymbalum bielorruso, el birimbao brasileño, el tres cubano o el dulcimer francés.
'En la muestra', explica Mateo, integrante de grupos de música tradicional y celta como Lombarda o Supervivientes, 'he decidido agrupar los instrumentos por países y continentes para que los visitantes puedan ver qué tipos de instrumentos se tocan juntos en cada zona. Así resulta mucho más ameno. Quería que, sobre todo, se vea cómo se utilizan'.
La afición por los instrumentos de música le viene a Mateo ya de lejos. 'De por lo menos hace veinte años', explica. 'Siempre había un instrumento curioso que quería tocar, y procuraba conseguírmelo'. Su búsqueda de artilugios musicales no está exenta de anécdotas. 'Una hermana mía tuvo que hacer verdaderas peripecias en los aeropuertos para traerme un sitar desde la India', recuerda. 'También estuve persiguiendo mucho tiempo un cymbalum bielorruso desde que ví cómo lo tocaban en un grupo que estaba de gira por España'.
Mateo, que también participa en la creación de un centro para la interpretación del barrio del Sacromonte, en Granada, está especializado en instrumentos de cuerda y de percusión. En la ciudad, hace mucho tiempo, pudo verse por primera vez un dulcimer gracias a sus peripecias para conseguirlo. Ahora está aprendiendo a tocar la zanfoña, o zanfona, un artilugio medieval carísimo que requiere todo un despliegue de habilidad. El que no domine la ejecución de instrumentos de viento no le impide, sin embargo, que no los busque por ahí. 'Cuando puedo, en las exposiciones, toco algunos y otros los hago sonar, porque me gusta que la gente vea cómo funcionan', dice. Lo que está claro, de cualquier modo, es cómo el hombre, sea de donde sea, es un genio inventando objetos que produzcan sonidos.
Botellas de anís y cacerolas
Kenia, Tanzania, Java, Turquía o la India son algunos de los países que han proporcionado algunos de los instrumentos que Manuel Miguel Mateo muestra en su exposición itinerante, que estará en funcionamiento hasta el próximo mes de abril. Pero también hay lugares mucho menos exóticos con instrumentos igualmente llamativos. Es el caso de los pueblos andaluces. Un almirez, una botella de anís, unas castañuelas, una collera de cascabeles, un mirlitón (la famosa turura de los carnavales de Cádiz que técnicamente, como instrumento, se define como 'membráfono soplado') están también incluidos en Instrumentos del mundo mundano. Demuestran cómo los andaluces se las han ingeniado siempre para usar objetos cotidianos para hacer música o acompañar con ritmos. 'La verdad es que en Andalucía, aunque supongo que como en otras partes del mundo, siempre han proliferado instrumentos que en principio no lo eran', explica Mateo. 'Todo sirve para hacer música, hasta las cacerolas'. Contemplando la exposición, el visitante puede ver los puntos de contacto entre las diferentes zonas de España. Así, por ejemplo, se descubre que no se diferencia en nada un txistu vasco de una flauta rociera andaluza. 'Las dos tienen el mismo número de agujeros y se tocan de la misma forma', explica el músico granadino. De Andalucía, Manuel Miguel Mateo no se ha conformado con ir recogiendo todos los instrumentos tradicionales de los pueblos. Con su grupo, Lombarda, ha realizado un trabajo encomiable de recuperación del patrimonio musical, recopilando canciones que se creían perdidas y persiguiendo a los más viejos del lugar con una grabadora. Eso ha convertido a la formación musical en una de las más expertas del país en el conocimiento, por ejemplo, de la música de la Alpujarra. La muestra da la oportunidad de contemplar objetos musicales que requieren una absoluta maestría a la hora de tocarlos, como la alboka vasca, una especie de cuerno o flauta pastoril que para tocarlo requiere que el intérprete domine la respiración circular. Así se comprueba que no sólo el solfeo y la sabiduría no bastan para hacer música.
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