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Crítica:POESÍA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Una palabra antes del silencio

'Con la mano chamuscada sigo escribiendo sobre la naturaleza del fuego': imposible no sentirse sobrecogido por un escalofrío ante estas palabras, sobre todo teniendo en cuenta que, más allá de la terrible metáfora sobre la consunción que conlleva el hecho poético, no puede sino evocar la fatal premonición del destino de quien la escribiera: su autora, la poeta, narradora , dramaturga y ensayista austriaca Ingeborg Bachmann (1926), murió víctima de las quemaduras sufridas en su apartamento de Roma, en septiembre de 1973. Veinte años antes, en 1953, su primer libro de poemas, Die gestundete Zeit (El tiempo postergado, Cátedra, 1991, traducido por Antonio Parada), había obtenido el prestigioso premio del Grupo 47 (el foro literario más influyente en la Alemania posterior a la Segunda Guerra Mundial), y convertido a su autora en una de las figuras más representativas de una generación literaria que, profundamente marcada por el compromiso político, señalaba el paso entre el neorrealismo y la modernidad. El éxito de crítica de aquel primer poemario convirtió a Ingeborg Bachmann, que entonces tenía 27 años, en una suerte de fenómeno literario hasta el punto de que, según muchos de los estudiosos de su obra, fue, precisamente, la extrema resonancia pública de su libro lo que la impulsó a marcharse a Italia (primero a Ischia, después a Nápoles y a Roma), donde escribió Invocación a la Osa Mayor (1956), su segundo libro de poemas, recientemente publicado por Hiperión y magníficamente traducido por Cecilia Dreymüller y Concha García. Con una acogida tan exitosa como el anterior (la autora fue considerada, desde entonces, como la poeta más importante de la poesía alemana del siglo XX, junto a Paul Celan e Ilse Aichinger), Invocación a la Osa Mayor fue se segundo libro de poemas y el último, ya que, según declaró posteriormente: 'Dejé de escribir poemas cuando sospeché que ya sabía escribirlos aunque faltase la necesidad de escribirlos'. Decisión en verdad tremenda (además de loable y digna de recordar en los tiempos que corren) y que no es ajena a una de las cuestiones más abordadas por la autora tanto en sus libros de poemas como en su narrativa: el problema del lenguaje como herramienta eficaz para expresar lo inasible como aspiración del quehacer poético.

INVOCACIÓN A LA OSA MAYOR

Ingeborg Bachmann Traducción y prefacio de Cecilia Dreymüller y Concha García. Edición bilingüe Hiperión. Madrid, 2001 179 páginas. 1.800 pesetas

Estudiosa de la obra de Heidegger

y de Wittgenstein (Lo decible y lo indecible fue el título de uno de los ensayos que le dedicó a este último), su empeño en rechazar el uso de palabras 'gastadas' para aprehender la verdad y, por tanto, su intento en internarse en la escritura poética sólo a condición de dar con un nuevo lenguaje (imposible no pensar en el Hoffmannsthal despidiéndose de la escritura poética a través de su famosa Carta de lord Chandos), la apartó de la poesía para dedicarse al relato, a la novela, al ensayo y al teatro radiofónico. No obstante, la publicación de sus Obras completas (1978), tras su muerte, incluyó dos grupos de poemas (escritos entre 1957-1961, y entre 1964-1967), publicados en castellano con el título de Últimos poemas (también publicado en Hiperión en versión de Cecilia Dreymüller y Concha García), que contiene algunas de las composiciones más significativas de Bachmann respecto a su lucha con el lenguaje, como Nada de Delikatessen ('¿debo / ataviar una metáfora / con una flor de almendro? / ¿crucificar la sintaxis / sobre un efecto de luz? / ... ¿Debo / aprisionar un pensamiento / llevarlo a la iluminada celda de una frase? / ¿Alimentar oídos y ojos / con bocados de palabras de primera? / ¿investigar la libido de una vocal, / averiguar el valor de amateur de nuestras consonantes?'), o el célebre Vosotras, palabras, dedicado a Nelly Sachs ('¡vosotras, palabras, levantáos, seguidme! / y aunque ya estemos lejos, / demasiado lejos, nos alejaremos una vez / más, hacia ningún final'). Preocupación, la de ir más allá de la engañosa evidencia a través de la palabra, que constituye una de las constantes de la presente Invocación a la Osa Mayor, como en el impresionante poema titulado De un país, de los ríos y los lagos ('mas nosotros queremos hablar de fronteras, / aunque pasen fronteras a través de cada palabra: / las traspasaremos de tanta nostalgia / y estaremos en consonancia con cada lugar'), o los espléndidos Discurso y difamación ('¡palabra mía, sálvame!'), y Días en blanco ('estos días pienso en el albatros / con el que me alcé / y llegué a la página / en blanco de un país').

No obstante esta persistente preocupación por el lenguaje -preocupación filosófica además de formal- no crea el lector que nos hallamos ante una poesía escrita de espaldas a la aventura existencial del ser humano y a sus avatares históricos. Para Ingeborg Bachmann, la función del escritor es, ante todo, de orden moral, 'hacernos abrir los ojos' a la realidad no adulterada por los intereses espurios de una sociedad dominada por las fáciles -aunque peligrosamente deshumanizadoras- proclamas del poder dominante que denigra desde la vida cotidiana del hombre moderno (¡qué rotunda y a la vez grácil ironía la del poema titulado Publicidad) hasta el sentido de sus actos respecto a sí mismo, a sus semejantes y a su sucesores en esta tierra (Curriculum vitae). En La verdad se le puede exigir al hombre, discurso pronunciado por Ingeborg Bachmann en 1958, se refería la autora a este ineludible imperativo de la búsqueda de la verdad, aun a costa de ir hasta lo más hondo del dolor para encontrarla, convirtiéndose en uno de los motivos reiterativos de su obra poética. 'Estás preso en el mundo, cargado de cadenas, / pero lo que es verdad abre grietas en la pared. / Verlas y en la oscuridad vigilas / vuelta la cara hacia la salida desconocida', escribe en Lo que es verdad, uno de los poemas más significativos, en este sentido, del presente poemario.

Enfrentada a las instituciones vienesas por las reiteradas negativas gubernamentales a condenar el pasado nazi del país, Ingeborg Bachmann abandonó Austria en 1953 y escribió la mayor parte de los poemas de Invocación a la Osa Mayor en Italia, su 'primogénito país' (así titula una de las composiciones más citadas del libro), cuya temática, luminosidad y sensualidad dominan las dos últimas secciones del libro. El conocimiento de la lengua italiana, transmitido por su padre en los años de infancia, más el hecho de haber nacido y crecido en Klagenfurt, capital de Carintia, región limítrofe con Italia y Eslovenia, explican no sólo la familiaridad de la autora con la cultura latina, sino también la ausencia de idealización del mundo mediterráneo, pues aunque 'allí la piedra no está muerta. / La mecha se dispara / cuando una mirada la enciende' (en El primogénito país), 'el aceite se escurre con ojos abiertos / y la amapola ebria se hunde / abatida por las tarántulas' (En Apulia) en una sociedad cultural, económica y políticamente todavía seriamente herida. Poeta de sensibilidad marcada por la dicotomía entre lo racional y el deseo, entre el deber moral hacia lo concreto y la nostalgia, el sentimiento amoroso centra buena parte de los poemas de Bachmann. Ajena al sentimentalismo, el amor es para la autora un estado superior difícilmente asumible. El amor como vía hacia otra vida no enajenada se revela utopía -como Cecilia Dreymüller apunta en su estupendo prólogo- debido a la correspondencia entre los modelos que rigen la vida político-social y los que dictan la vida individual. 'La polarización de la relación de los sexos en su obra', escribe Dreymüller, 'pretende poner de relieve la relevancia social de las relaciones privadas'.

La poesía de Bachmann, caracterizada por la mezcla, por una parte, de elementos formales procedentes de la canción popular y las baladas de la tradición poética alemana, y, por otra, de imágenes y símbolos polivalentes que hacen referencia a las masacres fascistas de la historia europea, presentaba un auténtico reto para las traductoras, obligadas a encontrar ritmos castellanos capaces de compensar las rimas originales. Su labor es en verdad encomiable.

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