_
_
_
_
Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La ardiente serenidad de lo bello

Hasta el próximo 14 de enero de 2002 se puede visitar, en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, la exposición Gerardo Rueda. Retrospectiva (1941-1996), en la que se han reunido más de 180 obras de este artista madrileño, nacido en 1926 y muerto en 1996. Con el comisariado de Tomás Llorens y Alfonso de la Torre, y la coordinación de Marta González de Orbegozo, esta ambiciosa muestra es la primera antológica organizada por un museo nacional español y abarca los 55 años de actividad creadora de Rueda. Este último es un dato importante, porque, entre fines de 2000 y agosto de 2001, ha recorrido Italia otra retrospectiva suya, que recaló en Milán, Nápoles y Módena, siendo su comisaria la estadounidense Barbara Rose, mientras que la que ahora se presenta en Madrid tiene posteriormente previsto completar su itinerario internacional con sendas exhibiciones en importantes museos de Praga y Budapest. A cinco años de su muerte, toda esta proyección de Rueda fuera de España es un síntoma inequívoco del creciente interés que suscita su obra, que está, sin duda, entre las más coherentes e interesantes del arte español de la segunda mitad del siglo XX.

GERARDO RUEDA. RETROSPECTIVA (1941-1996)

Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía Santa Isabel, 52. Madrid Hasta el 14 de enero de 2002

Cofundador, con Fernando

Zóbel y Gustavo Torner, del Museo de Arte Abstracto Español de Cuenca, un auténtico hito desde el punto de vista artístico y museográfico, tampoco es necesario explicarle al aficionado de nuestro país quién fue Gerardo Rueda, cuya obra cobró ya un singular vuelo desde comienzos de los años de 1950, no cediendo, desde entonces, un ápice en calidad y exigencia. Es cierto que a Gerardo Rueda, junto a sus colegas y amigos antes citados, Zóbel y Torner, no sólo se les ha asociado por su generoso acto fundacional, sino también por haber sido los impulsores de un sello artístico peculiar popularmente conocido como 'estética de Cuenca', una etiqueta que hay que interpretar más como una forma común de ser que de hacer; esto es: no tanto porque sus respectivas obras tengan entre sí coincidencias formales, sino porque compartieron una misma voluntad de hacer vanguardia al margen de cualquier resabio casticista y, en particular, del estereotipo más habitual del expresionismo español. Esto no quiere decir que finalmente sus respectivas obras no tengan rasgos que revelen su origen, pero no aceptaron al respecto normas preconcebidas, ni tópicos fáciles, aunque eso, en un principio, les acarrease comparativamente más dificultades.

En el caso concreto de la trayectoria de Gerardo Rueda, se puede observar cómo pronto se sintió atraído por una abstracción muy depurada y esencialista, que luego fue derivando hacía el arte normativo y el espacialismo, para finalmente, ya en los años sesenta, aprovechar las sacudidas liberadoras del neodadaísmo americano -tipo Rauschenberg y Johns-, en cuanto al aprovechamiento pictórico de elementos sacados de la realidad cotidiana y la objetivización de la propia pintura. Pero, si se quiere traducir todas estas referencias a modelos concretos que verdaderamente ayuden a comprender cuál era la personalidad artística y hasta la sensibilidad del Rueda maduro, yo citaría el ejemplo de dos grandes artistas: Giorgio Morandi y Kurt Schwitters, ambos por igual intensamente concentrados en la deslumbrante revelación de los objetos cotidianos más humildes, aunque el primero lo hiciese desde una actitud más mística y dramática, y el segundo, desde otra más irónica y provocadora. Gerardo Rueda compartió ciertamente con éstos esa apasionada concentración, que hace que cualquier cosa o cualquier material nos transmitan el potencial metafísico silencioso que envuelve la realidad en su íntima raíz, pero, a su vez, logró integrar los aspectos dramáticos e irónicos. En este sentido, ahora pienso que la natural elegancia de Rueda provenía de esta formidable capacidad integradora que asimismo le permitía aunar la claridad racional y el lirismo, el rigor normativo y el gesto individualizador, lo objetivo y lo subjetivo, el refinamiento más sofisticado y el efecto de mayor crudeza, lo trascendental y lo lúdico...

Esta fuerza para dar cauce

a lo contradictorio y lo paradójico, la demostró Rueda en casi todo. Así, quizá uno de los más sabios coloristas de la vanguardia española, se movió casi siempre en el límite extremista de la monocromía, incluso cuando trataba de transmitirnos la atmósfera y la fragancia de un paisaje. Más: usaba los materiales más toscos y ásperos, desde la madera humilde hasta la chatarra, para expresar los efectos más sutiles. De esta manera, su obra podía resultar escalofriante o jovial, pero jamás altisonante, enrevesada, tortuosa o patética. En suma, estoy convencido de que, quien visite la completísima antológica que ahora se exhibe sobre su obra, además de quedarse asombrado ante la variedad de materiales, técnicas y procedimientos al servicio de un mismo espíritu y una misma modulación, descubrirá, gracias a Rueda, lo apacible de la belleza, lo ardiente e intenso de su serena compostura, el enorme sentido poético de un orden artístico bien temperado.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_