Un diálogo entre Mozart y Bruckner
Una nueva aparición en el estrado de la Gran Sala del Auditorio Nacional de la Philharmonía Orchestra de Londres, dirigida por el español Jesús López Cobos (Toro, 1940), supone siempre un gran atractivo. Más aún si en el programa dialogan a través de un puente de cien años Mozart, con la Sinfonía en Re, dedicada a Sigmund Haffner, y Antón Bruckner, con la Sinfonía en Mi, número 7, dedicada a Luis II de Baviera. Caja de Madrid conmemoró el Día Universal del Ahorro sin ahorrar bellezas.
La Sinfonía Haffner inaugura el gran capítulo final de las seis sinfonías maestras de Wolfgang Amadeus y en ella alcanzan alto nivel las cualidades características de un compositor que daba siempre con las mejores soluciones a lo largo de un discurso que canta siempre y palpita a impulso de un sabio juego de acentos. Como toda música admite interpretaciones muy diferenciadas y López Cobos parece seguir el camino de la austeridad y la ligereza, el aleteo de la claridad y la medida de la contención.
Escrita y estrenada en 1782, en Viena, debería transcurrir algo más de un siglo para que Hans Ritcher y la Filarmónica de Viena estrenasen la Séptima sinfonía, de Bruckner. El gran siglo que separa al salzburgués del cuasi místico de Linz conoce el sinfonismo romántico (Beethoven, Schubert, Mendelssohn, Schumann) que vierte sus aguas en el posromanticismo de Brahms, Bruckner y Mahler. Pero en Bruckner -se ha dicho mil veces- cabe detectar una secreta, cuando no evidente, ligazón con el Schubert de la Incompleta y la Grande en alianza con los resplandores de Wagner. Complejidad de contenido tras la aparente sencillez expositiva y de desarrollos, dominada por los londinenses llevados con fluencia, lirismo y severidad por López Cobos, una de nuestras batutas internacionales de hecho y de derecho. El público respondió con entusiasmo a la hermosa propuesta que se le ofrecía y clarificaba.
