Rompiendo esquemas
La Susi dio la gran sorpresa, rompiendo esquemas desde la salida. Una cantaora convertida casi en leyenda por sus habilidades festeras, de pronto sale a cantar a palo seco. Y lo hace bien, lo hace espectacularmente bien. Le ayuda la voz, gitana, un tanto oscura, flamenquísima.
Son los peligros del encasillamiento, en que con frecuencia caemos incluso quienes escribimos desde la perspectiva de especialistas. Comenzamos a hablar de una Susi jovencísima que bordaba tangos y bulerías como nadie, y se quedó con la etiqueta de festera incapaz de hacer casi otra cosa. Y ahora resulta que hace divinamente tonás, y malagueñas, y tarantos. Que son estilos muy difíciles, y más para una voz hecha fundamentalmente a los palos festeros.
A corazón abierto
Cante: Miguel Poveda (con Chicuelo a la guitarra), La Susi (con Joaquín Amador). Colegio de Médicos. Madrid, 27 de octubre.
Son las sorpresas que a veces nos trae el flamenco. Mientras sean tan gratas como ésta todo va bien. Susi es, desde luego, una maestra en la forma de encarar los cantes festeros, de vocalizarlos, de desarrollarlos introduciendo aquí y allá esas pinceladas de un baile vigoroso y efectivo que encandila a la gente. Tiene gracia, tiene, sobre todo, ángel y la gran sabiduría para mantenerse en un equilibrio ejemplar, porque la fiesta es peligrosamente proclive al desmelene y el exceso.
La Susi esta noche también hizo todo eso y fue una gozada porque, consciente de la acogida que su arte estaba teniendo en una audiencia entregada, se volcó literalmente. Ya habíamos descubierto sus capacidades más inesperadas, e indudablemente la mirábamos con ojos distintos. Era una artista nueva, con la que no contábamos. Y ciertamente una gran artista, que triunfó clamorosamente.
También triunfó Miguel Poveda, aunque no nos sorprendiera porque lo hizo en su línea habitual de cantaor sumamente responsable y que elabora sus cantes siempre a conciencia. La carencia de megafonía en esta sala le obligó a un esfuerzo quizás mayor, del que pudo resentirse en algunos momentos, pero aún así puso mucho talento en administrar con acierto sus posibilidades, que evidentemente son muchas. Miguel Poveda, pese a su juventud, es cantaor con querencia bien acentuada hacia el flamenco tradicional, sin veleidades modernistas. Talega, Caracol, Jerez, se hallan entre los modelos que él prefiere a todos los demás, y en los que busca inspiración permanente.
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