El Volvo S60 destaca por su comodidad
Altas prestaciones y consumos reducidos en dos berlinas medias con los turbodiésel más avanzados del mercado. Y con el sello y la calidad de dos marcas de prestigio. El Volvo S60 D5 y el BMW 320d acaban de estrenar dos mecánicas con la última evolución tecnológica en diésel.
Nueva tecnología
Los motores de estos coches representan otro paso más para confirmar la supremacía de los turbodiésel frente a los de gasolina. Se trata de la segunda generación del sistema de raíl común, una solución que permite elevar la presión de inyección para conseguir una mayor eficiencia: aumenta la potencia y reduce consumos y emisiones. Pero al margen de la técnica, lo importante es el resultado, y en la práctica los dos ofrecen unas prestaciones espectaculares con un gasto de combustible tan ajustado como impensable hasta hace muy poco. Y además, con una respuesta y funcionamiento tan silenciosos y refinados que cuesta distinguir si son diésel.
El primer turbodiésel de Volvo
El S60 D5 estrena el primer motor turbodiésel desarrollado por Volvo, que hasta ahora utilizaba mecánicas de Audi en sus modelos grandes y de Renault en los pequeños (S40 y V40). La marca sueca ha optado por un propulsor 2.4 litros de cinco cilindros con las últimas tecnologías: inyección directa, culata de 20v., turbo variable y raíl común de segunda generación. En realidad, se puede decir que ha dieselizado su motor 2.4 20v. de gasolina adaptándolo a las exigencias del gasóleo. Y el resultado es un peso ajustado y una potencia de 163 CV que le sitúan entre los mejores por prestaciones y consumos, pero también en suavidad y agrado de conducción. Alcanza 210 km/h. y tiene un consumo medio homologado de seis litros. Pero, sobre todo, responde con un poderío sorprendente y equiparable al de un motor de gasolina de 200 CV. El S60 D5 cuesta 4.913.379 pesetas y se sitúa a medio camino entre el S60 2.4 20v. de 170 CV (4.743.166) y el 2.4 Turbo de 200 CV (5.151.643). Pero gracias a su impresionante fuerza a bajo y medio régimen viaja con más desahogo que el primero, y en conducción normal por carretera mantiene los ritmos de crucero del segundo. Y con un gasto de combustible que apenas llega a la mitad en pesetas y permite recorrer cerca de 1.000 kilómetros sin repostar.
BMW 320d: un 2 litros con 150 CV
Frente al modelo sueco, BMW propone el 320d (4.925.026) la nueva evolución del 2.0 turbodiésel de cuatro cilindros, que ha pasado de 136 a 150 CV. También estrena la segunda generación del raíl común e incluye los avances del Volvo, pero con un 20% menos de cilindrada. Y su eficiencia se refleja en unas prestaciones superiores (216 km/h.) y un consumo homologado de sólo 5,5 litros. El 320d se sitúa entre el 318d de 115 CV (4.575.615) y el 330d de 193 CV (6.039.812) en la amplia gama turbodiésel de la Serie 3. Y entre el 318i de 143 CV (4.575.615) y el 320i (170 CV) en gasolina, pero también corre más que el primero y sigue el ritmo del otro gastando mucho menos.
Las dos versiones de esta prueba son las más interesantes de sus gamas si se busca la mejor relación entre precio, altas prestaciones y bajos consumos.
1º Volvo S60 D5
130 puntos
Más grande por fuera y con una línea moderna. El S60 tiene un empaque superior y muestra la evolución de Volvo hacia una mentalidad más deportiva. Pero conserva sus valores clásicos: robustez y seguridad.
Conducción: 47 puntos (1º)
El mejor dotado para viajar, con prestaciones brillantes y gran comodidad. El motor 2.4 de 163 CV destaca por su elasticidad. Gracias a su mayor cilindrada responde con más fuerza desde apenas 1.000 vueltas y sube hasta 4.400 con rapidez y progresividad. Las prestaciones son algo inferiores a las del BMW, pero sólo cuando se estiran las marchas a fondo. En conducción normal se recupera mejor, apenas exige reducir y es más fácil de conducir. Además tiene un tacto refinado y no se nota que es un turbodiésel.
Las suspensiones priman también el confort, pero ofrecen un equilibrio conseguido: es ágil en zonas viradas, tiene mucho aplomo en trazados rápidos y absorbe los baches con más consistencia. Pero aunque la estabilidad es buena, se muestra menos eficaz que el BMW en conducción deportiva. El conjunto se completa con un cambio bien escalonado y unos frenos potentes y seguros. Y con una calidad de conducción que destaca por su tacto sólido y refinado, y colabora a que parezca mejor coche.
Vida a bordo: 44 puntos (1º)
Su buen comportamiento dinámico permite conducir relajadamente con seguridad. Sin embargo, el control dinámico de estabilidad es opcional (129.947), una laguna incomprensible en Volvo. Viene de serie con seis airbags, reposacabezas activos y un ABS muy completo.
El diseño interior es más moderno y alegre, está bien acabado y utiliza materiales con más presencia. Pero sobre todo da más sensación de desahago delante, con unos asientos más grandes y cómodos. En cambio, las plazas traseras tienen menos espacio para las piernas, faltan huecos para objetos y el maletero es limitado. Pero está mejor aislado, las suspensiones son más cómodas y consistentes y es más confortable para viajar. Seguridad: 16 puntos (2º)
El precio es similar al del BMW, 4.913.379, pero gasta casi un litro más: por debajo de siete litros en conducción tranquila y sin llegar a nueve en ciudad y ritmos rápidos. Tiene un equipo de serie inferior en seguridad y más completo en detalles menores (cuatro elevalunas eléctricos y asientos traseros abatibles), pero no incluye equipo de música, opcional y muy caro (119.964).
Economía: 23 puntos (2º)
2º BMW 320d
129 puntos
Línea deportiva y medidas más compactas. El BMW es un coche elegante y estilizado. Acaba de recibir una puesta al día estética (faros, parrilla...), pero está demasiado visto y no tiene la presencia del S60.
Conducción: 47 puntos (1º)
El 320d refleja la mentalidad deportiva de BMW. Está pensado para disfrutar conduciendo y prima la eficacia, aunque sin sacrificar el confort. No es tan cómodo para viajar, pero ofrece una conducción más ágil en las curvas, aunque también más nerviosa y con menos aplomo en trazados rápidos. Exige más atención, pero tiene una buena estabilidad y unas suspensiones firmes que dan seguridad. El motor 2.0 turbodiésel de 150 CV es una auténtica maravilla. Acusa su menor cilindrada a bajo régimen, pero después responde con nervio desde 1.500 vueltas y se estira con brillantez hasta 4.700. Y ofrece unas prestaciones superiores. Además es refinado y silencioso, tiene un cambio muy bien escalonado y unos frenos a toda prueba. Sin embargo, el 320d no transmite la sensación de coche grande del S60: el tacto de los mandos es menos suave y no absorbe los baches con la misma consistencia.
Vida a bordo: 40 puntos (2º)
El interior tiene un diseño más frío y austero, aunque con buena calidad de ajustes y materiales. Las plazas delanteras no dan la sensación de amplitud del Volvo y los asientos son más sencillos y pequeños. Y se echan de menos más huecos y, sobre todo, algún posavasos. Pero atrás ofrece más espacio para las piernas, aunque tiene también un maletero muy justo. El 320d es cómodo y está bien aislado, pero menos que su rival.
Seguridad: 17 puntos (1º)
El punto fuerte del BMW, que incluye de serie todo lo importante: seis airbags, un ABS a la última y control de estabilidad DSC. Y además, un comportamiento dinámico muy eficaz.
Economía: 25 puntos (1º)
Lo mejor es el consumo, menos de seis litros a ritmos suaves y por debajo de ocho en conducción rápida y ciudad. El precio, 4.925.026 pesetas, es como el del Volvo (12.000 pesetas más), pero, aparte del equipo de seguridad, viene de serie con radiocasete y llantas de aleación. En cambio, los asientos traseros abatibles (67.312) y los elevalunas eléctricos traseros (76.905), de serie en su rival, son tan caros como el resto de las opciones.
Igualdad con matices
Esta comparativa entre el Volvo S60 D5 y el BMW 320d refleja en la práctica un empate técnico. El primero se impone sólo por un punto, una ventaja más simbólica que real. Sin embargo, se trata de dos coches con personalidades diferentes y precios muy iguales, lo que hace que la elección dependa más del gusto y necesidades personales de cada comprador. El Volvo aporta una imagen más moderna y original. Y sobre todo es más cómodo y apropiado para viajar: tiene unas plazas delanteras más amplias, unos asientos y suspensiones más confortables y un interior más atractivo y vistoso. El motor responde con más elasticidad en conducción normal, apenas exige reducir en carretera y está mejor insonorizado. Y aunque gasta algo más, es también muy económico. Pero el S60 no incluye control dinámico de estabilidad, un plus de seguridad muy importante que se ofrece sólo como opción. El BMW 320d presenta un formato más compacto, pero con una línea muy vista. Tiene una mentalidad deportiva que se refleja en la respuesta brillante de su pequeño motor, en unas prestaciones superiores y en las suspensiones, más firmes y eficaces. Es un coche para quienes disfrutan conduciendo, y aporta además una gran economía de uso: gasta cerca de un litro menos cada 100 kilómetros. Permite viajar con comodidad, pero no es tan confortable en los viajes, tanto por los asientos como por la insonorización. Y exige al conductor más atención: es más sensible y no transmite la sensación de aplomo de su rival. A cambio, incluye de serie el control de estabilidad.
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