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Reportaje:

Atracos de sobremesa

Una banda fija su objetivo en ventas rurales en las que atraca con pistolas, un hacha y machetes

Una banda de atracadores está dispuesta a provocar más de una indigestión a los asiduos de las ventas que proliferan en la provincia de Málaga. Desde el pasado 12 de octubre los ladrones operan en este tipo de establecimientos. Estos asaltantes conocen bien la zona donde actúan: Málaga y su extrarradio. Han desvalijado dos ventas en Casabermeja y Alhaurín de la Torre, una gasolinera y un matadero de la capital. La Policía Nacional y la Guardia Civil les siguen la pista y les atribuyen cinco atracos a estos malhechores que han sido bautizados como la banda del hacha.

Por un lado, fuentes policiales consideran que los saqueos corresponden a un mismo grupo, pero el Instituto Armado aprecia cierta diferencia entre los distintos trabajos: 'En el primer asalto, uno de ellos portaba un hacha que no ha vuelto a aparecer después', sostiene un portavoz de este cuerpo.

No obstante, la forma de actuar es casi idéntica. Irrupción violenta en el local rompiendo puertas y ventanas, intimidación, gritos y amenazas con disparar a cualquiera que se mueva. Esto les permite no tener que agredir a nadie, ya que sólo un cliente ha sido golpeado en las cinco acciones perpetradas.

Mientras se acumulan las denuncias de las víctimas, la policía cree que el grupo lo forman cuatro individuos. Entran dos encapuchados: uno lleva pistola y el otro porta un hacha o machete de 40 centímetros; mientras hacen acopio del botín, otro vigila en la puerta e informa de cualquier anomalía; el cuarto hombre espera en un coche, normalmente robado, con el motor en marcha.

'Son muy rápidos. Suelen terminar en siete minutos', aseguran fuentes policiales, aunque una de las víctimas sintió como todo acabó en 'cuestión de dos o tres minutos'. En ese tiempo vacían las cajas registradoras y sustraen todos los objetos de valor de los clientes a la vez que patean las mesas, rompen platos con la culata del arma y amedrentan a gritos a los presentes. Se llevan carteras, bolsos, joyas y hasta teléfonos móviles. No ha sido cuantificado el valor total, aunque puede llegar a varios millones de pesetas.

Salvador Giráldez es uno de los camareros del restaurante Los cuatro vientos, que fue desplumado el pasado 21 de octubre. Todavía se le agita la respiración cuando relata cómo, estando tan tranquilos, en pocos segundos se encontró con el cañón del arma apoyada en su pecho. 'Me ordenó que abriera la caja registradora y, sin saber aún por qué reaccioné así, le respondí que la abriera él mismo. En ese momento me dio la espalda y yo tenía a mano las botellas que había en la barra. Pensé en romperle una en la cabeza, pero escuché a las mujeres llorando y no hice nada. ¿Quién sabe cuál hubiera podido ser la reacción del otro ladrón que llevaba el machete?'. Así justifica su prudencia Giráldez.

Dos de los atracadores, posiblemente los que entraban en acción, ya han sido identificados, extremo que confirmó el subdelegado del Gobierno, Carlos Rubio. Quizá son conscientes de que están localizados porque 'ya no aparecen por su casa ni por el barrio de donde proceden', señalan fuentes policiales en referencia a Los Asperones, una zona marginal de la capital.

Venta Los Cuatro Vientos en Alhaurín de la Torre.
Venta Los Cuatro Vientos en Alhaurín de la Torre.SERGIO CAMACHO

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