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Crónica:
Crónica
Texto informativo con interpretación

Segundas partes de pánico

El Barça de Rexach se derrumba tras el descanso por su actitud ultradefensiva y el bajón físico

Las dos imágenes fueron tan gráficas como patéticas: Butt y Coupet, los porteros del Bayer Leverkusen y el Olympique de Lyón, acabaron sus partidos ante el Barcelona intentando marcar un gol en la prolongación. No les salió bien, sobre todo al francés, que dejó su portería tan vacía que Gerard acabó sellando la victoria azulgrana (2-3) y rubricando la continuidad en la Liga de Campeones. Pero la victoria barcelonista fue tan pobre que causó rubor. El pasaporte era vital para el club, pero queda la duda de si hay que pagar ese precio.

'La filosofía del Barcelona es ganar. Yo prefiero hacerlo sin sufrir, pero me quedo con ello antes que perder', dijo el presidente, Joan Gaspart, en el aeropuerto de Lyón bendiciendo la victoria. Pero los datos del encuentro fueron apabullantes: el equipo francés venció al Barça, salvo en el marcador, en todos los cuadros de la estadística. Ganó en la posesión del balón (65% frente al 35%); en los córners (20 a 0); en los remates (32 a 7); en los centros (66 a 4), y en menos faltas cometidas (12 a 22). La mayoría de esos registros se produjeron en la segunda parte, cuando el Barça, que se fue al descanso con un 0-2, cedió la iniciativa, el balón, y acabó reculando hasta casi salirse del campo.

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No era algo nuevo: algo parecido ocurrió en Alemania y en A Coruña -del 0-1 pasó en ambos casos al 2-1-, aunque en Lyón la fortuna le permitió llegar al 2-3. Su técnico, Carles Rexach, atribuyó el desastre al bajón físico. Miembros del vestuario admiten que el equipo, preparado para alcanzar su mejor forma en agosto, cuando se jugaba en Polonia entrar en la Liga de Campeones, está pagando el esfuerzo, agravado por las lesiones. Desde que el defensa Andersson es baja, el área es un coladero. Pero no todos aceptan esa tesis. Luis Enrique, uno de los jugadores de peso -acogió con furia su revelo por Gerard- descarta que las razones sean físicas: 'No podemos empezar tan bien y acabar de forma tan horrorosa. Buscamos mejorar para que esto no pase más'.

Queda otra posibilidad más estremecedora: que el cuerpo técnico, apremiado por las urgencias, no distinga entre los medios para conseguir los objetivos. El Barça parece víctima del movimiento del péndulo: prisionero del pasado esplendoroso del Dream Team, quiso mantener la misma filosofía y acabó siendo el hazmerreír por los goles recibidos. Y ahora se ha ido al otro extremo.

Rexach, abanderado del juego ofensivo, dice que no concibe a su equipo sin el balón. Pero, por ejemplo, en Lyón renunció a dos delanteros recién fichados, Saviola y Geovanni, y la mayoría de sus cambios son siempre defensivos. Quizá no es gratuito que sus dos colaboradores, Alexanco y De la Cruz, fueran zagueros. El debate está en la calle y se centra en si la afición aceptará, como la directiva y los técnicos, el principio maquiavélico de vencer a costa del prestigio.

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