¿La mili?, pregúntale a Bush
El pasado junio expiraba mi última prórroga para incorporarme al servicio militar.
Salvo esta última ocasión, siempre habían llegado con tiempo los papeles pertinentes, explicando mi situación frente al Ejército y las posibilidades que se me prestaban.
Pero no, desde hace más de dos años, el Ministerio de Defensa y un servidor no tienen relación alguna.
Y así estamos todos los jóvenes en edad militar que disponemos de prórroga o similar.
Dicen que el escaqueo es una de las primeras artes que se aprenden en el cuartel, y quizás debería aplicarme el cuento, callar con astucia y dejar pasar, dándome por afortunado. 'Tú no digas nada, que ya no vas seguro', 'pues mira que al final te salvas por los pelos'.
Pero no puedo dejar de recordar los días en que el Gobierno anunciaba con gran boato el fin del servicio a la patria obligatorio y cómo la autoridad de turno, preguntada al respecto, informaba de que prefería comunicar su situación, de manera personal y por escrito, a aquellos implicados directamente.
Un detalle, pero ya están tardando.
Y entonces me entra un malicioso escalofrío: ¿acaso cuenta con nosotros el señor Aznar para esas operaciones de infinita libertad, a las que se muere porque le inviten?
O quizás algo peor: aquí, en España, de los quintos, ¡no se sabe absolutamente nada!
No, hay que preguntarle a Bush, o a Blair, o... ¿busco en la página web del Pentágono?
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