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Reportaje:

El hecho positivo de la inmigración

Diferentes asociaciones de Russafa crean una plataforma para luchar contra el abandono del barrio

El 'barrio más amado' de Rita Barberá, su 'perita en dulce', como le dijo a la presidenta de la Asociación de Vecinos de Russafa, empieza a tener sabor amargo. La convivencia intercultural está a prueba de propagandas y marginación. Norteafricanos, subsaharianos, asiáticos, balcánicos, ecuatorianos, colombianos y peruanos se mezclan en una de las zonas más emblemáticas soportando envites de abandono por parte de la Administración, de racismo promovido por sectores que criminalizan a los no blancos y no locales, y de delincuencia derivada de locales extrañamente permitidos con actividades alejadas de lo que reza en las licencias. A pesar de que desde hace once años, y así lo cuentan los representantes de la Asociación de Vecinos, el Ayuntamiento no ha invertido una sola peseta de forma directa en Russafa (salvo en el alumbrado y en cuatro parches de aceras y asfalto), a pesar de que la zona no tiene zonas verdes, ni deportivas, ni hogar del jubilado, ni centro social, ni servicios sociales propios, ni centro cultural, ni infraestructuras que aseguren el correcto desarrollo de la ESO, los vecinos vencen la dinámica del deterioro creando una Plataforma Por Russafa en la que están implicados diferentes colectivos culturales que aglutinan también a los inmigrantes.

Se proponen trasladas a la Administración, bien sea el Ayuntamiento bien la Generalitat, una propuesta de actuaciones integrales que frenen la especulación de las fincas en nombre del nunca construido Parque Central y que devuelvan al barrio 'su carácter'.

Mientras llueven apelativos que criminalizan a los extranjeros, las asocaciones crean una liga en la que juegan Nigeria, Colombia, Marruecos, Ecuador, Perú. Y en esa liga alternativa, barren. Mientras algunos vecinos acuden a la Asociación -y así lo vienen haciendo en los últimos meses- protestando por episodios de delincuencia, las asociaciones favorecen charlas interculturales, vocean clases de castellano o agrupaciones comerciales que incluyan a los extranjeros. Mientras la Administración obvia que en el Plan de Ordenación Urbanística hay bajos ahora ocupados por importantes supermercados y agencias de viajes cuyo destino era zona escolar, los vecinos practican un ejercicio de sociaedad civil en el que cualquier espacio es convertible para atender, aunque no en toda su dimensión, necesidades de asistencia básica.

La Asociación de Vecinos de Russafa, la asociación Jarid (que aglutina a los norteafricanos), Las Segovias (orientada a la ayuda a colectivos latinoamericanos), la Asociación Marroquí -que tiene serios problemas para conseguir la implicación de todos los que son-, La Bruixola (que convierte la historia más remota en un elemento presente con el que identificarse), la asociación Catanga (donde se agrupan los colombianos), Teatro de Bolsillo, Ateneo Russafa y Proyecto Xaloc (dedicado a la intervención con menores en riesgo de inadaptación social) se sienta en la misma mesa, más allá de diferencias y prejuicios, aprovechando lo común, Russafa, promoviendo la mezcla y defendiendo la singularidad, para ejercer el diálogo y practicar el compromiso desde la libertad para evitar una caza de brujas que confunda donde está el enemigo. 'La inmigración es un hecho positivo', afirma un miembro de la Asociación de Vecinos de Russafa.

Un hombre entra en el Centre Socio-cultural de Russafa, ayer tarde.
Un hombre entra en el Centre Socio-cultural de Russafa, ayer tarde.JOSÉ JORDÁN
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