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LOS PERSONAJES | La resaca de la jornada | FÚTBOL

'Pero Kily, ¿por dónde la metiste?'

Minuto 32 en Mestalla. Empate a cero entre Valencia y Zaragoza. Cristian Alberto Kily González (Rosario, Argentina, 1974) controla el balón con el pecho en el pico izquierdo del área. No se lo piensa. 'Me quedó tan bien la pelota cuando la maté, que le pegué a gol'. El Kily firmó un zurdazo espectacular, una parábola impensable que se coló por la escuadrada de un sorprendido Láinez, que esperaba el centro, como todo el estadio. Mestalla explotó con uno de sus ídolos. 'Le debo todo a esta gente. Lo de la afición es piel pura, piel de gallina', comentó ayer. Kily es un tipo sensible, que se emociona con más facilidad de la que aparenta y que no se deshace de su 'fama de golfo'. Lo ha pasado mal en los últimos meses, cuando el Valencia quiso venderlo al Lazio contra su voluntad -en un intercambio con el chileno Marcelo Salas- y lloró de impotencia en el vestuario, ante todos sus compañeros. Pero se quedó, y el domingo soltó toda su rabia desde su bota izquierda. La rabia por no jugar bien la temporada pasada, por recibir críticas 'de la prensa', por ver cómo todo el mundo elogiaba a Vicente y a él le daban por perdido para el fútbol. Que si Vicente por aquí, por allá... ¿Y yo qué?, se preguntaba. 'Quizás había dudas sobre mí. He vivido muchas cosas para mal y cometí el error de no parar para recuperarme de la lesión [en el pubis, con la que jugó lesionado dos finales de la Liga de Campeones]. Algunos piensan que voy de chulo, pero soy muy buena persona'. También muy buen futbolista, como el domingo demostró con dos tantos con que empezar a curar unas heridas todavía abiertas. 'No me vuelvo loco con el gol, pero marcar me da confianza. El primero era uno de esos goles que no se pueden parar'. Y si no que se lo digan a César Láinez, cuya estirada resultó estéril. Tan pasmado se quedó el meta aragonés, que no pudo evitar pedirle al Kily el secreto. 'Pero, ¿por dónde la metiste?', le preguntó luego en un córner.

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