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DON DE GENTES
Columna
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Por orden del señor alcalde

Elvira Lindo

EL 1 DE SEPTIEMBRE me vine a Nueva York buscando dos cosas:

A) La Tranquilidad.

B) La Naturaleza.

Cuando se lo dije a mi padre se quedó pensando y luego me dijo que se arrepentía de haber reclamado en el colegio el test de inteligencia que me hicieron: ¡Es imposible que una hija mía tenga un coeficiente tan bajo! Como era un colegio privado me lo subieron un poco. Mi padre dice que empieza a pensar que el primer resultado era el verdadero. Quiere minarme la moral y que me vuelva a España, pero de eso nada.

Puede que en el aspecto A (Tranquilidad) me equivocara un poco, porque, joder, es que fue bajarme del taxi y empezar a caerse edificios; pero lo que yo digo, con el miedo la gente se achanta y no sale. En definitiva, reina la tranquilidad. Está mal que yo lo diga, pero estoy contribuyendo bastante a la reconstrucción de Nueva York. Ha sido una suerte para ellos tenerme aquí.

Un día Giuliani dijo que para ayudar a la ciudad había que gastar un poco más. '¡Ese es mi alcalde!', pensé. Luego me decepcionó porque la cantidad de más que nos pedía eran cinco dólares. Lo que yo digo, ya que ayudas, te tiras a la piscina.

Dirán ustedes que es muy fácil gastar cuando se tiene detrás un gran periódico haciéndose cargo de los gastos. Un momentito, quede claro que a mí no me paga nadie nada. Yo hago las cosas por vocación, no soy de esos corresponsales que con gélida frialdad pasan la cuenta de los gastos. Todo corre de mi bolsillo. Soy supermachadiana: 'Al cabo nada os debo, debeísme cuanto he escrito / con mi dinero pago / etcétera'. Al hilo de esto dice mi padre que el primer test de inteligencia dio demasiado alto.

A veces voy a actos gratuitos, para que descanse la tarjeta. Ésa fue la razón por la que fui al Desfile del Columbus Day. Y para decirle a Rudy (Giuliani) que me paso el día reconstruyendo Nueva York. Mas no lo hallé. Vi desfilar a soldados que hacían malabarismos con el rifle como si fueran majorettes. Pelín mariconada. Incluso me pareció que a alguno se le iba la mano como a Kevin Kline en In and out. O será que mis amigos gay me tienen la mente deformada.

Yo me integro enseguida, no como esos corresponsales que encima de ir a gastos pagados cuentan la feria sin implicarse. Yo me hago partícipe: fue llegar la banda de soldaditos tocando God bless America y es que se me saltaron las lágrimas a borbotones. Una señora que también se hacía partícipe me dio un klinex. Claro que ella lloraba de emoción; yo lloraba, coño, porque dicha canción es que me tiene los nervios alterados. Te la cantan por la radio, por la tele, un trompetista que se coloca aquí abajo la toca por las noches. Estoy en un tris de decirle: 'Oye, que las criaturas tenemos un límite', pero no puedo: me falta nivel de inglés. También desfilaron representantes de todos los países con su bandera correspondiente. Me quedé con la ilusión de ver a Chencho Arias portando la bandera española. Pero ni rastro de Chencho. Sentí un vacío diplomático.

En cuanto a la parte B (Naturaleza) por la que me vine a Nueva York está más que cubierta. A mí me gusta la naturaleza tipo Central Park, rodeada de rascacielos.

Por las mañanas voy a pasear con mi CD de Judy Garland, y según me veo en un puentecillo solitario interpreto a grito pelao el Over the rainbow. Ayer me interrumpió la interpretación un grupo de madres que hacen gimnasia con los carritos de los bebés, guiadas por una monitora. Aquí todo el mundo se agrupa. El mes pasado le pregunté a la monitora si me podía apuntar, pero me dijo que si no llevaba un hijo en un carrito no podía admitirme. Le dije que podía llevar a mi hijo de 16 años y dijo que con esas condiciones mejor me apuntaba al grupo que van empujando una silla de ruedas. Mi hijo dijo: 'Vale, vale, alquilamos una', pero a mí me pareció una falta de respeto a las minorías. Y eso que aquí hay muchos paralíticos falsos. Hay unas sillas de ruedas que te cagas, a motor, con marchas, con mesita como las de los aviones. Una monada. Pero luego ves a la señora que va sentada que de pronto se levanta a comprar el periódico. No me parece serio.

Habrán notado que no he hablado de mi santo en todo el artículo. Le estoy haciendo el vacío porque no me quiere acompañar a un espectáculo de marionetas que está teniendo un éxito atroz. 'Saca el niño que tienes dentro', digo (emulando a Pedro Ruiz). Son unos tíos que hacen muñecos sirviéndose de sus miembros viriles. Quisiera ir para que ustedes tuvieran una información de la cultura en este Nueva York en tiempos de crisis. Pero mi santo dice: 'Yo no voy a ir ahí a ver a unos tíos tocándose la polla'. Lo encuentro reaccionario.

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Sobre la firma

Elvira Lindo
Es escritora y guionista. Trabajó en RNE toda la década de los 80. Ganó el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil por 'Los Trapos Sucios' y el Biblioteca Breve por 'Una palabra tuya'. Otras novelas suyas son: 'Lo que me queda por vivir' y 'A corazón abierto'. Su último libro es 'En la boca del lobo'. Colabora en EL PAÍS y la Cadena SER.

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