La vuelta de El Pitu
Abelardo está ya cerca de jugar a los ocho meses de operarse la rodilla
'¿Que cómo estoy? Pues...', dijo Abelardo palpándose la cabeza y recurriendo a su proverbial sentido del humor, 'de entrada, más calvo'. El central del Barça, de 31 años, irrumpió en la sala de prensa del Camp Nou -'casi ni me acordaba de dónde está', bromeó- feliz tras participar ocho meses después en un entrenamiento con sus compañeros.
Abelardo, El Pitu, sufrió el 28 de febrero, en Birmingham, con la selección española, la lesión más grave de su carrera al notar que se le iba la pierna. Su pánico estaba justificado: fue operado de una rotura condral del cartílago que le expulsó de su mundo y le encerró en la soledad del gimnasio hasta ahora, que vislumbra -quizá esté listo para el Bernabeu- su vuelta al equipo.
Este mes de octubre quedará marcado en el calendario de Abelardo, cansado ya de sufrir sólo como un hincha y de ver los partidos desde el televisor -'soy muy forofo y es mejor no estar en la grada'- del vestuario. El camino ha sido muy largo: ya se había operado hace tres años del cartílago -que no se regenera- de la misma rodilla y esta vez se le rompió el fibrocartílago, un hueso de peor calidad y que ya había sustituido al primero. El doctor Ramón Cugat, ajeno al club, le sometió una artroscopia en marzo para limpiar la rótula y hacer unas microfracturas para que el fibrocartílago volviera a crecer. Y vino lo peor: tres semanas con muletas y conectado entre ocho y diez horas al día a una máquina para lograr una movilidad inducida de la rodilla.
'Ha sido durillo. La recuperación ha sido lenta y te acabas agobiando. Y es aburrido: estás solo y sin los compañeros', explica Abelardo, que ha visto lesionado el cambio de técnico -de Serra Ferrer a Rexach-, cómo se iba Guardiola y él se erigía en segundo capitán -el brazalete lo luce Sergi-, cómo se fichaban dos centrales -Andersson y Christanval- y cómo España alcanzaba el Mundial.
Convencido de que su lesión no le apartaría del fútbol, Abelardo invirtió seis horas diarias en el gimnasio para tonificar y recuperar la elasticidad muscular de su pierna atrofiada. Sus bastiones fueron los profesionales y su familia. 'Mi mujer, Graciela, me ha ayudado: ha pagado mi mala leche', cuenta; 'lo bueno de no viajar ha sido poder estar más con Aitana, mi niña, de dos años'. Sus vacaciones se limitaron a diez días en Cerdeña con deberes de recuperación.
Todo iba sobre ruedas hasta que a finales de agosto empezó a correr en el Camp Nou y el programa se torció: el doctor Cugat reveló que los preparadores del Barça le forzaron más de lo previsto y El Pitu sufrió una sobrecarga en los gemelos de la pierna buena, la derecha, que le atrasaron 45 días su rehabilitación.
Pero él no mira atrás: el final del túnel está cerca y no correrá para volver. Y tiene elogios para los defensas fichados -'son muy válidos; sólo estábamos De Boer y yo y necesitábamos refuerzos'- y el equipo: 'Dicen que somos más conservadores, pero no hay otro que juegue con tantos jugadores ofensivos. Este año es clave: llevamos dos en blanco y es mucho tiempo'. El futuro es secundario: no le preocupa si renovará en junio -fue uno de los últimos fichajes de Cruyff y lleva ya ocho años- ni si irá al Mundial. '¡Ojalá! Pero queda lejos', dice. 'Ha sido una lesión tan larga que él debe escuchar a su cuerpo y fijar el día del alta', dice Ricard Pruna, el médico del equipo. La naturaleza es sabia y manda. Y desde hace 13 días ya le ha permitido a Pitu sentirse otra vez futbolista diciéndole de paso -'a ver si me acuerdo después de tanto tiempo'- que no se ha olvidado de jugar.
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