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LA MOCIÓN DE CENSURA

Maragall se ofrece a presidir un Gobierno de progreso abierto a CiU

El líder socialista abre puertas para el diálogo con todas las fuerzas políticas - Artur Mas reprocha al PSC su dependencia respecto del PSOE

El líder de los socialistas catalanes, Pasqual Maragall, logró ayer convertir la moción de censura en el debate de mayor calado político que ha tenido el Parlament en los últimos años y el primero del pospujolismo. Maragall abrió juego a todas las fuerzas políticas, incluido el PP, y mostró su faceta más conciliadora, sin querer romper amarras con nadie. Y para contentar a la izquierda -y especialmente a Esquerra Republicana- propugnó la creación de un Gobierno de progreso abierto incluso a los nacionalistas de Jordi Pujol. Aunque la votación no se producirá hasta hoy, las cartas quedaron ayer boca arriba. La moción obtendrá 55 votos a favor, 12 abstenciones (ERC) y 68 en contra, los de CiU y PP.

El de ayer fue el primer gran acto parlamentario del pospujolismo. El presidente de la Generalitat siguió desde su escaño el debate, observando como Maragall, Esquerra, el PP y la propia CiU hablaban con absoluta naturalidad de pactos de futuro próximo a desarrollar en una Cámara en la que él ya no estará y en la que, desde hace 21 años, ha impuesto su ley.

La mañana no había comenzado muy bien para el dirigente socialista: con algo de afonía y con la inesperadamente larga intervención del conseller en cap, Artur Mas. El delfín de Pujol ejerció con pulcritud y corrección parlamentaria su detallada crítica a la moción. Pero Maragall no estaba por la labor, y la estrategia que había diseñado el Gobierno catalán quedó rota en cuanto el líder socialista ninguneó al delfín de Pujol para dar paso a la discusión con los grupos parlamentarios. Mas enumeró detalladamente las deficiencias del discurso del líder socialista, recurrió al argumento del 'sucursalismo' del PSC respecto al PSOE. No obstante, terminó su intervención con una clara advocación al pospujolismo: 'En el futuro vendrán tiempos de entendimiento'.

Por la tarde, el tono del candidato Maragall se fue relajando y, poco a poco, fue tomando dimensión de hombre de concordia que aspira a gobernar. En todas las intervenciones trató de resaltar un perfil de futuro presidente, capaz de aunar todas las sensibilidades presentes en la Cámara y de emular en su conocimiento de cada rincón de Cataluña al mismísimo Jordi Pujol.

Con Iniciativa-Verds, el líder socialista tenía la partida ganada de antemano, pues ya habían anunciado que votarían favorablemente. El portavoz de IC-V, Rafael Ribó, anunció el sí de su grupo a la moción después de que Maragall se comprometiera a convocar elecciones en el improbable caso de que triunfara la censura. El dirigente ecosocialista reprochó a Maragall que hubiera preparado la moción sin contar con el resto de la oposición y emplazó a la izquierda a preparar conjuntamente la alternativa a CiU.

La faena más difícil de la tarde la tenía Maragall con Esquerra Republicana. El secretario general de ERC, Josep Lluís Carod, se mantuvo en la equidistancia entre el PSC y CiU, a pesar de la fuerte presión de Maragall para que se pronunciara sobre si apoyaría un gobierno de izquierdas. Con clara voluntad de acercamiento a ERC, Maragall propugnó incluso un gobierno de centro izquierda, presidido por él pero abierto a CiU, en línea con la propuesta de gobierno nacional destinado a aislar al PP que había formulado el líder de ERC. La diferencia está en que los republicanos no se pronuncian sobre quién debe presidir ese gobierno. Y ayer tampoco lo hicieron.

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La discrepancia entre socialistas y republicanos afloró con la concepción de España. Carod afirmó que, por lo dicho en el hemiciclo, Maragall 'parece más un gran presidente de un gobierno de la España federal; usted cree en ella, pero la quiere tan diferente que ya no sería España. Nos conformaríamos con que pudiera arreglar la sensibilidad nacionalista del PSOE', concluyó. 'Usted sabe que no habrá una Cataluña libre sin una España diferente', le respondió Maragall. Carod anunció que ERC se abstendría, pero advirtió a CiU de que ello no debía ser interpretado como un apoyo al Gobierno de Pujol. Al final de la sesión de ayer el líder socialista tuvo palabras amables incluso para el Partido Popular de Cataluña, cuya catalanidad dijo que no iba a poner en duda: 'No creo que haya anticatalanes', como a menudo sostiene Pujol, subrayó un Maragall deseoso de mostrar su vertiente dialogante con todos los grupos de la Cámara.

La sesión del segundo día del debate de la moción de censura se cerró sin que interviniera el líder de Unió, Josep Antoni Duran Lleida, que actuará como portavoz de CiU. Ayer había expectación por ver el trato que Pasqual Maragall iba a dispensar a Duran y cómo iba a ser la intervención del dirigente democristiano.

Duran, que en los últimos meses ha actuado de hombre malo de la coalición nacionalista en sus críticas a Maragall, podrá tener sus minutos de gloria parlamentaria en un debate político de los de más calado. La intervención de Duran, como la lanza de Aquiles, tendrá dos virtudes: matará por un lado y curará por el otro. Cuanto más letal sea con Maragall, más comparaciones se establecerán con Mas.

Pero sin duda la intervención más esperada para hoy es la probable de Jordi Pujol, que ayer siguió desde su escaño toda la sesión. Hoy sin duda podrá dar rienda suelta a su intención de replicar a un Maragall que durante dos días ha ensayado el pospujolismo ante el propio presidente de la Generalitat.

Tres consejeros

Para que resalten las intervenciones de hoy, los convergentes hicieron salir ayer a la palestra a tres consejeros. Pujol tenía prevista en su agenda la asistencia al Premio Planeta, que este año cumple su 50º aniversario. La sesión, por tanto, tampoco podía alargarse más de lo previsto. Así que CiU optó por forzar el máximo número de intervenciones.

Francesc Homs, el titular de Economía, se encargó de defender el acuerdo de financiación al que ha llegado el Gobierno de CiU con el Ejecutivo central. A Homs se sumaron la consejera de Gobernación, Núria de Gispert, y el titular de Política Territorial, Pere Macias. El objetivo era prolongar al máximo el debate para reanudarlo hoy con la intervención del grupo de CiU y la votación de la moción de censura.

Macias salió a responder al portavoz socialista, Joaquim Nadal, en lo referente a la política de infraestructuras. El consejero acusó al PSC de 'gran desconocimiento' y reivindicó el papel del Gobierno catalán en la firma del convenio que asegura la llegada del AVE al aeropuerto de Barcelona, conexión que se ha conocido a la lo largo del debate como 'el bunyol del Prat'.

De Gispert, por su parte, recuperó su discurso de la víspera para asegurar que el Ejecutivo conecta con la población y se acerca a los problemas de la gente. Asimismo recordó que el PSC ha perdido todas las elecciones autonómicas en Cataluña y vaticinó que hoy la historia se repetirá con la moción.

Joaquim Nadal contestó que 'cada resultado electoral tiene una lectura política'y recordó que su derrota en las autonómicas de 1995 sirvió para que Convergència i Unió perdiera la mayoría absoluta.

Jordi Pujol, a la derecha, y Pasqual Maragall durante el debate de la moción de censura.
Jordi Pujol, a la derecha, y Pasqual Maragall durante el debate de la moción de censura.CARLES RIBAS

Todos en busca de futuro

Todos los protagonistas del debate de ayer andaban en busca de un lugar en el futuro político de Cataluña. La longevidad política de Pujol ha enviado al retiro a no pocos políticos más jóvenes que él que podían aspirar a todo. Los sondeos indican que Pasqual Maragall es el mejor situado para alcanzar la presidencia de la Generalitat en las próximas elecciones y este debate está demostrando que eso no se debe sólo a que es el candidato socialista. Pero los demás oradores dejaron ayer claro que van a por lo mismo. Desde luego, lo persigue Artur Mas, que para eso tiene la bendición de Pujol. Josep Lluís Carod, el secretario general de Esquerra Republicana, proclamó asimismo en voz alta que también él quiere participar en esta carrera. El líder de Unió Democràtica, Josep Antoni Duran Lleida, que no oculta sus ambiciones, no pudo entrar en la liza de ayer, que permitía las comparaciones entre todos los aspirantes a suceder a Pujol. Duran hablará hoy. Pero su figura puede quedar eclipsadapor el propio Pujol.

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