Víctimas sin venganza
No hay víctima humana vengable. No somos mascotas y el asesinato de una sola persona desdora y sobrepasa las posibilidades de venganza del resto de la humanidad. Decir esto no es subirse a una parra idealista sino discrepar de los fanáticos que habitan en el doble fondo democrático de las cosas y llevan burka de tergal unisex entre cráneo y meninges. La venganza, ofendida y ofensora, consigue justificar la primera ofensa y forjar, desde tal argolla, cadenas de injusticia infinita y esclavitud duradera para el pescuezo de pueblos y naciones.
Quien factura a su antojo sobre la muerte termina administrándola. Por ahora ni con Bush, rampante lacio, ni con el presunto Laden, irá nadie al paraíso, y en la tierra sólo habrá tortas y miedo.
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