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Reportaje:

Iberdrola por partida doble

La eléctrica vasca va a invertir dos billones para duplicar su tamaño y sus beneficios entre 2002 y 2006

Renovarse o morir. Iberdrola, que acaba de aprobar una drástica reestructuración organizativa, quiere multiplicarse por dos en cinco años. La compañía vasca, que salió tocada tras su frustrada absorción por Endesa, ha recompuesto los papeles y va a invertir 12.000 millones de euros (dos billones de pesetas) entre 2002 y 2006, con el objetivo de duplicar su tamaño y sus beneficios netos y fortalecer sus bazas ante el nuevo mapa eléctrico que se está configurando en España y en Europa.

La financiación del plan prevé desinversiones por valor de medio billón de pesetas y un incremento del endeudamiento hasta 400.000 millones

El nuevo plan estratégico de Iberdrola basa el crecimiento de la compañía en el desarrollo del negocio eléctrico nacional y del complementario del gas. Contempla también, no obstante, inversiones en México y Brasil, y el aprovechamiento de las oportunidades de adquisición de activos en Europa.

Los analistas, tras conocer el nuevo plan y su respaldo unánime por el Consejo de Administración, han calificado sus objetivos de ambiciosos, y en algún caso, con independencia de la valoración que les ha merecido su contenido, han hecho hincapié en que la mayor credibilidad que aporta esta etapa a Iberdrola proviene de la renovación de sus gestores. Paul Rogers, de Merrill Lynch, que mantiene su recomendación de neutral sobre el valor, señalaba, por ejemplo, en una nota el día 2: 'En nuestra opinión, Iberdrola se beneficiará [y ya lo ha hecho] de una mano más firme en el timón'.

La mano de Ignacio Sánchez Galán. El nuevo consejero delegado, consensuado con los principales accionistas (BBVA y BBK) tras la frustrada absorción de la eléctrica por Endesa, ha suturado en poco más de cinco meses las heridas internas en el Consejo de Administración, ha cambiado el organigrama directivo heredado y ha diseñado, con el apoyo de Boston Consulting y Morgan Stanley, un plan de futuro con el objetivo último de romper con el anquilosamiento del pasado, terminar con la imagen de una sociedad débil susceptible de ser víctima de una oferta pública de adquisición (OPA) y ganar protagonismo y credibilidad en el sector y entre los inversores.

Cambio de estructura

El plan, en sus grandes líneas, prevé incrementar en cinco años la facturación de Iberdrola de 1,2 a 2,4 billones de pesetas; el beneficio neto, de 140.000 a 270.000 millones de pesetas, y el beneficio bruto de explotación (Ebitda), de 330.000 a 770.000 millones de pesetas. De estas inversiones, el 60% está destinado al mercado español, donde el objetivo es alcanzar una potencia instalada de 22.000 megavatios (prioritariamente a base de nuevas centrales de ciclo combinado, que utilizan el gas para la generación eléctrica, y también a través de las llamadas energías renovables) y ampliar y mejorar las líneas de distribución. El resto de las inversiones previstas, 0,8 billones de pesetas, irán dirigidas a otros países, fundamentalmente México (430.000 millones) y Brasil (250.000 millones). Adicionalmente, el plan destina otros 200.000 millones a energías renovables fuera de España.

La eléctrica vasca quiere cambiar con estas inversiones el llamado mix (estructura) de generación, como puede observarse en el gráfico adjunto, y reducir así en un 23% el coste por kilovatio producido en 2006 respecto a 2000. En el capítulo del gas, el objetivo es alcanzar una cuota de mercado cercana al 20%, incluyendo la necesaria para su generación eléctrica y la destinada a la comercialización a clientes finales (este mes se estrena como operador global de servicios con las primeras entregas de gas a 'ocho clientes cualificados').

Iberdrola prevé financiar su plan estratégico con cargo al cash flow (flujo de caja) generado a lo largo de su vigencia, 1,1 billones de pesetas; a desinversiones por valor de medio billón de pesetas y a un incremento del endudamiento hasta 400.000 millones, lo que permite reducir el ratio de apalancamiento del grupo hasta el 50%.

Las desinversiones, en principio, podrían afectar a todas las participaciones que no forman parte del negocio principal, aunque estarán moduladas en función de los requerimientos de inversión del grupo y de la situación de los mercados. Los estudios del plan cuantificaban en 200.000 millones de pesetas los posibles resultados extraordinarios por desinversiones en negocios no energéticos. Una cuarta parte puede proceder de la venta de la inmobiliaria Apex, que se quiere realizar en los próximos meses, y el resto, de venta de inmuebles, negocios de redes, telecomunicaciones y agua, y de sus acciones en Telefónica y Repsol.

El plan contempla también, y es uno de los aspectos que ha levantado reticencias entre los analistas, una reducción del beneficio neto destinado a dividendo (el llamado pay out) del 57% al 40% en 2006. Según Iberdrola, esta política conservadora de retribución no supondrá una caída del dividendo por acción (en 2006, afirman, podrían repartirse 0,7 euros por título, lo que supone un aumento del 30%). Sánchez Galán, que no ignora que uno de los mayores atractivos de las eléctricas es su condición de valores refugio y sus dividendos, ha justificado la medida -incremento inferior al crecimiento del beneficio neto- en la necesidad de aportar recursos a la financiación de la expansión prevista, que en definitiva crea valor para el accionista, pero al tiempo no descartó que el Consejo de Administración pueda variar esta política.

Los analistas reconocen que el plan es claro y ambicioso, pero, como apuntan en Renta 4, la clave del mismo estará en su capacidad 'para encontrar rentabilidad a esas inversiones en un competitivo mercado eléctrico'. Merrill Lynch, tras resaltar la escasa diferenciación estratégica con las otras eléctricas y su coincidencia en priorizar el crecimiento en la península Ibérica y el gas, afirma: 'Seguimos sin estar convencidos de que todas las compañías establecidas puedan salir vencedoras'.

Otros analistas señalan que el plan es una apuesta por la independencia, lo que, a su juicio, elimina algunas, pero no todas las dudas al respecto. Y por varias razones:

Podría quedarse a corto plazo sin accionista de referencia, lo que sobre el papel no contribuye a reforzar su aspiración de independencia en este negocio. Las posibilidades de que el BBVA salga de Iberdrola para evitarse problemas legales (un decreto de junio de 2000 prohíbe a un mismo accionista poseer más de un 3% del capital de dos competidores) se han acrecentado con la investigación abierta por la Comisión Nacional de la Energía sobre la presencia de la banca en empresas eléctricas, gasísticas y petroleras.

La forma en que se concrete la liberalización del sector del gas, el reparto que resulte del contrato de gas argelino y de la anunciada apertura del capital de Enagas van a ser claves entre las eléctricas, aunque todas estén contratando otras fuentes de aprovisionamiento.

Gas Natural y EdP

Ambos escenarios han hecho resucitar en las últimas semanas rumores -rápidamente desmentidos- sobre una posible unión entre Gas Natural e Iberdrola, que fue alentada en su día por el BBVA. La insistencia de Sánchez Galán en buscar vías de colaboración entre su empresa y Electricidade de Portugal (EdP) tampoco hace descartable, y aquí las sinergias son aún más evidentes, una operación entre ambas. La portuguesa rompió la alianza que mantenía con Iberdrola ante el proceso de fusión de ésta con Endesa y entró en Hidrocantábrico, pero en esta compañía está por dilucidar el reparto de poder en su gestión con la francesa EdF (que posee el 60% a través de su participada alemana EnBW).

'Crecer en tamaño y eficiencia como aspiramos con el plan', señalan fuentes de Iberdrola, 'fortalece nuestra independencia' y, en todo caso, 'nos sitúa en una posición más fuerte para afrontar una operación de concentración si algún día llegáramos a considerarla'.

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