La película francesa 'Vidocq', dirigida por Pitof, triunfadora del certamen
Se esperaba su presencia en el palmarés, pero no de manera tan rotunda. La película francesa Vidocq, del hasta ahora diseñador de efectos especiales Pitof, fue ayer la gran galardonada por el jurado de la 34ª edición del Festival de Cine de Sitges, al conseguir cuatro de los premios oficiales, entre ellos el más codiciado: el de mejor película. Además, se llevó el recién creado galardón al director revelación, otorgado por el jurado de la crítica.
Eduard Fernández fue considerado mejor actor por Fausto 5.0, debut cinematográfico de la compañía teatral La Fura dels Baus,mientras la japonesa Yuki Amami obtenía idéntico premio en la categoría de actriz, por Inugami. El de la votación popular, de la sección Gran Angular, fue para La maldición del escorpión de jade, el último título de Woody Allen, ya presente en las pantallas comerciales.
El jurado, compuesto por el guionista y productor estadounidense Mark Altman, los actores españoles Fernando Guillén y Mapi Galán; el director del festival de San Sebastián, Mikel Olaciregi; la fotógrafa y videoartista canadiense Floria Sigismondi, el crítico y ensayista Jordi Costa y el escritor británico Ramsey Campbell, hizo lo que siempre resulta complicado en las deliberaciones de un jurado: premiar con varios galardones una sola película, en este caso Vidocq. Dicho de otra manera, sus miembros no jugaron a las componendas, de forma que el filme francés obtuvo el premio al mejor filme, pero también los de mejor banda sonora (para Bruno Coulais), efectos especiales (el propio Pitof) y mejores efectos de maquillaje.
Antes que cualquier otra cosa, Vidocq, interpretada por Gérard Depardieu y la española Inés Sastre, es una propuesta comercial inteligente. Peripecia de ficción centrada en un personaje real -el célebre ex convicto de ese apellido que, en tiempos de Carlos X, llegó a prefecto de policía de París, y que Honoré de Balzac convirtió en inmortal más allá de las páginas de sucesos-, la película del peculiar Pitof se antoja un perfecto ejemplo de respuesta desde Europa a la avidez recaudadora del cine norteamericano de gran espectáculo.
Pitof ha sido también hábil para arropar su película con unos espectaculares efectos visuales y con un encuadre en el que se aprecian multitud de referencias de gran cultura, desde la pintura orientalista del XIX hasta, lo reconoció el director, el homenaje explícito al simbolismo y a Gustave Moreau, sin olvidar las incomparables coreografías caleidoscópicas de Busby Berkeley.
El único punto negro que puede destacar en un palmarés justo y equilibrado es el premio a la mejor dirección, concedido al estadounidense Brad Anderson, director de una película tan humilde como tediosa e insatisfactoria, Session 9, demasiado reconocimiento para un trabajo simplemente correcto, y una injusticia para Mamoru Oshii, brillante director de Avalon, impactante película nipopolaca que se tuvo que conformar sólo con el premio a la mejor fotografía, para su operador, el polaco Grzegorz Kedzierski.
Eduard Fernández
Inobjetables resultan los galardones de interpretación, toda vez que, ya desde el primer pase de la película, destacó claramente Eduard Fernández por su magnética encarnación de un diablo pesado y de andar por casa, en Fausto 5.0, única de las tres películas españolas a concurso capaz de figurar en el palmarés. La película de La Fura dels Baus fue igualmente distinguida con una mención especial del jurado por 'haber sabido prolongar en el lenguaje del cine un discurso creativo nacido y desarrollado previamente en otros ámbitos artísticos'. En lo que se refiere al premio de interpretación femenina, que fue para Yuki Amami por su papel en la bella Inugami, no es demérito para ella reconocer que esta vez no había grandes trabajos femeninos en un género que cada vez con mayor rotundidad aparece cautivo de unos omnipresentes efectos, bien ópticos, bien generados por ordenador, pero que suelen comerse el protagonismo del actor.
En lo que respecta al resto del palmarés oficial del festival, destaca la mención especial del jurado para Metrópolis, de Rin Taro, 'por su especial contribución al cine de animación'. También hay que señalar, aunque no precisamente por su clarividencia, el premio de la crítica para Kairo, el largo, abusivo filme japonés de Kiyoshi Kurosawa, que, como el resto de las películas niponas presentes en el palmarés, aborda el futuro en términos de inquietante imaginación catastrofista.
Babelia
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