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Cuidemos a los que cuidan

La familia es el mejor recurso que tiene la sociedad para garantizar la calidad de vida de las personas y, además, sigue siendo la institución más sólida que tenemos, según las encuestas. Y ahí está un ejemplo contundente: el 72% de la ayuda que recibe la gente mayor es prestada directamente por su familia. Por esa razón, si queremos ayudar a las personas mayores que están necesitadas de atención, tenemos que hacer esfuerzos por ayudar a su familia, y a la persona cuidadora en concreto, proporcionándole toda la información necesaria de carácter social y sanitario que le permita tomar decisiones sobre la mejor manera de cómo atender al anciano al que cuida y del que se hace responsable. Ahora que hace poco se ha conmemorado discretamente el Día Internacional de la Personas Mayores, es una reflexión que hay que plantearse seriamente.

El 72% de la ayuda a personas mayores es prestada por la propia familia

Por lo general, las personas mayores desean seguir viviendo en su propio hogar y entre los suyos. Pero mantenerlos en las mejores condiciones en su entorno depende en la mayoría de los casos de aquellos que los cuidan, es decir: de sus familias y, sobre todo, de las mujeres de dichas familias. Esta labor, que suele ir cargada de afectividad, no tiene que resultar un pesado lastre sobre las relaciones familiares. En cualquier caso, es importante que sepamos detectar la situación de las familias, y que nos avancemos y colaboremos con ellas a fin de que no se produzca una situación de exceso de responsabilidades en solitario.

Según los datos del padrón municipal de habitantes, a finales de 2000 había en Barcelona 331.665 personas mayores de 65 años, que representan el 22% del total de población. Esto, considerando que una persona mayor es aquella que posee más de dicha edad. La realidad nos muestra que las necesidades de las personas mayores son muy heterogéneas y que, hoy en día, no es hasta los 75 años que podemos hablar con propiedad de población envejecida, ya que es a partir de esta edad cuando se presenta la mayoría de las necesidades de atención. En Barcelona, los mayores de 75 años son 153.303, la mitad de las personas mayores. Este elevado índice está relacionado directamente con la mejora de las condiciones de vida de la población y, por tanto, del aumento de la esperanza de vida, que actualmente ronda los 79 años.

Respecto a los que necesitan cuidados de este colectivo, uno de los principios comúnmente aceptados, tanto por los recursos sanitarios y sociales de Barcelona como por la mayoría de ciudades europeas, es que hay que mantener a las personas mayores en su comunidad el mayor tiempo y en las mejores condiciones posibles. En este sentido, la atención domiciliaria es uno de los ámbitos prioritarios de intervención y de los que hay que impulsar su continuidad a fin de poder ofrecer una atención integral a las personas que teniendo dificultades desean seguir viviendo en su casa.

Según el último informe Las personas mayores en España, el 83% de las personas cuidadoras son mujeres. Y no sólo eso, si no que un reciente estudio efectuado por ESADE por cuenta del Instituto Catalán de la Mujer pone en evidencia que, en Cataluña, las amas de casa dedican más del 85% de su tiempo al hogar, y que el 10% de dicho tiempo se destina al cuidado de niños y de personas mayores. Es decir: unas cuatro horas cada día, si tuviéramos como base de partida una jornada semanal de 40 horas. Extrapolando datos de ese estudio, resulta que cada ama de casa aporta más de 310.000 pesetas anuales en trabajo de cuidados en el hogar y que, sumando, a Cataluña le representa un volumen de inversión total de 1,27 billones de pesetas al año (la mitad del presupuesto de la Generalitat).Y el estudio sólo habla de amas de casa, no de las mujeres que trabajan fuera del hogar y que también tienen que asumir gran parte de las tareas domésticas en una especie de doble jornada laboral. Si sumáramos esas horas, la inversión de las mujeres en cuidados a niños y ancianos se nos dispararía.

El Gobierno de la Generalitat tendría que destinar, por tanto, más recursos y aportar más prestaciones directas a las familias como apoyo a los esfuerzos que ellas realizan prácticamente en solitario. Me refiero a ayudas, por ejemplo, por número de hijos que conviven con las familias; en favor de las que son cuidadoras de menores, personas mayores y discapacitados; o de becas para jóvenes a fin de que puedan acceder a vivienda. El Gobierno de Cataluña ya ha reconocido que tiene la responsabilidad de aplicar medidas de ayuda a las familias, y una parte importante son las mujeres cuidadoras.

Por otra parte, tampoco hay que olvidar que la sociedad está llena de recursos, tanto procedentes de las administraciones y empresas que prestan servicios como de la propia sociedad civil. Un ejemplo de eso último son los bancos del tiempo, impulsados por el Ayuntamiento de Barcelona y varias asociaciones, y donde ciudadanos y ciudadanas comprometidos intercambian su tiempo libre disponible, uno en favor del otro. En Barcelona, la gente que participa en esos bancos nos ha enseñado que la cooperación social es un buen camino.

En conclusión, evidentemente, hay que impulsar los servicios de proximidad para poder atender a la gente mayor en su contexto, pero también tenemos que centrarnos en las personas que los cuidan, porque no existe nada más cercano a nuestros ancianos que los que les prestan cuidados, y que habitualmente son sus hijas y esposas: las mujeres cuidadoras.

Núria Carrera es quinta teniente de alcalde de Bienestar Social en el Ayuntamiento de Barcelona.

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