Eso de lo global

Ahora sé por fin, en toda su extensión, lo que significa el término globalización. Primero lo conocí a través de las hamburgueserías y otras multinacionales. Luego empobreciéndome, a través de la Bolsa. Después vino lo de las marcas deportivas que unen dos mundos: el de Michael Jordan multimillonario y el de los que cosen botas, balones y camisetas a unos céntimos sólo. Y ahora también lo compruebo a través de los periódicos, radio y televisión, que han aumentado enormemente sus páginas, comentarios e imágenes dedicadas a Internacional. Lo local, lo nacional incluso, queda reducido casi a lo testimonial frente a las noticias y movimientos del globo. Comentaristas, articulistas, especialistas, analistas, políticos, expertos, empresarios y hasta anunciantes escriben y se pronuncian sobre los sucesivos temas únicos de la aldea global. Es decir, el viejo tema de tú estornudas y yo me constipo o el juego infantil de lo que hace la madre hacen los hijos. Sostiene Jon Juaristi que 'las culturas nacionales también pueden ser universales'. Ojalá fuese así para la categoría de lo bueno en vez de para lo malo o lo peor. Algo parecido debió pensar Alfonso X El Sabio en su momento y lo llevó a cabo con integración, no con exclusión. Pero claro, por eso era sabio.