La guerra empieza despacio
Afortunadamente, no había vivido guerras hasta la madurez. Vietnam terminó cuando ésta me llegaba, y, a partir de ahí, las que hubo fueron lejanas.
Pero esa lejanía, física o temporal, no me impide observar algo en común a todas, sobre todo a las que han cobrado recientemente mayor relieve por ser 'internacionales', algo cada vez más frecuente en nuestros días. Observen que todas ellas empiezan despacio. Incluso si hacemos historia, hasta nuestra local guerra civil lo hizo, empezando lejos y tardando algunos días en llegar a casa.
En contra de lo que el lenguaje dejaría imaginar con el término 'estallar la guerra', desde que se producen los acontecimientos que las desatan hasta el primer acto bélico, pasan días y hasta meses. Con los medios de comunicación muy, muy pendientes, hasta se han llegado a retransmitir, como sucediera en Somalia.
¿Será esta demora debida a que se requiere una preparación, aunque existan tropas llamadas de acción inmediata?, o, más bien, ¿será que la primera de las armas utilizadas son la zozobra, la angustia, la inseguridad que esta situación producirá en los futuros 'damnificados colaterales', y hasta en los que más afortunados vivimos lejos del teatro de operaciones y a quienes se nos ha de 'concienciar'?
Es muy triste comprobar que hay una histórica recurrencia a lo bélico.
Es más triste aún comprobar que, probablemente sin guerras, el mundo no evolucionaría, o al menos no en la forma en que hoy lo hace.
Es realmente lamentable observar la atracción que estas situaciones producen, sobre todo entre aquellos que nada tienen que perder, y no sé si ganar, pero que son muchos.
Por todo ello, a quienes deciden cuándo y cómo se hace una guerra, les haría una petición. Prepárenla, diríjanla, organícenla, pero cuando llegue, que sea rápido.
De ese modo es probable que también acabe rápido. ¡Ah! y los interesados no teman, pronto tendrán otra.
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