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Tribuna:FIESTA DE LOS VALENCIANOS
Tribuna
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Octubre

El presidente de la Generalitat sostiene que, una vez superados contenciosos históricos, el principal desafío es la cohesión y la integración de la Comunidad

El Octubre de este año no es igual que otros octubres habidos en épocas pasadas. No sólo sigue siendo el día en el que recordamos la incorporación de la ciudad de Valencia a la cristiandad occidental y la fundación del antiguo Reino de Valencia por el Rey Jaume I, o participamos en la ceremonia cívica y reivindicativa de la autoidentidad del Pueblo Valenciano, sino que los recientes acontecimientos históricos le dotan de una personalidad propia a recordar. El día 9 de octubre de 2001 coinciden muchas cosas más a la vez.

En efecto, con el ataque terrorista a los EE UU el pasado 11 de septiembre, nuestra percepción de los acontecimientos ha cambiado. Hemos entrado en una época en que el horror y la barbarie pone de nuevo a prueba nuestras convicciones y creencias. La Paz, la Libertad, la Tolerancia y el imperio de la Ley, valores fundadores de nuestra civilización, están siendo atacados por la violencia del terrorismo, consecuencia directa de la falta de respeto por la vida, el fanatismo y el desprecio a la Razón. Los tiempos han cambiado, para bien o para mal, y reclaman de nuestra parte la condena unánime de esa acción criminal, la solidaridad con el dolor de un pueblo amigo, y la apuesta por ideas y actitudes fuertes, pacíficas y positivas, que apostando por la convivencia en paz y por la defensa de los derechos humanos, con decisión persigan la acción terrorista, pongan a disposición de la Justicia a los culpables e imponga el justo castigo a los causantes directos de la barbarie y el miedo.

Pero también los tiempos están cambiando en la Comunidad Valenciana. Es este el primer Octubre a partir del cual podemos decir que se han superado los contenciosos históricos, culturales e identitarios habidos durante la Transición Democrática en nuestra Comunidad, pronto hará ya un cuarto de siglo. Todos somos conscientes de hallarnos en un momento histórico nuevo, de estar asistiendo al desarrollo de cambios profundos, de tener ante nosotros un escenario complejo, diferente y abierto.

Un hecho reciente marca la diferencia: la fundación de la Academia Valenciana de la Lengua (AVL) y su reciente puesta en marcha, ambos por consenso unánime de las principales fuerzas políticas valencianas. Con ello, no sólo la enseñanza y el prestigio académico del valenciano como idioma moderno está asegurado, sino que nuestra lengua nunca más será motivo de división y discordia para el Pueblo Valenciano, su legítimo creador y usuario.

Ha supuesto la AVL el fin del ciclo edificador de nuestro entramado institucional, ciclo que empezó con la elaboración del Estatuto de Autonomía, siguió con la recuperación y puesta en marcha de nuestras instituciones de autogobierno, la Generalitat Valenciana, y ha finalizado con la aceptación unánime del Consell por los ciudadanos de las tres provincias de la Comunidad Valenciana como el eficaz administrador de los intereses públicos de los valencianos, entre los que el fomento de la personalidad política y cultural del Pueblo Valenciano ocupa un lugar relevante.

El balance está ahí, y la historia reciente se ha encargado de hacerlo. Ahora es el momento de mirar hacia delante. Hemos de aprovechar esta fecha no solamente para conmemorar, sino para reflexionar y repensar el futuro de la Comunidad Valenciana, de ganar el día de mañana con nuestro esfuerzo solidario. Hemos de ser conscientes que al iniciar el Siglo XXI nos encontramos con un entorno social enteramente nuevo en el que al Pueblo Valenciano se le plantean nuevas oportunidades, con sus ventajas, retos y desafíos.

Hoy ocupa el primer plano de la actualidad, en un entorno social y económico de alto riesgo, el ver cómo resolvemos los valencianos la oportunidad de alcanzar el pleno empleo y enfrentar con éxito el reto de la globalización. De ello dependerá la capacidad de permanencia del liderazgo actual de la Comunidad Valenciana en el Siglo XXI.

En una sociedad de pleno empleo a la que aspiramos, se suscitan nuevas demandas que deben ser atendidas, tales como la formación permanente en nuevas habilidades y destrezas, consecuencia del salto tecnológico, la adecuada conciliación de la vida laboral y familiar, la integración social de quienes vienen desde otras latitudes, o la plena integración de todas las personas dependientes.

La globalización no sólo es un fenómeno económico, sino también un acontecimiento cultural. La creciente interconexión entre los países, propiciada por los avances tecnológicos, hace posible una mayor permeabilidad y comunicación entre las culturas y las personas, que merece también una valoración positiva. En este contexto adquiere una mayor importancia el empeño en proteger y fomentar la propia identidad cultural desde la apuesta por la persona como eje y centro de la acción política, la confianza en la sociedad civil, y el compromiso con la justicia y la solidaridad.

Uno de los fenómenos más característico de este nuevo entorno social es el de los efectos comerciales y monetarios de la globalización. Por ejemplo, la puesta en circulación del Euro en unos pocos meses producirá en la Unión Europea una mayor apertura económica que será, sin duda, beneficiosa para el progreso de todos. De este entorno se derivan, sobre todo, dos retos importantes que tendremos que encarar, como son la necesidad de fomentar la calidad, la innovación y la modernización del tejido productivo de la Comunidad Valenciana para ser capaces de competir en un escenario más abierto, y la exigencia de un renovado compromiso por la Solidaridad.

El principal desafío del futuro es lograr una Comunidad Valenciana plenamente integrada y socialmente cohesionada. Este desafío plantea medidas en todas las áreas de acción política del Consell, de todas las administraciones públicas valencianas y de la colaboración de la sociedad civil valenciana. Una es la calidad de la educación, fundamental para garantizar la auténtica igualdad de oportunidades.

Pero esta calidad se logra no solamente con infraestructuras más completas y equipadas, ofreciendo a los jóvenes los conocimientos y aptitudes necesarias para continuar mejorando posteriormente su preparación personal, sino, y también, con una sólida formación ética, la educación en valores, que les permita enfrentarse con espíritu crítico a los nuevos modos de acceso a la aplicación de las nuevas tecnologías, a la información y el conocimiento.

Otra es la familia. En la medida en que sigue y seguirá siendo el principal agente de socialización y la primera unidad educativa, el apoyo a la familia se convierte en un objetivo prioritario de la acción conjunta de los poderes públicos y de la sociedad civil. La plena integración de la mujer al mercado de trabajo nos obliga a diseñar todos los mecanismos precisos para que la vida profesional de varones y mujeres sea plenamente compatible con el ejercicio compartido de sus responsabilidades en el ámbito de la familia.

Al hablar de integración no podemos olvidar a quienes llegan a nuestra Comunidad desde las zonas menos prósperas del planeta. Tenemos capacidad y voluntad para recibir a todo aquél que venga a trabajar con nosotros el día a día de una sociedad más moderna, justa y pacífica. Y para ello reclamo como mejor valor la solidaridad, valor que deriva no sólo de la justicia, sino también de la inteligencia aplicada a la comprensión de los escenarios ineludibles del mundo actual.

En el ámbito de la política social, hemos de abordar un nuevo reto con la colaboración de todos, de los poderes públicos y de la sociedad civil: la atención integral de cualquier ciudadano que se encuentre en una situación de dependencia, por su edad, por su enfermedad, por su discapacidad física o psíquica, o por haber tenido la desdicha de caer en el drama de la droga.

Esta atención integral debe incluir tanto la cobertura de necesidades básicas y asistencia sanitaria, como hacer posible su autorrealización personal con una completa oferta cultural, educativa o de ocio. Tal atención deberá contar tanto con ayudas de los poderes públicos a las familias de las personas en situación de dependencia para que éstas reciban la atención en su entorno habitual, como con una red asistencial externa de calidad para los casos en que no sea posible la atención en el entorno habitual.

Pero el avance de la Solidaridad sólo será posible en un marco de crecimiento económico sostenible, que habrá de ser, por tanto, plenamente compatible con la más eficaz preservación de nuestro medio natural. El crecimiento económico y la protección del medio ambiente no sólo son compatibles sino que además son poderosos aliados, pues no se puede proteger eficazmente el medio ambiente sin crecimiento económico, ni puede haber verdadero crecimiento al margen del medio ambiente.

Por último está la cohesión territorial. Hemos de garantizar, además, que el progreso económico alcance por igual a toda la Comunidad Valenciana. Se hacen imprescindibles nuevos avances en nuestra cohesión territorial, abordando nuevas actuaciones en ámbitos tales como las infraestructuras viarias, de comunicaciones y telecomunicaciones, o la diversificación turística, para superar los inconvenientes de nuestra linealidad y de la división geográfica entre las zonas costeras y de interior.

La superación de esos desafíos debe conducirnos a un nuevo liderazgo de la Comunidad Valenciana, que reúne las condiciones para convertirse en uno de los más eficaces agentes de la política exterior de España, susceptible de alcanzar una destacada presencia internacional, que deberemos dirigir especialmente a aquellas zonas geográficas o culturalmente próximas, como Iberoamérica y el Magreb. En este ámbito aspiramos a definir un objetivo bien preciso para la Comunidad Valenciana: dedicar el 2% de nuestro PIB a la cooperación y la solidaridad en el Tercer y Cuarto Mundo.

De ese modo, el Pueblo Valenciano entrará con buen pie en el siglo XXI. Dueños de nuestro futuro, conscientes de los retos y oportunidades que este nos depara, queremos que discurra por caminos de Paz y Libertad, en un marco de tolerancia y consenso social, de pluralidad e integración. Conocemos nuestra historia reciente y por ello estamos dispuestos a no incurrir, ya nunca más, en los errores que marcaron los momentos más tristes de la Transición Democrática valenciana, ya felizmente superados. Los que por distintos motivos no quieren verlo así se quedarán solos y serán patentes sus intenciones reales.

Tenemos la mano tendida a todos los pueblos de paz. Y con esa actitud, debemos recordar que otras veces, y en esta misma fecha, hemos expresado el dolor y clamado contra el peor cáncer de nuestra realidad actual: el terrorismo de ETA. Hoy quisiera que uniéramos nuestros pensamientos y nuestra voz a la de todos aquellos que, a la vista de los terribles acontecimientos del día 11 de septiembre en los EE.UU., afirman que no van a renunciar a tantas victorias de la Democracia y la Libertad ganadas a lo largo de los siglos.

El Octubre ya no agotará más su mirada en el pasado y volverá su reivindicación hacia el futuro. Los otros octubres serán sólo el recuerdo de una época que ya es historia, antecedente de otra nueva que está por venir y en la que queremos entrar todos juntos, sin exclusiones, con paso seguro y sin sobresaltos, unidos por nuestro proyecto racional de vida en común: la Comunidad Valenciana en un mundo más justo, solidario y en paz.El Octubre de este año no es igual que otros octubres habidos en épocas pasadas. No sólo sigue siendo el día en el que recordamos la incorporación de la ciudad de Valencia a la cristiandad occidental y la fundación del antiguo Reino de Valencia por el Rey Jaume I, o participamos en la ceremonia cívica y reivindicativa de la autoidentidad del Pueblo Valenciano, sino que los recientes acontecimientos históricos le dotan de una personalidad propia a recordar. El día 9 de octubre de 2001 coinciden muchas cosas más a la vez.

En efecto, con el ataque terrorista a los EE UU el pasado 11 de septiembre, nuestra percepción de los acontecimientos ha cambiado. Hemos entrado en una época en que el horror y la barbarie pone de nuevo a prueba nuestras convicciones y creencias. La Paz, la Libertad, la Tolerancia y el imperio de la Ley, valores fundadores de nuestra civilización, están siendo atacados por la violencia del terrorismo, consecuencia directa de la falta de respeto por la vida, el fanatismo y el desprecio a la Razón. Los tiempos han cambiado, para bien o para mal, y reclaman de nuestra parte la condena unánime de esa acción criminal, la solidaridad con el dolor de un pueblo amigo, y la apuesta por ideas y actitudes fuertes, pacíficas y positivas, que apostando por la convivencia en paz y por la defensa de los derechos humanos, con decisión persigan la acción terrorista, pongan a disposición de la Justicia a los culpables e imponga el justo castigo a los causantes directos de la barbarie y el miedo.

Pero también los tiempos están cambiando en la Comunidad Valenciana. Es este el primer Octubre a partir del cual podemos decir que se han superado los contenciosos históricos, culturales e identitarios habidos durante la Transición Democrática en nuestra Comunidad, pronto hará ya un cuarto de siglo. Todos somos conscientes de hallarnos en un momento histórico nuevo, de estar asistiendo al desarrollo de cambios profundos, de tener ante nosotros un escenario complejo, diferente y abierto.

Un hecho reciente marca la diferencia: la fundación de la Academia Valenciana de la Lengua (AVL) y su reciente puesta en marcha, ambos por consenso unánime de las principales fuerzas políticas valencianas. Con ello, no sólo la enseñanza y el prestigio académico del valenciano como idioma moderno está asegurado, sino que nuestra lengua nunca más será motivo de división y discordia para el Pueblo Valenciano, su legítimo creador y usuario.

Ha supuesto la AVL el fin del ciclo edificador de nuestro entramado institucional, ciclo que empezó con la elaboración del Estatuto de Autonomía, siguió con la recuperación y puesta en marcha de nuestras instituciones de autogobierno, la Generalitat Valenciana, y ha finalizado con la aceptación unánime del Consell por los ciudadanos de las tres provincias de la Comunidad Valenciana como el eficaz administrador de los intereses públicos de los valencianos, entre los que el fomento de la personalidad política y cultural del Pueblo Valenciano ocupa un lugar relevante.

El balance está ahí, y la historia reciente se ha encargado de hacerlo. Ahora es el momento de mirar hacia delante. Hemos de aprovechar esta fecha no solamente para conmemorar, sino para reflexionar y repensar el futuro de la Comunidad Valenciana, de ganar el día de mañana con nuestro esfuerzo solidario. Hemos de ser conscientes que al iniciar el Siglo XXI nos encontramos con un entorno social enteramente nuevo en el que al Pueblo Valenciano se le plantean nuevas oportunidades, con sus ventajas, retos y desafíos.

Hoy ocupa el primer plano de la actualidad, en un entorno social y económico de alto riesgo, el ver cómo resolvemos los valencianos la oportunidad de alcanzar el pleno empleo y enfrentar con éxito el reto de la globalización. De ello dependerá la capacidad de permanencia del liderazgo actual de la Comunidad Valenciana en el Siglo XXI.

En una sociedad de pleno empleo a la que aspiramos, se suscitan nuevas demandas que deben ser atendidas, tales como la formación permanente en nuevas habilidades y destrezas, consecuencia del salto tecnológico, la adecuada conciliación de la vida laboral y familiar, la integración social de quienes vienen desde otras latitudes, o la plena integración de todas las personas dependientes.

La globalización no sólo es un fenómeno económico, sino también un acontecimiento cultural. La creciente interconexión entre los países, propiciada por los avances tecnológicos, hace posible una mayor permeabilidad y comunicación entre las culturas y las personas, que merece también una valoración positiva. En este contexto adquiere una mayor importancia el empeño en proteger y fomentar la propia identidad cultural desde la apuesta por la persona como eje y centro de la acción política, la confianza en la sociedad civil, y el compromiso con la justicia y la solidaridad.

Uno de los fenómenos más característico de este nuevo entorno social es el de los efectos comerciales y monetarios de la globalización. Por ejemplo, la puesta en circulación del Euro en unos pocos meses producirá en la Unión Europea una mayor apertura económica que será, sin duda, beneficiosa para el progreso de todos. De este entorno se derivan, sobre todo, dos retos importantes que tendremos que encarar, como son la necesidad de fomentar la calidad, la innovación y la modernización del tejido productivo de la Comunidad Valenciana para ser capaces de competir en un escenario más abierto, y la exigencia de un renovado compromiso por la Solidaridad.

El principal desafío del futuro es lograr una Comunidad Valenciana plenamente integrada y socialmente cohesionada. Este desafío plantea medidas en todas las áreas de acción política del Consell, de todas las administraciones públicas valencianas y de la colaboración de la sociedad civil valenciana. Una es la calidad de la educación, fundamental para garantizar la auténtica igualdad de oportunidades.

Pero esta calidad se logra no solamente con infraestructuras más completas y equipadas, ofreciendo a los jóvenes los conocimientos y aptitudes necesarias para continuar mejorando posteriormente su preparación personal, sino, y también, con una sólida formación ética, la educación en valores, que les permita enfrentarse con espíritu crítico a los nuevos modos de acceso a la aplicación de las nuevas tecnologías, a la información y el conocimiento.

Otra es la familia. En la medida en que sigue y seguirá siendo el principal agente de socialización y la primera unidad educativa, el apoyo a la familia se convierte en un objetivo prioritario de la acción conjunta de los poderes públicos y de la sociedad civil. La plena integración de la mujer al mercado de trabajo nos obliga a diseñar todos los mecanismos precisos para que la vida profesional de varones y mujeres sea plenamente compatible con el ejercicio compartido de sus responsabilidades en el ámbito de la familia.

Al hablar de integración no podemos olvidar a quienes llegan a nuestra Comunidad desde las zonas menos prósperas del planeta. Tenemos capacidad y voluntad para recibir a todo aquél que venga a trabajar con nosotros el día a día de una sociedad más moderna, justa y pacífica. Y para ello reclamo como mejor valor la solidaridad, valor que deriva no sólo de la justicia, sino también de la inteligencia aplicada a la comprensión de los escenarios ineludibles del mundo actual.

En el ámbito de la política social, hemos de abordar un nuevo reto con la colaboración de todos, de los poderes públicos y de la sociedad civil: la atención integral de cualquier ciudadano que se encuentre en una situación de dependencia, por su edad, por su enfermedad, por su discapacidad física o psíquica, o por haber tenido la desdicha de caer en el drama de la droga.

Esta atención integral debe incluir tanto la cobertura de necesidades básicas y asistencia sanitaria, como hacer posible su autorrealización personal con una completa oferta cultural, educativa o de ocio. Tal atención deberá contar tanto con ayudas de los poderes públicos a las familias de las personas en situación de dependencia para que éstas reciban la atención en su entorno habitual, como con una red asistencial externa de calidad para los casos en que no sea posible la atención en el entorno habitual.

Pero el avance de la Solidaridad sólo será posible en un marco de crecimiento económico sostenible, que habrá de ser, por tanto, plenamente compatible con la más eficaz preservación de nuestro medio natural. El crecimiento económico y la protección del medio ambiente no sólo son compatibles sino que además son poderosos aliados, pues no se puede proteger eficazmente el medio ambiente sin crecimiento económico, ni puede haber verdadero crecimiento al margen del medio ambiente.

Por último está la cohesión territorial. Hemos de garantizar, además, que el progreso económico alcance por igual a toda la Comunidad Valenciana. Se hacen imprescindibles nuevos avances en nuestra cohesión territorial, abordando nuevas actuaciones en ámbitos tales como las infraestructuras viarias, de comunicaciones y telecomunicaciones, o la diversificación turística, para superar los inconvenientes de nuestra linealidad y de la división geográfica entre las zonas costeras y de interior.

La superación de esos desafíos debe conducirnos a un nuevo liderazgo de la Comunidad Valenciana, que reúne las condiciones para convertirse en uno de los más eficaces agentes de la política exterior de España, susceptible de alcanzar una destacada presencia internacional, que deberemos dirigir especialmente a aquellas zonas geográficas o culturalmente próximas, como Iberoamérica y el Magreb. En este ámbito aspiramos a definir un objetivo bien preciso para la Comunidad Valenciana: dedicar el 2% de nuestro PIB a la cooperación y la solidaridad en el Tercer y Cuarto Mundo.

De ese modo, el Pueblo Valenciano entrará con buen pie en el siglo XXI. Dueños de nuestro futuro, conscientes de los retos y oportunidades que este nos depara, queremos que discurra por caminos de Paz y Libertad, en un marco de tolerancia y consenso social, de pluralidad e integración. Conocemos nuestra historia reciente y por ello estamos dispuestos a no incurrir, ya nunca más, en los errores que marcaron los momentos más tristes de la Transición Democrática valenciana, ya felizmente superados. Los que por distintos motivos no quieren verlo así se quedarán solos y serán patentes sus intenciones reales.

Tenemos la mano tendida a todos los pueblos de paz. Y con esa actitud, debemos recordar que otras veces, y en esta misma fecha, hemos expresado el dolor y clamado contra el peor cáncer de nuestra realidad actual: el terrorismo de ETA. Hoy quisiera que uniéramos nuestros pensamientos y nuestra voz a la de todos aquellos que, a la vista de los terribles acontecimientos del día 11 de septiembre en los EE.UU., afirman que no van a renunciar a tantas victorias de la Democracia y la Libertad ganadas a lo largo de los siglos.

El Octubre ya no agotará más su mirada en el pasado y volverá su reivindicación hacia el futuro. Los otros octubres serán sólo el recuerdo de una época que ya es historia, antecedente de otra nueva que está por venir y en la que queremos entrar todos juntos, sin exclusiones, con paso seguro y sin sobresaltos, unidos por nuestro proyecto racional de vida en común: la Comunidad Valenciana en un mundo más justo, solidario y en paz.

Eduardo Zaplana Hernández-Soro es presidente de la Generalitat.

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