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El Gobierno británico interviene la empresa privada que gestiona el tendido ferroviario

El Ejecutivo laborista retira del mercado Railtrack, asfixiada por los 'números rojos'

El Gobierno británico decidió ayer intervenir Railtrack, la compañía privada que gestiona los tendidos ferroviarios de todo el país y que han convertido el mítico ferrocarril británico en uno de los medios de transporte más deteriorados. El Gobierno ha pedido al Tribunal Supremo la intervención de Railtrack, privatizada por los tories en 1996, que será gestionada por un consorcio público-privado y acabará convirtiéndose en una empresa privada sin ánimo de lucro. Railtrack no cotizará hoy en Bolsa y no volverá a hacerlo nunca más, según todos los indicios.

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La decisión fue anunciada ayer por el ministro de Transportes, Stephen Byers, y ha sido tomada después de que el propio Byers comunicara el pasado viernes al presidente de Railtrack, John Robinson, que el Gobierno no iba a inyectar los 700 millones de libras (185.000 millones de pesetas) que la compañía esperaba imperiosamente esta misma semana.

Railtrack fue creada en 1992 para gestionar toda la red ferroviaria del país, en la que operan un total de 28 compañías privadas que deben pagar a Railtrack por utilizar sus tendidos. El Gobierno conservador la privatizó en mayo de 1996, un año antes de perder el poder. La privatización se basaba en la creencia de que la financiación a través de la Bolsa de valores y los pagos de las compañías de ferrocarriles por utilizar la red permitirían ingresar el dinero suficiente para invertir en el mantenimiento y modernización del tendido.

Privatización fallida

Pero la realidad ha sido muy distinta. La compañía arrancó muy bien en Bolsa: las acciones se situaron de salida a 3,8 libras y alcanzaron un pico de 17 libras en noviembre de 1998, apenas dos años después de su privatización. Pero los accidentes mortales atribuidos al mal estado de las vías pusieron de relieve el mal funcionamiento de la privatización. Las acciones cayeron tan rápido como habían subido. El viernes cotizaban a 2,8 libras, una cifra todavía importante si se tiene en cuenta que un banco holandés estimó el verano pasado que no valían más de 58 centavos.

Con una deuda de 3.300 millones de libras (875.000 millones de pesetas), las acciones en permanente descenso, los precios de los billetes por las nubes y minada la confianza del público, lo mismo la de los accionistas que la de los usuarios del ferrocarril, la compañía entró en la senda de los números rojos y había anunciado para este año unas pérdidas de 733 millones de libras (190.000 millones de pesetas).

La intervención apadrinada ayer por el Gobierno laborista significa la destitución de la actual dirección de la compañía, que pasará a estar regida por representantes del Gobierno, las compañías ferroviarias, las compañías de fletes, las compañías de material móvil, asociaciones de pasajeros y los sindicatos. El Gobierno descartó ayer que Railtrack vaya a ser nacionalizada y parece inclinarse por crear un consorcio que permita convertirla en una sociedad sin ánimo de lucro pero con gestión privada.

La intervención de Railtrack fue insinuada el pasado martes por el primer ministro, Tony Blair, cuando afirmó ante la conferencia anual del Partido Laborista al abordar la privatización de los servicios públicos que 'hay algunas áreas en las que el sector privado ha trabajado bien y otras, como en parte del ferrocarril, en las que ha sido un desastre'.

Como desastrosa se anuncia la situación para los accionistas de Railtrack, que están por ley a la cola de los acreedores. El nuevo equipo gestor deberá negociar primero con los acreedores de la compañía. El Gobierno aseguró ayer que la intervención no implica pérdidas de empleo y no va a afectar mañana al funcionamiento normal de los ferrocarriles británicos.

Pero los expertos creen que la intervención de Railtrack sí va a poner en cuarentena algunos de los planes de expansión de Virgin, una de las compañías ferroviarias más activas del país, que necesita que Railtrack invierta grande sumas en ciertas líneas para poder operar con trenes de alta velocidad. Los expertos creen que no habrá mayores problemas con la primera fase del programa previsto por Virgin para utilizar trenes que alcancen las 125 millas por hora el año que viene, pero temen que salte por los aires la segunda parte del plan para utilizar trenes a 140 millas por hora desde 2005.

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