El Málaga y el Celta aburren
El conjunto de Peiró suma su sexto encuentro consecutivo sin ganar
Ni el Málaga, con urgencia de puntos, ni el Celta, uno de los mejores equipos en lo que va de competición, lograron ayer hilvanar una serie de jugadas coherentes dignas de un partido de Primera División. Por contra, protagonizaron un choque marcado de inicio a fin por las imprecisiones, la desidia, la falta de sacrificio colectivo y un cóctel de detalles, todos negativos, que una vez mezclados dieron como resultado uno de esos partidos que han de olvidarse rápido.
Es cierto que al equipo local, como viene siendo habitual, se le complicó la existencia ya a los cinco minutos, cuando Jesuli marcaba el primer gol sin que hubiese pasado la tradicional fase de tanteo inicial. La respuesta malaguista llegó pronto: dos minutos después, por medio de Musampa. Sin embargo, en una temporada en la que parece que el Málaga está destinado a sufrir, Karpin volvió a adelantar a los suyos dos minutos después.
MÁLAGA 2| CELTA 2
Málaga: Contreras; Rojas, Litos, Fernando Sanz, Roteta; Gerardo (Edgar, m. 58), Romero, Zárate (Leko, m. 58), Musampa; Dely Valdés y Canabal. Celta: Pinto; Velasco (Coira, m. 46), Cáceres, Berizzo, Juanfran; Giovanella, Luccin (Sergio, m. 46), Karpin, Mostovoi, Jesuli (Edu, m. 77); y Catanha. Goles: 0-1. M. 5. Jesuli. 1-1. M. 7. Musampa. 1-2. M. 9. Karpin. 2-2. M. 45. Dely Valdés. Árbitro: Mejuto González. Amonestó a Fernando Sanz, Romero, Dely Valdés, Mostovoi, Jesuli, Giovanella y Sergio. 12.000 espectadores en La Rosaleda.
Tres goles en seis minutos. La cosa prometía. Pero esos instantes fueron un simple espejismo y lo que vino después sobró en cuanto a lo que ofreció al espectador. El Málaga comenzó entonces a recordar los elementos a los que se enfrentaba. Además del Celta, el equipo de Peiró jugaba contra cinco partidos sin ganar; contra un público que se impacientaba a las primeras de cambio; contra los nervios que se apoderaban de los propios jugadores cada vez que algo no salía. Vamos, que tener al Celta enfrente era lo de menos.
Sin superar esos condicionantes y esa espiral en la que un equipo se sumerge cuando las cosas no salen, el Málaga, no se sabe cómo, logró empatar el partido antes del descanso. Tras la reanudación, Víctor Fernández dio entrada a Sergio y dispuso a tres centrales para frenar los balones aéreos a Dely Valdés y Canabal y para que los laterales -Juanfran y Velasco- tuvieran más profundidad por las bandas.
El resultado fue el mismo. Inexistencia de jugadas trenzadas, excesiva verticalidad, desuso de las bandas, muchas prisas y, en definitiva, nadie capaz de poner un balón franco en el área.
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