Fòrum 2004, Acción Paralela y grandes cosas
ES POSIBLE que haya llegado a oídos del lector el alboroto montado hace unas pocas semanas en Barcelona, a propósito de la dimisión del recientemente nombrado consejero delegado del Fòrum 2004. Si el lector no sabe qué cosa es ésta del Fòrum 2004, mejor. Pues la gracia del asunto consiste en que nadie puede decir muy bien qué es. La idea surgió como parche a una metedura de pata del ex alcalde Pasqual Maragall, quien, en 1996, con motivo de la celebración del décimo aniversario de la designación de Barcelona como sede olímpica, anunció alegremente su propósito de organizar en la capital catalana una Exposición Universal para el año 2004. Avisado de inmediato de que eso no podía ser, dada la normativa internacional que regula este tipo de actos, el ex alcalde, impertérrito, anunció la celebración en Barcelona, ese mismo año de 2004, de lo que pronto se denominó Fórum Universal de las Culturas. ¿Con qué propósito? Ahí empezaban los problemas. De entrada, se buscó un lema que rezaba nada menos que lo siguiente: 'Las naciones, las regiones, las ciudades, las artes y las religiones del mundo en busca de la paz'. Pero cualquiera que no sea el Papa se pone a llenar de contenidos un lema de esta naturaleza. Sobre todo cuando andan comprometidos 52.000 millones de pesetas aportados por las distintas administraciones. Espantado por el reto, Josep Caminal, nombrado el pasado mes de julio consejero delegado del Fòrum 2004, se sacudió de las manos la patata caliente, con tanto mayor motivo cuanto que los sucesos de Génova acababan de poner en evidencia la labilidad de los movimientos ecuménicos. Y ésta es la hora en que andan todos a la búsqueda de relleno para el magno acontecimiento.
A ningún lector de El hombre sin atributos puede dejar de venirle a la cabeza, cuando se entera de esto, el recuerdo de la Acción Paralela, motivo vertebral del Libro primero de la novela, y objeto, a todo lo largo de la misma, de una sangrienta y genial sátira. Recibe en el libro este nombre la supuesta iniciativa de celebrar en Austria, con la mayor pompa (y en ansiosa competencia con Alemania, que por su parte anda preparando la conmemoración, en el mismo año de 1918, del 30º aniversario del reinado del emperador Guillermo II), el 70º aniversario de la subida al trono del casi nonagenario emperador Francisco José. La idea original es declarar un Año Jubilar que desarrollaría un programa en torno a estos cuatro puntos: 'Emperador Pacífico, Austria auténtica, capital y cultura'. La gran impulsora de la iniciativa, la bellísima Diotima, una gran dama de la sociedad vienesa, instruye a Ulrich, que la va a visitar, en estos términos: 'Queremos y debemos poner en práctica una idea excelsa. Está en nuestra mano y hay que aprovecharla'. Interpelada al respecto, sin embargo, Diotima admite no tener ninguna idea concreta. Pero replica convencida: 'Hay todavía tantas cosas grandes y buenas por realizar que no hacen fácil la elección. Pero formaremos comisiones con elementos de todas las clases sociales, y éstas nos ayudarán. ¿O cree usted, señor, que no es un privilegio extraordinario invitar con ocasión de estas fiestas a toda una nación, al mundo entero, para que reflexione y se reconcilie con la vida del espíritu en medio de la barahúnda materialista? No debe pensar que nosotros perseguimos fines patrióticos anticuados'. A lo que Ulrich sólo acierta a contestar con una sonrisa.
Diotima sólo saldrá del paso con la ayuda del doctor Paul Arnheim, quien la persuade de que 'los que pueden ser cabezas de la Acción son, no una democracia de comisiones, sino unos pocos hombres fuertes, expertos igualmente en el terreno de la realidad que en el de las ideas'. Como él mismo, en definitiva. Al fin y al cabo, 'las ideas grandes y conmovedoras constan de un cuerpo como el de los hombres, compacto y caduco, y de un alma inmortal que constituye su ser, pero no compacta, sino escurridiza a todo intento de descripción mediante frías palabras'. De modo que aun antes de que la Acción Paralela haya comenzado a existir y nadie sepa en qué va a consistir, 'lo único que hasta entonces se había concretado era una lista de nombres'.
Muy pronto se hará evidente que 'la imprecisión tiene el poder de elevar y engrandecer', pero que entraña dificultades, sobre todo cuando se trata de ideales. Como la misma Diotima no puede menos que reconocer, 'los ideales tienen extrañas propiedades, entre otras las de transformarse en su contrario cuando se les quiere seguir escrupulosamente'. Y el desarrollo de los acontecimientos se encargará de demostrar que 'nada hay tan peligroso para el espíritu como su vinculación a grandes cosas'. Y es que 'el peligro de la vinculación a grandes cosas tiene esta desagradabilísima particularidad: mientras las cosas cambian, el peligro permanece siempre igual'...
'Pero esta Austria grotesca', anotaba Musil en una entrada de su diario de 1920, 'no constituye más que un caso especialmente revelador del mundo moderno'.
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