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Columna
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Ciudades a medida

Se expone estos días el avance del Plan General de Ordenación Urbana de Alicante y los socialistas se han apresurado a denunciar que para su redacción únicamente se ha consultado a los promotores inmobiliarios. ¡Por supuesto! ¿Qué esperaban los señores socialistas? Ya se ha dicho muchas veces que son los promotores inmobiliarios quienes gobiernan actualmente en Alicante. Al día de hoy, esta es una afirmación que nadie discute y todo el mundo acepta con naturalidad. ¿No es, pues, lógico que los técnicos que elaboran el PGOU quieran saber cómo desean la ciudad estos señores? A fin de cuentas, son ellos quienes habrán de construirla en los próximos años.

No me cabe duda de que si los socialistas dejaran de acometerse algún día, para transformarse en una verdadera oposición -algo realmente difícil, por no decir imposible, a la vista de la actual situación- los redactores del PGOU de Alicante les consultarían de inmediato, dispuestos a tomar buena nota de sus observaciones. Pero el problema para Luis Cantallops y su equipo es que no saben a quién deben dirigirse. ¿Acaso tiene algún parecido el Alicante de Carmen Sánchez Brufal con el que dibujan José Antonio Pina y Ángel Franco? ¿Se parecen estas ciudades a la que propugna Pablo Rosser? Para que los técnicos que redactan el PGOU pudieran preguntarles y sacar algún provecho de ello, los socialistas deberían elegir previamente un modelo de ciudad entre el muestrario que ahora exhiben.

Frente a esta dispersión socialista, uno siempre preferirá la unidad de criterio que rige en el Partido Popular. Habla usted con el concejal de Urbanismo, el señor Pamblanco, y advierte al momento que sus ideas sobre la ciudad -e incluso sobre cualquier cosa- están en total correspondencia con las del alcalde Díaz Alperi. Habla usted con Díaz Alperi y el resultado es el mismo que si mantuviera una conversación con Luis Ortiz o cualquier otro importante constructor alicantino. Admitamos que esta singularidad simplifica enormemente las cosas a la hora de redactar un plan de ordenación urbana.

También les ha parecido mal a los socialistas que no se haya contado con los vecinos para la elaboración del PGOU. En mi opinión, sin embargo, ha sido una suerte que las cosas sucedieran así. Suponiendo que los vecinos tuvieran algún interés en intervenir en este asunto -cosa poco probable, dado el carácter de la mayoría de los alicantinos- se hubieran sentido decepcionados. Ahí tienen ustedes lo ocurrido con el soterramiento de las vías del ferrocarril. Después de varios años de interminables reuniones con el alcalde, de escuchar cientos de promesas y anuncios, llegan los presupuestos de Fomento y en ellos no se destina una sola peseta al asunto. Además, los alicantinos están encantados con este plan de ordenación urbana. ¡Ahí es nada edificar, en los próximos años, 50.000 viviendas en una ciudad cuya población no crece ni el uno por ciento anual! En muy poco tiempo, todos tendremos una casa nueva y a unos precios estupendos. Eso, sí, necesitaremos un coche blindado para atravesar el centro de la ciudad.

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