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ANTONI SUBIRÀ | CONSEJERO DE INDUSTRIA, COMERCIO Y TURISMO

Un ultraliberal que protege monopolios

Tiene 61 años y es consejero del Gobierno de Jordi Pujol desde hace 12. Antoni Subirà está casado con Josefa Comas, prima del presidente de la Generalitat. Quizá por ello, el consejero se ha mostrado incombustible en las sucesivas reestructuraciones del Ejecutivo catalán. Subirà está en el círculo de confianza del presidente Pujol, donde ha mostrado tener cintura.

Nacido en Mataró, es ingeniero textil por la Escuela de Terrassa y cursó un master en el Massachusetts Technical Institute. Subirà no se corta en pedir reserva de plaza en el IESE -donde ya fue profesor- para cuando deje la política.

No le importa que le comparen con Manuel Fraga por su afición a los tirantes ni que le identifiquen con la línea más nacionalista de Convergència, partido en el que milita desde 1975. Subirà fue portavoz de CiU en el Parlament de Catalunya entre 1982 y 1989, hasta que ascendió a consejero. Simultaneó durante años su condición de portavoz de CiU con la de presidente de Premsa Catalana, la editora del diario Avui (1982-1987).

Calificado como hombre católico y próximo al Opus Dei, Subirà pasó su calvario personal en 1995, cuando el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) le investigó por presunto cohecho, aunque acabó archivando el caso. Aquel expediente judicial planteaba que el empresario inmobiliario Feliu Massot había liquidado 58 millones de pesetas en avales de una empresa de la familia del consejero , que le fueron concedidos por la Comisión de Ayuda a la Reconversión Industrial (Caric). El empresario Massot consiguió, en aquel tiempo, que la Generalitat recalificara unos terrenos suyos en los que organizó el polígono Mas Blau, de El Prat. El entonces fiscal general del Estado, Eligio Hernández, dio carpetazo al caso y salvó a Subirà, aun reconociendo que apreciaba 'aromas de corrupción' en el asunto.

En 1993, la esposa del consejero constituyó la estación de servicio Zero Set, SL, en Sant Andreu de Llavaneres, de la red de Petrocat, compañía abanderada por la Generalitat.

Cuando en 1999 el caso Turismo estallaba en los juzgados e imputaba al ex director del Consorcio de Turismo de Cataluña por supuesta apropiación indebida, todos miraban al consejero Subirà. Pero él se refugió en una astuta ironía, tanto en el Parlament como fuera de éste. Los grupos de la oposición han pedido su reprobación por el caso Turismo media docena de veces. Su respuesta ha sido el desdén.

Subirà sabía que Pujol le confió las responsabilidades de Turismo porque conocía su habilidad, tras la anterior etapa en la que esa parcela fue competencia de Unió Democràtica. Acusado por la oposición de permitir la desaparición de la contabilidad de todo un año del Consorcio de Turismo, Subirà ironizaba en la sede parlamentaria: 'Hemos puesto un candado en el Consorcio'.

Interpelado sobre los déficit multimillonarios del Consorcio de Turismo, Subirà se explicaba a través de chistes mordaces: 'Uno que va en globo aerostático cae en un campo y pregunta a un campesino: '¿Dónde estoy?'. Le responde el campesino: 'En la tierra'. Y el del globo le pregunta: 'Oiga, ¿usted es economista?'. '¿Por qué?', le pregunta el campesino. 'Pues porque me ha dado una respuesta exacta, pero irrelevante', sentenciaba Subirà ante el perplejo interpelante.

En plena polémica sobre los incendios que asolaron Cataluña en 1998, el consejero reprendía a los parlamentarios de la comisión de Industria: '¿Por qué tengo que escuchar al poder legislativo, si me fío más de lo que me dicen los técnicos?'. Otro día preguntó a un diputado en el más despreciativo de los tonos: '¿Qué es eso del comercio justo?', siendo ésa un área de su departamento.

En esta línea tan distante de la división de poderes acaba de manifestar que el decreto de la Generalitat sobre la red eléctrica en Llagostera tiene más rango que las decisiones de los magistrados del TSJC.

El consejero, con fama de melómano, definió su estrategia político-industrial en favor del ultraliberalismo privatizador (Potasas, Súria K, Taurus...), aunque al tiempo le crecía un sector público único en el mundo, que incluye estaciones de esquí, y daba importantes préstamos a empresarios próximos a CiU, como el industrial Josep Puigneró (1.055 millones).

De su lado se marcharon Anna Birulés, hoy ministra de Ciencia y Tecnología, y Miquel Puig, director general de la Corporación Catalana de Radio y Televisión. Subirà fue criticado por movilizar a los funcionarios de su departamento en actos electorales de CiU en las elecciones de 1999. Su gran paradoja es que pretende ser el apóstol de la liberalización, mientras que su gestión ha protegido importantes monopolios: el eléctrico en manos de Enher-Fecsa y las concesiones de la Generalitat para las ITV (inspecciones técnicas de vehículos) en favor de Agbar.

A pesar de estar enfrentado con los sindicatos de su departamento, les dedicó desde Tarragona la siguiente delicadeza: 'Esta ITV que cumple hoy un año funciona bien porque no depende de los funcionarios'. En los últimos años, con Oriol Pujol Ferrusola como secretario general del departamento, ha sido menos aplicado. Por ejemplo, no apareció en el hemiciclo el día en que se discutían los presupuestos de 2000. El diputado de IC-V Josep Lluís López Bulla le calificó al año siguiente de 'gandul parlamentario'.

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