La risa floja
Qué lástima que no todos los andaluces sean de Almería, que no todo el mundo resida en esta ciudad, porque es injusto que sólo unos pocos podamos disfrutar con esas réplicas españolas de Stan Laurel y Oliver Hardy que son los inefables diputados Hernando y Matarí.
De Rafael Hernando ya hemos hablado aquí en alguna ocasión. Ustedes, aunque no vivan en Almería, lo han tenido que ver alguna vez por la tele, al lado de Aznar, bebiendo directamente de las fuentes del surrealismo. La gente ya no lo aprecia porque está acostumbrada, pero muchos de los momentos más graciosos de la tediosa política nacional se los debemos al presidente y a ese cómico hallazgo de contrastar su gesto trascendente, su entrecejo fruncido y su voz infantilmente ahuecada con un discurso vacío, pero plagado de incorrecciones gramaticales. Qué tío, es mondante.
Nuestra pareja tiene su propio estilo. Hace algún tiempo, cuando en Almería pensábamos que el Euromed, el tren que une el Levante español con el resto de Europa, iba a llegar hasta aquí, yo tuve la fortuna de viajar en avión detrás de Hernando y de su compa Matarí. Venían a dar una vueltecita por la provincia que les ha dado el acta, y a decir, como decían entonces, que sí, que Almería iba a tener el Euromed. En aquel viaje, aparte de reírme como no me he reído en mi vida oyéndolos hablar de sus cosas, me enteré de que fueran cuales fueran sus declaraciones públicas, el Gobierno del PP jamás conectaría nuestra provincia con ese tren. Me enteré porque Hernando y Matarí, aparte de ser supergraciosos, hablan muy alto. A mí me entró la risa floja.
Pero también actúan solos, en ruedas de prensa o intervenciones parlamentarias que nos alegran la semana. Cuando nos quitaron el único expreso que teníamos para ir a Madrid, Hernando salió en la tele disfrazado (¿o era su camisa?), y dijo que nos habían quitado el expreso porque estaba obsoleto y porque los almerienses no merecíamos tan poco confort. Otro día salió todo triunfante para decir que habían quedado atrás los tiempos en los que ir de Almería a Madrid en Talgo llevaba siete horas largas. Con las mejoras que hemos introducido en el servicio, dijo, a partir de hoy se tardará seis horas y cuarenta y cinco minutos; cincuenta si hay retraso. Hace unos meses, poco después de que Iberia subiera a cuarenta y cinco mil pesetas (271,10 euros) los dos únicos vuelos que nos unían con Madrid, Hernando negoció con la compañía y la doblegó. Desde entonces en vez de dos vuelos a 45.000 pesetas, tenemos cuatro.
Matarí, no se crean, también tiene su punto cuando actúa sin la compañía de su pareja. El pasado miércoles, Francisco Contreras, diputado del PSOE por Almería, presentó en el Congreso una proposición no de ley para que el Gobierno popular hiciera lo que no hizo el socialista: electrificar la línea ferroviaria Madrid-Almería, poner un expreso confortable o un tren diurno que reduzca de verdad la duración del viaje. Entonces tomó la palabra Matarí y dijo que el Gobierno considera injusto concedernos a los almerienses una petición que pertenece a otro tiempo. Aquí, en el pasado remoto, nos entró la risa floja.
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