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Reportaje:

Los inventos del 'profesor Sabatés'

El Colegio de Ingenieros Técnicos Industriales de Barcelona compra los originales del dibujante del 'TBO'

¿Que el suelo de su casa no queda suficientemente limpio? No se preocupe. Con un sencillo mecanismo que incluye un perro galgo y una liebre de cartón puede construir una efectiva escoba automática. ¿Que en su casa no hay luz eléctrica, le gusta leer por la noche y lo tiene que hacer con una vela? No hay problema si se queda dormido. Un sencillo mecanismo ideado por el profesor Franz de Copenhage le apagará la vela gracias a la fácil conexión de un fuelle con un reloj de pared. Así de simples y efectivos eran Los inventos del TBO, la sección que representó uno de los emblemas de la célebre publicación infantil junto a la propia cabecera, la familia Ulises y los naúfragos de Coll.

La popular serie ha fijado en el lenguaje el concepto invento del tebeo como sinónimo de aparato inútil, aunque de manera un tanto injustificada. Los inventos siempre respondían a necesidades concretas, aunque es cierto que el complejo sistema que se escogía para satisfacerlas no siempre era la opción más sencilla.

Así puede comprobarse en la exposición Los Inventos del TBO, que esta semana se ha inaugurado en el centro cívico de Can Ginestar en Sant Just Desvern. Más de 50 páginas originales de Los inventos del TBO, dibujadas por Ramón Sabatés (Llinars del Vallès, Barcelona, 1915) a lo largo de 25 años fueron puestas la venta en una iniciativa destinada a ayudar al matrimonio Sabatés, que en la actualidad vive en una residencia para la tercer edad de la localidad de Sant Just Desvern.

Para saber el resultado de la iniciativa no ha sido necesario esperar hasta el 10 de octubre, día en que se clausurará la exposición, ya que excepto unos pocos originales que adquirieron particulares, toda la exposición en bloque fue adquirida el mismo día de la inauguración por el Colegio de Ingenieros Técnicos Industriales de Barcelona. La entidad no desveló el importe global, aunque aseguró que había pagado el precio solicitado por el dibujante para cada original, unas 35.000 pesetas. Su intención es conservar el conjunto de originales y realizar una labor divulgativa de la obra de Sabatés, cuya formación de perito mecánico le sirvió enormemente a la hora de idear los inventos. En el lote adquirido se encuentran también diversos libros-juguete, una de las insólitas especialidades de Sabatés.

El dibujante es uno de los más prolificos de toda la historia del TBO, ya que empezó a colaborar con la publicación en el año 1930. También realizó numerosas portadas de libros, álbums de cromos y todo tipo de ilustraciones. En la actualidad, problemas de salud le han apartado de la práctica del dibujo.

Los inventos del TBO, que en distintas épocas se han llamado también Los grandes inventos del TBO y Los inventos prácticos de TBO, empezaron a publicarse hace 70 años. El primer dibujante que se hizo cargo de ellos fue Nit, que presentaba en uno de sus primeros inventos un equipo individual de campaña. En la ilustración aparecía un soldado pertrechado con armamento, teléfono, cama, periscopio y otros útiles que completaban su intendencia. Siguiendo el baile de autores característico en varias de las series de la publicación, Los grandes inventos del TBO pasaron por diversos lápices. Junto a Sabatés y Nit, los dibujantes Benejam, Tínez, Tur, y Serra Massana también trabajaron en la sección. Parece ser que el editor Buigas, gran alma del TBO, quiso que los inventos tuvieran una imagen personificada y así se creó el profesor Franz de Copenhague. Serra Massana en los años treinta le dio ese rostro de hierática expresión nórdica.

Además de ser un logotipo identificativo de la serie, el profesor protagonizó diversas historietas. Benejam lo envió a África junto a sus robots Sharp y Flertz, a los que muy castizamente denominaba 'autómatas'. En una alarde del localismo internacionalista muy propio del TBO, el autor hacía bailar una sardana a los robots en agradecimiento a los marineros del Copérnico, buque con el que se embarca hacia el continente negro.

Antes de la llegada de Franz de Copenhague, hubo otros personajes que optaron a la presentación de la serie. La imagen de estos antecesores se encontraba más cerca de la de la mascota del analgésico Cerebrino Mandri, que a la 'moderna' presencia del científico sueco.

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