Relaciones más que peligrosas

Cuando a los 20 años asistió a una representación de Las criadas, de Jean Genet, José Triana (Hatuey, Cuba, 1931) recibió el impacto de una carga de profundidad: había entrado como espectador y salió convertido en potencial autor de teatro. Trece años más tarde moldeó su obra más representada con los rescoldos de aquella inolvidable tarde de teatro. Los protagonistas de La noche de los asesinos son Lalo, Cuca y Beba, hermanos de entre 20 y 30 años que se encierran en un sótano de su casa para jugar a matar a los padres. En una representación dentro de la representación, el trío revive las discusiones de su familia -fatalmente avenida-, asume múltiples papeles y salta continua e inopinadamente de uno a otro: el hijo es él mismo, pero además encarna a la madre que hubiera preferido no tenerlo, y al padre que no sufre a su esposa; las hijas incorporan también a un par de vecinos fastidiosos, a los policías que descubren los cadáveres de los padres, al magistrado que preside el juicio... El ritual, bronco y despiadado, pronto se desprende de la matriz genetiana y adquiere su propio vuelo tortuoso y requebrado. Leída en clave simbólica, esta obra marcó el comienzo de las desavenencias entre el régimen cubano y su autor, quien en 1980 se exilió en Francia. La edición de Daniel Meyran incorpora cubanismos y giros que no estaban en la original, una biografía y fotos de montajes memorables de La noche de los asesinos.