Moral y religión
La situación actual es producto de una 'legalidad' (acuerdos con el Vaticano de 1979), pero ¿tiene 'legitimidad'? Según la Constitución (artículo 16), ninguna confesión tendrá carácter estatal, pero: 'Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española'. En ese momento, los gobernantes (por sus creencias) extienden la situación de privilegio de la Iglesia católica a la nueva situación política, amparándose en que la mayoría de los españoles son católicos. ¿Pero es que se podía ser otra cosa en la España del nacionalcatolicismo? La aconfesionalidad constitucional se traduce así en un proselitismo católico: presencia en los medios de comunicación, en actos oficiales, subvenciones económicas, presencia en el sistema educativo a costa del erario público, etc. ¿No es posible modificar una ley?
La Iglesia dice que en las clases de Religión no se adoctrina sino que se enseña moral. No entraremos en eso para no hacer como ellos, que además de controlar sus clases quieren controlar lo que hacen los alumnos/as que no eligen religión. No olvidemos los conflictos que la Iglesia ha generado sobre: ética, estudio, talleres, cultura religiosa, etc. Exigen libertad para los alumnos que optan por Religión Católica pero quieren 'controlar' la libertad de los que no la eligen.
Desde la Iglesia se extiende la idea de que sin clases de religión no hay educación moral. ¿No hay moral fuera de la Iglesia católica? ¿Tiene la religión católica la exclusividad sobre la moral? ¿Fundamentalismo católico? Confunden moralidad con catolicismo ignorando que en la enseñanza hay una educación en valores que impregna todas las áreas, una moral y ética humanas, al margen de la religión. ¿Es que no es posible aprender a distinguir entre lo que está bien y lo que está mal sin necesidad de la religión?
Las creencias religiosas forman parte de la conciencia, siendo la familia y la parroquia sus ámbitos naturales de enseñanza, debiendo quedar al margen de la Enseñanza Pública (aconfesional). Así se acabaría con la discriminación que a veces sufren los alumnos/as que no eligen Religión y se potenciaría la libertad religiosa que la Constitución proclama, claro que la libertad da miedo, y el miedo de la Iglesia católica es perder esa situación de presencia en la Enseñanza Pública. Sin ella, seguramente, perdería poder social y grandes subvenciones económicas.
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