El día del honrado gregario
Gárate, el corredor vasco del Lampre, gana en Vinaròs bajo un diluvio
Se abrieron los cielos y cayó el diluvio sobre la costa. La gota fría. Asustados por el agua, los jefes de la jornada, sprinters acompañados de equipos apisonadora, declararon la etapa como el día del honrado gregario. A la enmienda se sumaron los escaladores y demás hombres fuertes de la carrera, que ya empezaron a pensar en el día siguiente, en la etapa que hoy terminará en el insólito alto de Aitana, el techo de Alicante, allí donde entre la aridez sólo hay un destacamento militar, la penúltima llegada en alto.
A un gregario se le distingue porque tiene, al final de la etapa, la frente llena de mosquitos estrellados. Es una exageración. Pero no tanto. Es una descripción de Txente García Acosta, gregario nato, hombre de los primeros kilómetros esta Vuelta, de los que nunca salen por televisión. 'Siempre estoy de rotación', bromea; 'rotando en la cabeza del pelotón, abriendo la marcha, matando mosquitos con la frente'. Txente, navarro duro, también es un habitual de las fugas consentidas en el Tour y hasta ha ganado una etapa, pero ayer no era del grupo que llegó a Vinaròs con unos minutos de ventaja.
Otros dos compañeros suyos del iBanesto.com, Odriozola y Domínguez, gregarios circunstanciales en una Vuelta a la que no han llegado con sus mejores fuerzas, se dedicaron a la faena de escaparse para asegurarse la victoria por equipos con los minutos logrados. Había también cazadores de etapas en la fuga de 14, hombres en horas bajas, italianos sobre todo (Commesso, Elli, Piccoli); también jóvenes en busca de reconocimiento y corredores de equipos modestos.
También estaba Juanma Gárate, de Irún (Guipúzcoa), apellido de goleador, joven de clase cuando amateur (tiene aún el récord de la Subida a Gorla, una de las clásicas famosas del calendario español: el anterior lo tenía Santi Blanco), emigrante a la fuerza, gregario por obligación pese a su talento. No encontró equipo profesional en España y se fue el año pasado a Italia, al Lampre, en el que ha crecido y se ha hecho. Tiene 25 años y este año, en el Giro, se ganó la confianza absoluta de su jefe y ganador final de la maglia rosa, Gilberto Simoni. Ayer, a seis kilómetros de la llegada, se enganchó prácticamente a la rueda de Domínguez, que abría camino después de decir adiós a los otros 12, y allí siguió hasta que, a falta de 300 metros, el vallisoletano, que declaró que anda tan rápido 'como un tractor', le abrió la puerta y le dejó pasar. El Lampre justifica así su viaje a la Vuelta y se convierte, junto al Telekom, en el único equipo que ha ganado esta temporada etapas en el Giro, el Tour y la Vuelta.
La lluvia frustró el sprint (ha habido sólo tres esta Vuelta, en las primeras etapas), la última oportunidad de Freire para irse a casa con la agradable sensación de haber derrotado a Zabel (ganador de las tres llegadas masivas). El ciclista cántabro, que parece nacido en Italia por su amor a las clásicas, ha cumplido en esta ronda, que ayer abandonó, su ciclo más largo al disputar 14 etapas consecutivas. Su anterior marca era de ocho. La París-Tours y, sobre todo, el Mundial, le reclaman.
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