Los terroristas apuñalaron a dos azafatas
El diario Los Angeles Times publicó ayer el testimonio telefónico de una de las azafatas que formaba parte de la tripulación del vuelo 11 de American Airlines, uno de los dos aparatos que se estrellaron contra el World Trade Center, que describe los últimos momentos de horror vividos por los ocupantes del aparato. El Boeing 767 había salido de Boston hacia Los Ángeles y transportaba a 81 pasajeros, nueve azafatas y dos pilotos. El diario cita documentos del FBI a los que ha tenido acceso, y publica la transcripción de una llamada de Madeline Amy Sweeny, azafata, a Michael Woorward, uno de sus superiores en Boston. Madeline Sweeny, de 35 años y madre de dos niños, trabajaba en American Airlines desde hacía 12 años.
'El avión ha sido secuestrado', anunció, y añadió que dos azafatas habían sido apuñaladas. 'Un pirata ha cortado la garganta de un pasajero y parece muerto', añadió. Sweeny guardó sangre fría suficiente para transmitir el número de ciertos asientos de los piratas, aunque algunos no coinciden con los asignados a los secuestradores en los billetes que compraron.
La conversación será uno de los elementos importantes de la investigación. Los investigadores han identificado a cinco sospechosos de ser los piratas que secuestraron el vuelo: Satam al Suqami; Waleed M. Alsheri; Wail Alsheri; Mohamed Atta y Abdulaziz Alomari. Sweeny aparentemente sólo vio a cuatro de los cinco hombres. Todos ellos eran árabes, dijo Sweeny. Tres de ellos, dijo, estaban sentados en clase business y 'uno hablaba muy bien inglés'. Mientras ella efectuaba la llamada, los terroristas estaban tratando de tomar los controles del aparato. 'Acaban de intentar entrar en la cabina', dijo. En ese momento Sweeny trató de contactar con la cabina, pero no obtuvo respuesta. Uno de los agentes del FBI que conoce el testimonio señaló que 'Sweeny no perdió el control y dio muchos detalles; es impresionante cómo pudo hacerlo'.
La última pregunta de Michael Woodward fue si sabía dónde estaba en ese momento. Sus últimas palabras fueron: 'Veo agua y edificios. Oh, Dios mío, Dios mío'.
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