Casero da un gran paso
Tercer triunfo de Jiménez, mientras Sevilla aumenta en sólo cuatro segundos su ventaja sobre el valenciano
La cronoescalada, una prueba que finalmente no ofreció el aclarado esperado en la clasificación general, se vivió en el aparcamiento de la meta. Son las 17.20 horas. Hace un minuto que Óscar Sevilla, el líder, el último en tomar la salida y en llegar a la meta, ha terminado la prueba. En el Mercedes del iBanesto.com, Eusebio Unzue y José Miguel Echávarri, sentados en los asientos delanteros, los dos juntos, cronómetro en mano, papeles con anotaciones, minutos, segundos y décimas, la radio atronando a todo volumen, proclamando la increíble victoria del Chava con aires estridentes, energúmenos o pomposos, según las voces, sonríen, se dan la mano y salen a la calle a vocear su felicidad.
Normal.
El Chava, el volátil escalador, ha ganado la carrera, ha ganado su tercera etapa en la Vuelta 2001, la quinta del iBanesto.com, la república de escaladores que no ha dejado, hasta ahora, ninguna llegada en alto sin la huella de su victoria. El Chava ha ganado con claridad, como lo que es, el corredor más en forma de la Vuelta, el ciclista que corre a otro nivel, literalmente, su reino no es de este mundo. El Chava ha ganado por delante de su paisano de El Barraco, de Carlos Sastre, del chaval que se ha casado con su hermana, del ciclista que, como él, salió del equipo de juveniles creado por Víctor Sastre, padre real de Carlos, padre deportivo del Chava. Tercero fue Rubiera, resucitado para la Vuelta después de que una gripe y unas fiebres le tuvieran disminuido durante unos días. Por detrás de ellos llegaron los que pueden ganar la Vuelta.
Unos metros más allá del Mercedes blanquiazul, estaba aparcado el Mercedes blanquiverde del Kelme. El coche de Vicente Belda. Cara de funeral. ¿Normal? Sevilla, su líder, el líder de la Vuelta aún, ha aguantado el liderato del asalto de Casero, el ciclista que sonreía en el Envalira, el corredor más consciente de sus fuerzas. Más aún, después de empezar perdiendo 4s en los siete primeros kilómetros, la zona del falso llano ascendente, viento de espaldas.
Sevilla, que prefirió un desarrollo tirando a ligero, plato grande de 51 dientes, pequeño de 41, y un 12 de piñón mínimo, 23 de máximo, ese Sevilla que pedaleaba potente, buscando acoplarse, perdía 4s con respecto al valenciano. Mejor todavía, cuando la crono fue de verdad escalada, Sevilla igualó a Casero, y ya en el final, cuando contaba la regulación de fuerzas, la adaptación del hombre al medio, cuando la ligereza de escalador de Sevilla debía dar cuenta de la fortaleza y el peso de rodador de Casero, le superó por 4s. ¿Por qué tan triste, Belda?
Casi desde ahí, desde la ventanilla de Belda, se veía la radiante, la amplia sonrisa de Juan Fernández, se oía el estruendo de su alegría, las carcajadas animadas del director granadino-vitoriano en el Peugeot del Festina. ¿Normal? Casero, del que decían que hoy no sólo conquistaría el liderato sino que, de paso, ganaría la etapa, había terminado octavo, por detrás de todos los favoritos, del Leipheimer que resiste, del Sevilla que aguanta. Casero, con un plato más grande, de 52 dientes, y un piñón más pequeño, de 11 dientes, forzó la marcha en los falsos llanos, después reguló como pudo. ¿Por qué la alegría de Fernández?
Alejandro, veterano mecánico del Festina, lo explicó todo. 'Es la teoría del 92', dijo. Luego recordó cómo aquel año Tony Rominger, en el Clas de Juan Fernández y Alejandro, estuvo agazapado toda la Vuelta. Sólo dio un golpe, pero certero. Fue en la contrarreloj final, el sábado en Fuenlabrada, víspera de la última etapa, sobre el pequeño Montoya. 'Ahora pasará lo mismo'. La teoría parece plausible. Gracias a no alcanzar el liderato, Casero viajará las próximas etapas en carroza, sin responsabilidades, el pelotón controlado por un ya fatigado Kelme. En las dos llegadas en alto que quedan, Aitana y Abantos, Casero, que está fuerte, minimizará las pérdidas y en Madrid, el último domingo, en la contrarreloj final, ganará la Vuelta. Claro, que es una teoría sencilla para una Vuelta que si algo tiene es continuos subes y bajas. Y en la que aún está el Chava.
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