Evasión y música
Varios aristas famosos actúan en el tradicional concierto para los presos de la cárcel de Sevilla
Jorge y César son hermanos y ayer se reencontraron en el Centro Penitenciario de Sevilla. Según César, no se habían visto antes porque él está en el módulo de cumplimiento y su hermano, Jorge, en el de preventivos.
Ayer, Jorge y César Cadaval, Los Morancos, se encontraron en prisión, pero sobre las tablas de un escenario, en el patio, y sus destinos carcelarios no fueron más que un chiste con el que se partían de risa los cerca de 1.000 internos que asistían al espectáculo con el que las fiestas de La Merced, patrona de las prisiones, llegan a su punto más esperado.
Junto a los famosos humoristas trianeros, que hicieron las veces de presentadores, ayer fueron a echar la tarde con los presos muchos artistas: José Manuel El Mani, Cantores de Híspalis o Siempre Así, entre otros.
Tras el escenario, los funcionarios que organizan el concierto, locos por los nervios para que todo salga bien, como casi todos los años. Junto a ellos, otro Cadaval, Diego, que junto a sus hermanos recogió el testigo de su padre, Juan, que siempre anduvo involucrado en estos menesteres.
Más atrás, agazapado junto a una pared, casi escondido, atendía a la música el alma mater del acontecimiento: el padre Leonardo, delegado arzobispal de Cáritas, organizador de estos conciertos en la cárcel desde hace tanto tiempo que ni él mismo recuerda y sargento primero a la hora de poner firmes a los artistas que convoca para que participen. Don Leonardo recuerda las primeras actuaciones, aún en la antigua prisión Sevilla 1, cuando participaron Chiquetete, Los Romeros de la Puebla o Paco Gandía.
Situación penitenciaria
Frente al escenario, los presos. Unos 1.000 internos, separados por situación penitenciara. Mujeres, preventivos, cumplimiento y, los más contentos, los que tiene pareja o familia entre los encarcelados, juntos por un rato. El público, cada cual con su historia, con su drama personal, apartada por un rato para evadirse y disfrutar de atracción tan señalada que sólo ocurre de año en año.
Isabel Garrido, una de las internas, echa de menos a sus hijos, que están en Huelva, pero reconoce que 'el concierto está muy bien, ayuda a distraerse, es una pena que no se celebren más a menudo'. Su compañera Francisca Bongiovanni, agradece que 'gente tan famosa' venga a verles a prisión y les haga pasar un rato alegre.
El Mani, que ya es un clásico de este acto con sus cuatro o cinco participaciones, cree que su aportación sirve 'para romper la monotonía de los presos, que es muy dura'. 'Por ellos merece la pena venir aquí a echar un rato. Se nota que lo agradecen un montón', dice.
Jorge Cadaval cree que los internos, pese a sus tremendas historias, 'tienen derecho a pasar un rato agradable' y recuerda el credo de su padre Juan: 'Los amigos se notan cuando uno está enfermo, tieso de dinero o en la cárcel'.
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