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Reportaje:

El fantasma y 38 personajes más buscan su rostro

Más de 600 aspirantes pugnan por intervenir en el célebre montaje de Andrew Lloyd Webber

El teatro Lope de Vega va a estrenar una nueva versión del musical El fantasma de la ópera, de Andrew Lloyd Webber, en marzo del año próximo. Por ahora es lo único decidido sobre el asunto. No se sabe nada, por ejemplo, del plantel de cantantes que volverá a poner de actualidad esta historia clásica de amor y locura entre un genio feo y una bella con afán de medrar. El cartel es un enigma, entre otras cosas, porque los responsables de la producción, CIE España, aún no han elegido a quienes encarnarán al compositor Erik, a la guapa cantante Christine, a su novio Raoul de Chagny y al resto de personajes de este drama llevado al cine y al teatro en mil y una ocasiones. Para eso estaban ayer en el Círculo Catalán, en el tercer día de pruebas, numerosas personas de edades distintas, incluso de generaciones diferentes. Esta semana se han presentado más de 600 aspirantes.

En estas audiciones, ni la experiencia ayuda a mantener la calma

Todos se la juegan en una audición. La importancia de la prueba se notaba en el ambiente, electrizado por la tensión. En ese trance, ni la experiencia ayuda a mantener la calma.

Así, Emilio, que tiene 60 años y lleva cantando 'toda la vida', se dejó invadir por los nervios. Para empezar, tuvo que cantar fragmentos de una pieza que no le gustaba demasiado, y, encima, tardó algo en sincronizar con el pianista, su único apoyo durante la prueba además de la partitura. 'Uno siente nervios en cualquier prueba. Hay gente mirando y por mucha costumbre que tengas estás un 30% por debajo de tu capacidad real', explicó. Emilio es un hombre espigado y de ojos verdes que no parece tener 60 años, ni por asomo.

Una de sus compañeras de sufrimiento es Esmeralda, de 28 años, que ayer era el ejemplo perfecto de los estragos que puede causar el nerviosismo. Esmeralda acababa de aterrizar en Madrid proveniente de Lanzarote para hacer la prueba y, al poco de llegar, se dio cuenta de que se había olvidado la partitura. Menos mal que llevaba con ella su talismán, un elefante de colgar con la trompa hacia arriba, que si no habría sido el acabose. Esmeralda estaba decidida a no confesar su descuido hasta que llegara el momento de cantar, no fuera a ser que le costara la oportunidad.

Otro que intentaba apaciguar el desasosiego era Carlos, de 30 años. 'En una prueba como ésta lo más difícil es la concentración, porque las canciones ya las conoces de sobra y las tienes preparadas; hay que intentar que no te traicionen los nervios en ese minuto de gloria', destacaba. Carlos lleva siete años probando suerte en el teatro musical y su único amuleto es 'la concentración', según decía con insistencia poco antes de interpretar.

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Tampoco era novato en las pruebas musicales Marcos, de 29 años, otro de los aspirantes. Estudia canto desde hace año y medio y, en cuanto supo que le habían preseleccionado para la audición, 'secuestró' a su profesor para ponerse a tono. Marcos tiene experiencia en la zarzuela y paga las facturas gracias a los 'trabajillos' que realiza como actor. Aseguraba no estar nervioso, porque a él le agobian más las pruebas preliminares que el momento de cantar. 'Hoy sé que voy a cantar e intentaré transmitir seguridad', manifestó antes de entrar a la audición. La única desconfianza de Marcos procedía del perfil requerido. 'Hay que encajar en el patrón; no es necesario ser alto y guapo, pero no quiero que me pase como en una prueba de figuración a la que me presenté en el Teatro Real, en la que no me cogieron como soldado porque medía menos de 1,80 metros y me desecharon como monje porque superaba el 1,60', recordaba.

Poco después, una mujer pronunció su nombre y sus apellidos. Esa llamada significaba el paso a otra antesala, donde había una alfombra roja y ya no podía entrar nadie más que los cantantes, de tres en tres. Esa espera era aún más agobiante. Marcos repasaba la partitura. Esmeralda se atusaba los cabellos. El momento de la verdad había llegado. La protagonista elegida será 'monísima' y cantará 'como los ángeles', según explicaron las personas encargadas de la selección de los aspirantes. Del fantasma importará sólo la voz, porque en el espectáculo lucirá un rostro deformado. Él y sus 38 compañeros de aventuras tendrán que demostrar una gran resistencia, porque 'estarán cantando casi todo el tiempo' sobre las tablas.

Una de las aspirantes, durante la audición para la obra <i>El fantasma de la ópera</i>.
Una de las aspirantes, durante la audición para la obra El fantasma de la ópera.CARLOS YAGÜE

El esplendor del musical

El género musical vive un momento de esplendor en la cartelera teatral madrileña. Basta con echar un vistazo al periódico para ver que se anuncian, al menos, seis espectáculos donde la música cumple un papel preponderante. Andrés Pajares y Joaquín Kremel protagonizan La jaula de las locas, en el teatro Nuevo Apolo. En el Lara, dos Hermanos de sangre entrecruzan sus biografías con un resultado devastador. Carlos Hipólito encabeza el elenco de actores, cantantes y bailarines de Historia de un caballo: el musical que se estrena mañana, viernes, en La Latina. También está a punto de dar el do de pecho la infatigable Concha Velasco, en Hello, Dolly!, obra original de Michael Stewart y Jerry Herman, pero con unas canciones a las que ha puesto letras Víctor Manuel, en el teatro Calderón, a partir del 26 de septiembre. Paloma San Basilio y José Sacristán retornarán al teatro cantado con My fair lady, el 17 de octubre, en el reformado y ampliado Coliseum. Y, entre tanta llegada, hay un adiós: el del musical La bella y la bestia -que precisamente dejará el sitio a El fantasma de la ópera en marzo, dirigido por Arthur Masella- en el Lope de Vega. El fantasma de la ópera se estrenó por vez primera en el Her Majestic's Theatre de Londres en 1986 y llegó a Broadway dos años después. 'El espectáculo es muy parecido, físicamente, a las producciones que hemos hecho en otros países. Lo que cambia es la cultura de cada país, que influye en el estilo de los actores y, por lo tanto, en la obra', señaló el director Arthur Masella.

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