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Una inspectora de carrera fulminante

Pilar Valiente llegó a presidir la CNMV tras haber prestado favores políticos al Partido Popular

Con la dimisión presentada ayer, Pilar Valiente, 45 años, quiebra una carrera profesional que había dado pasos de gigante desde que el PP ganó las elecciones, en el año 1996. En cuanto tuvo oportunidad, se colocó bajo la sombra del vicepresidente segundo y ministro de Economía, Rodrigo Rato, el mismo que ha servido ahora su cabeza en bandeja por sus implicaciones en Gescartera.

Pilar Valiente no es persona de medias tintas. Quienes la conocen, o la adoran o la crucifican sin piedad. Nadie se muestra indiferente. Cuando, a propuesta de Rato, el Gobierno la nombró presidenta de la CNMV, a finales del pasado año, uno de los cambios más comentados fue que en su despacho nunca faltaban varios jarrones con flores frescas. En ese ambiente tan agradable, Valiente comunicó uno por uno a los técnicos que trabajaban con su antecesor que había decidido mandarles lo más lejos posible.

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Para la ex presidenta de la CNMV la puesta en escena es importante, incluso más que el trabajo mismo. Entre sus antiguos colegas de la inspección de Hacienda fue muy comentada una fotografía que se publicó en febrero de 1996 en varios periódicos, donde aparecía Valiente envuelta en un imponente abrigo de pieles. Allí estaba, junto a otros inspectores en huelga, a la puerta del Ministerio de Hacienda para exigirle al entonces ministro Pedro Solbes un aumento de sueldo.

Era casi el final de una etapa reivindicativa, precedida de una huelga de celo de la inspección de Hacienda, cuyo objetivo fue contribuir a la asfixia del Gobierno del PSOE. Valiente lideró la asociación de inspectores Apife, al tiempo que trabajó en casos tan sonados como el de Filesa. A finales de 1992 fue nombrada perito junto a otros dos inspectores para colaborar con el juzgado en el esclarecimiento de la trama de financiación irregular del PSOE.

Valiente tiene aquí otro de sus momentos estelares. En otra famosa fotografía de la época, la entonces inspectora aparece en la parte trasera de un coche, con gafas oscuras y gesto serio, camino de la sede socialista de la calle Ferraz de Madrid para efectuar un registro. Su relación con Rato le viene de entonces. El ahora vicepresidente cogió la presa y no la soltó hasta varios años después y Valiente le dio el apoyo que necesitaba.

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¿Hizo bien su trabajo? De Pilar Valiente se pueden decir varias cosas. Por ejemplo, que sabe relacionarse muy bien cuando quiere, que tiene gancho con los hombres o que se gasta un dineral en ropa y joyas de un gusto muy convencional. Pero nadie entre las personas consultadas la señala como una persona trabajadora y bien preparada. De hecho, mientras ella gastaba energías en procurarse un buen futuro político, los otros dos peritos del caso Filesa hacían el trabajo más gris.

El PP ganó las elecciones y Rato se acordó de ella. La nombró directora general de la Inspección. Era el momento de poner en práctica las ideas por las que tanto había luchado pero, otra vez, le perdió su vena conspirativa. Enredó a Rato en el famoso fiasco de la amnistía fiscal del PSOE, una acusación que no prosperó y que le costó el puesto a su entonces jefe más directo, Jesús Bermejo.

En medio de la gran bronca política que se organizó, ambos fueron descubiertos de noche en su anterior despacho, la Unidad de Represión y Vigilancia del Fraude Fiscal, por donde habían pasado los casos más famosos e importantes de la época. ¿Fueron a buscar expedientes de fraude que ellos mismos habían dejado prescribir? Nunca se llegó a saber, pero sí quedó claro que aquella denuncia infundada se les volvió en contra.

Al cabo de unos meses sin destino cierto, Rato se volvió a acordar de ella para la CNMV. La nombró consejera (1998) y su principal ocupación entonces fue moverle la silla al presidente Juan Fernández Armesto. Los enfrentamientos en torno a la reapertura de un expediente ya cerrado a Juan Villalonga, ex presidente de Telefónica, y después con el caso Gescartera, son los dos momentos más críticos en la relación entre ambos.

¿Por qué Valiente se enreda en el caso Gescartera? No parece que un pañuelo más en su amplio vestuario sea la causa. ¿Lo hizo por amistad con Enrique Giménez-Reyna, el ex secretario de Estado de Hacienda? Valiente aprobó las oposiciones a la inspección en 1983, bastante después que Giménez-Reyna y éste no es del círculo de amigos inspectores con que aún cuenta Valiente. ¿Defendía otros intereses? La ex presidenta de la CNMV se enfrenta ahora a estas preguntas a cara descubierta y sin los escudos protectores con que siempre ha contado.

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