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OPINIÓN DEL LECTOR
Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

'Agresiones' en el cine

La mayoria de las situaciones de contaminación acústica analizadas o denunciadas por las asociaciones de vecinos o por organizaciones ecologistas se refieren a las originadas por actividades molestas o bien por infraestructuras de comunicaciones, principalmente carreteras y autovías. Sin embargo, a la vuelta del verano, de las vacaciones, uno ha podido quizás, comprobar que el ruido molesto está también presente en estos ámbitos del descanso y el ocio; y en muchas ocasiones, con mayor profusión, si cabe. Seguramente entonces nos damos más cuenta de lo importante que es vivir alejados, nunca mejor dicho, del 'mundanal ruido'. Es en esta armonía más o menos conseguida cuando de repente nos topamos con las motos acuáticas y sus infernales decibelios, con los bares de copas bajo nuestro apartamento, con los aeroplanos de propaganda pasando por encima de nuestras cabezas, etc.

Todos los que vamos al cine hemos vivido y vivimos continuamente el ruido excesivo en los mismos. El asunto está ligado a los nuevas salas dotadas de esos sofisticados sistemas de sonido y a las películas de acción. Cuando proyectan este tipo de películas, que ya de por sí registran sonidos trepidantes generados por gritos, explosiones, máquinas, efectos especiales, transformaciones fantásticas, etc., lo hacen a un determinado volumen recomendado por los productores o las empresas suministradoras. Este volumen es elevadísimo.

La revista OCU-Salud, en su nº 34 de Febrero-Marzo, expuso unas investigaciones que constatan con datos lo que todos sabíamos: que cuando vamos al cine a ver determinadas películas nos vemos expuestos durante 90, 120 o 150 minutos a una agresión acústica en toda regla. Los resultados de la investigación barajaban niveles sonoros medios superiores a los 72,8 decibelios con máximos de hasta 122,1 decibelio. Aunque dicho estudio se haya realizado en Madrid, es perfectamente extrapolable a bastantes cines del gran Bilbao y del País Vasco en general. En general, del estudio se extrajo la conclusión de que el volumen se mantenía bastante constante durante toda la proyección, pero, no parece aceptable a los profesionales de la materia que en todas la películas los picos, o valores máximos, superaran el nivel médico de riesgo de 90 decibelios.

Según dicho informe, convendría bajar el volumen de las películas, situar el nivel medio en torno a 75 decibelios y los picos no debieran ir más allá de 90 decibelios. Bien harían los departamentos competentes en la materia en realizar este otoño un estudio previo de la situación y, sin dilaciones, dictar alguna normativa que vele por nuestra salud y nos prevenga de tanta sonoridad impuesta sin nuestro consentimiento.

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