Cádiz, polvorín nuclear
El submarino nuclear Tireless se fue, pero otros continúan viniendo a la base de Rota. También vienen portaaviones y aviones que llevan, muy probablemente, armamento nuclear a bordo. Además, se sospecha que en la base existen almacenadas, de forma permanente, entre 90 y 120 ojivas atómicas dispuestas a ser embarcadas en naves militares en caso de que Estados Unidos lo crea conveniente. En las cercanías de Rota ha habido accidentes, sin consecuencias, de submarinos atómicos. Con la ampliación de la base, es posible que tengamos, también de forma permanente, submarinos atómicos fondeados en sus muelles. Y encima, es sabido que a Rota apuntan directamente los misiles nucleares rusos. Y todo esto sin contar, por poner otro ejemplo, la participación de la base de Rota en el engranaje tecnológico de la nueva 'guerra de las galaxias' o escudo antimisiles. La Bahía de Cádiz es un polvorín nuclear.
Pero el problema no es sólo lo que a nosotros nos toca, es decir, el grave peligro que corremos todos los gaditanos, sino que las armas nucleares, en sí mismas, son armas inhumanas y de un poder destructivo inmenso. Éticamente no debemos tolerarlas ni ser cómplices de su utilización. No comprendo, lo digo claramente, cómo el PSOE y el PP pueden estar contra ETA y la kale borroka y no estar contra las armas nucleares. Los crímenes de ETA son, desde luego, condenables en todos los sentidos, pero ¿qué pasa con los gobernantes que fabrican, son cómplices y amenazan a cientos de miles, millones de personas, con armas atómicas?
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