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Castells subraya el desconcierto de los gobiernos ante la globalización

Concluye el 14º congreso de la red europea sobre ética y negocio

Cristina Vázquez

Los gobiernos son tan responsables de la globalización como las empresas. 'El aprendiz de brujo ha dejado al genio fuera de la botella y ahora no sabe qué hacer', dijo el sociólogo Manuel Castells el viernes en Valencia refiriéndose a la falta de instituciones políticas capaces de gestionar la globalización. El sociólogo, que clausuró el congreso sobre ética en los negocios organizado por la fundación Étnor, citó como debates pendientes la regulación de los mercados financieros o el impulso de un plan Marshall tecnológico.

El sociólogo rompió en la clausura del 14º congreso anual de EBEN (Red europea de ética en los negocios) los tópicos sobre la relación entre sociedad y empresa. 'No es cierto que lo bueno para la empresa no lo sea para el resto del mundo', terció Castells, convencido de la conexión entre ética y negocio.

La productividad, origen de la riqueza, descansa, según Castells, en la gestión de la información y el conocimiento y emplea como soporte una nueva red. La globalización es la nueva forma de organización y, por primera vez, el mundo es 'globalmente capitalista'. El fenómeno global impregna el comercio internacional, la tecnología y el trabajo cualificado. No así el trabajo no cualificado, uno de los grandes marginados de la globalización.

El profesor definió la globalización como la articulación de lo que vale y lo que no, 'lo cual entraña una inestabilidad del sistema económico, que crea extraordinarias tensiones sobre el medio físico y el equilibrio ecológico'. Las crisis son también de nuevo cuño y, entre todas, destaca la financiera. Según Castells, la sociedad debe acostumbrarse a convivir con una volatilidad de los mercados financieros sistémica. Las nuevas tecnologías no soportan largas esperas ni análisis económicos pausados, y la necesidad de responder en segundos está cada vez más sujeta a las turbulencias informativas. 'Lo que antes era materia reservada está ahora colgada de la red en las páginas de confidenciales y las repercusiones se aprecian en breve', apunta el sociólogo.

La nueva economía, defiende este gurú de la Sociedad de la Información, se asienta sobre un modelo milagroso donde el crecimiento económico es compatible con bajas tasas de paro e inflación. Un fenómeno sólo atribuible a las nuevas tecnologías. La universidad está en la base del sistema y la inmigración se ha convertido en fuente de la innovación -El 30% de las empresas tecnológicas de Sillicon Valley fueron creadas por chinos o indios-, según Castells. La inversión y los emprendedores son esenciales en este modelo y ambos sólo son posibles si existe confianza. 'La financiación de esta nueva economía depende de la confianza en las instituciones y de las expectativas de los inversores', describe el sociólogo. 'No estamos, ahora, ante una crisis de la nueva economía sino en el comienzo de ella, un sistema volátil, al que deben acostumbrarse empresas y sociedad en general', apostilló.

En este nuevo orden se necesita un equilibrio entre la flexibilidad del trabajo, otro de los rasgos de la globalización, y la seguridad del trabajador porque de lo contrario las empresas pierden la acumulación de conocimientos de sus empleados.

Otra de las crisis, la sociopolítica, aparece, a juicio del sociólogo, como recordatorio de que no es posible un modelo de crecimiento sin discusión. 'La ilusión de los neoliberales de que el mercado es capaz de autoregularse se ha desvanecido en pocos años, en parte por el movimiento antiglobalización, contrario al fenómeno global sin representatividad.Esto pone en crisis la legitimidad de las instituciones políticas. 'Los excluidos han reaccionado contra los excluyentes y cuando se rompe esa comunidad de humanidad, determinadas personas me son ajenas y por tanto las puedo exterminar', fue la descripción que Castells ofreció del fanatismo.

'Las empresas no pueden arreglar los males del mundo', agregó el profesor, 'pero tienen más legitimidad que los gobiernos porque cuentan con más conocimientos y recursos que ellos'. Y la ética en los negocios forma parte esencial de la actividad de las empresas, concluyó.

Desafíos y debates

El sociólogo se detuvo en los grandes desafíos que envuelven a la globalización. El primero el acceso de todo el mundo, sobre todo de las zonas menos desarrolladas del planeta, a la ciencia y la tecnología. En la actualidad, 'no necesitamos a un 60% de la humanidad en términos de exclusión tecnoeconómica', puso de ejemplo Castells, que apostó por un plan Marshall tecnológico norte-sur. Hay que superar, añadió, el desfase creciente entre producción y mercados, crear instituciones políticas que gestionen la globalización y salvar las contradicciones entre productividad y flexibilidad laboral. También está pendiente el desarrollo de una plataforma de negociación del conflicto entre globalizadores y antiglobalizadores, y la democratización del Estado real. 'Una nueva conciencia participativa que complemente a la democracia parlamentaria', dijo.

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Sobre la firma

Cristina Vázquez
Periodista del diario EL PAÍS en la Comunitat Valenciana. Se ha ocupado a lo largo de su carrera profesional de la cobertura de información económica, política y local y el grueso de su trayectoria está ligada a EL PAÍS. Antes trabajó en la Agencia Efe y ha colaborado con otros medios de comunicación como RNE o la televisión valenciana À Punt.

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