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Ratzinger defiende la necesidad de descentralizar la Iglesia católica

Un libro-entrevista en el que el cardenal Joseph Ratzinger, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe (antigua Inquisición), se declara partidario de una mayor descentralización de la Iglesia católica, ha causado sorpresa en los ambientes vaticanos. Especialmente porque el cardenal alemán ha sido considerado siempre como uno de los más firmes partidarios de la actual estructura, que deja en manos del Papa la guía absoluta de esta institución.

Según declara en el libro Dios y el mundo, el prelado es partidario de aumentar la participación de obispos y sacerdotes en el gobierno de la Iglesia. 'Se necesitan foros suprarregionales que se hagan cargo de funciones que hasta ahora se realizan en Roma', dice. Una opinión madurada a lo largo de los 20 años pasados junto al Papa, al frente de un dicasterio (ministerio vaticano) incómodo por su connotación represiva. Ratzinger considera además que las tareas que debe afrontar el Pontífice son tan monumentales 'que están por encima de las fuerzas humanas'.

El cardenal, conocido como el Gran Inquisidor y uno de los principales colaboradores del Papa Juan Pablo II a la hora de fijar la línea doctrinal de la Iglesia, se revela además como un católico común, angustiado por la muerte y sobre todo por 'el Juicio Final' que, está convencido, espera a todos los mortales. La muerte es además una idea muy presente en su mente. 'A medida que envejezco, esta perspectiva se vuelve cada vez más próxima, más evidente', dice.

La fe de la gente común

El cardenal defiende también su tarea desde hace 20 años. Sobre sus decisiones disciplinarias dice: 'Mis colaboradores y yo nos esforzamos por no perder de vista la dignidad del hombre que estamos sancionando. No queremos limitarnos a golpearle con una excomunión, sino ponernos al servicio de la comunidad en su conjunto. Y nos sentimos sobre todo en la obligación de defender la fe de la gente común'.

El cardenal alemán aborda incluso el controvertido tema del uso del masculino a la hora de referirnos a Dios. ¿Es hombre o mujer la divinidad? 'Dios', dice, 'es completamente lo otro. Para la fe bíblica ha sido siempre evidente que Dios no era ni hombre ni mujer, sino Dios, y que hombre y mujer son imagen suya. Cuando se habla de su piedad se recurre a un término lleno de corporeidad, rachmanin, el seno materno de Dios, que simboliza precisamente la piedad'.

Ratzinger aborda también el tema del Limbo, el lugar al que supuestamente irían los inocentes no bautizados. El cardenal considera esta doctrina 'poco iluminada' y reconoce que el Papa ha cambiado completamente la consideración del Limbo en la doctrina católica al expresar la esperanza de que 'la omnipotencia de Dios sea tan grande como para consentirle atraer hacia sí incluso a aquellos que no han podido recibir los sacramentos'.

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