Las cosas por su nombre
La conferencia contra el racismo de Durban ha sido un éxito rotundo. No porque en ella los que tienen la llave de las soluciones a los graves problemas de la Humanidad se hayan comprometido a iniciar caminos hacia la justicia. Esto sería ingenuo. Durban -como Seattle o Génova- sólo ha servido para poner nombre a las cosas.
Se ha llamado 'genocidio' y 'limpieza étnica' a la política del Gobierno de Israel. Y se ha llamado 'indemnización' -y no 'fondos para la cooperación' o 'ayuda para el desarrollo'- a las obligaciones económicas del Norte (Primer Mundo) por el crimen histórico de la conquista y la esclavitud. Esto que han tenido que escuchar es lo que a los gobiernos, grupos de poder económico y medios de prensa del Norte ha puesto tan nerviosos.
Y esto no es otra cosa que lo que alguna de las bestias negras del escenario mundial como Fidel Castro no pierden ocasión de repetir en cada foro internacional en el que participan.