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Reportaje:FÚTBOL | Los avatares de una generación de oro

El brillo perdido

Casi todos los jugadores que fueron campeones olímpicos en Barcelona 92 viven un 2001 nefasto

Toni Jiménez; Ferrer, López, Abelardo, Solozábal, Berges; Luis Enrique, Guardiola, Lasa; Kiko y Alfonso. No es un equipo cualquiera. Es el once inicial que Vicente Miera, el seleccionador por entonces, puso en liza ante Polonia para ganar el oro en los Juegos Olímpicos de Barcelona 92. Nueve años después, sólo uno, Luis Enrique, es titular en un equipo de la Primera División. A los demás, por unas cosas u otras, se les ha llevado por delante el año 2001, el más maldito que jamás vivieron como profesionales. Junto a ellos se subieron al podio Cañizares, Amavisca, Francisco Soler, Miguel, Billabona, Pinilla y Vidal. Cañizares y Amavisca siguen en primera línea. Los otros, tampoco.

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Toni creyó visitar el infierno en el instante en el que Tamudo, del Espanyol, le birlaba el balón en la final de la Copa de hace dos años y marcaba. Se suponía que peor no le podían ir las cosas. Le van peor. Hoy sigue en el Atlético, pero sólo a la espera de que algún otro club recuerde algo más que aquella desgraciada jugada o acceda a sus pretensiones económicas: '¿Que nos va mal? Pues fíjese: Kiko, jodido; Alfonso, jodido; Berges, jodido; yo, jodido... Todo el mundo sabe quiénes somos, pero esto es la ley del fútbol. Hace nueve años éramos unos ingenuos, pero hemos perdido esa inocencia'.

Quizá por la pérdida de esa inocencia, Solozábal y Berges dirimen sus diferencias con el Betis y el Celta en los juzgados. Solozábal era el capitán de aquella selección dorada. Y lo fue del Atlético del doblete. Pero se fue al Betis y se cruzó con Lopera, que le despidió acusándole de acaudillar un motín de la plantilla. El 22 de febrero de 2001 un juez de Sevilla desestimó la demanda de Solozábal, que exigía al Betis el pago de 115 millones por despido improcedente. Y ante otro magistrado se tendrá que presentar el Celta esta semana para resolver su litigio con Berges, que lo acusa de no prorrogarle el contrato, informa Pablo Campos. 'Cornudo y apaleado', dice Berges que se sintió. Para él, el declive de la generación a la que perteneció es una cuestión biológica: 'A nuestra edad es difícil mantenerse', explica desde Córdoba, club que le ha dado cobijo.

También en Segunda, en Murcia, encontró un hueco Lasa. Su aportación al Athletic la pasada temporada fue de lo más escueta: cinco partidos. A Lasa le torturaron las lesiones, moneda común entre los componentes de esta quinta, aunque no todos lleguen a los 30 años. Algunos, como Abelardo, no arrojan la toalla pese a que el 14 de marzo fue operado y sigue de baja. Otros sí dijeron adiós. Por ejemplo, López, que en junio decidió echar el cierre a su carrera tras cuatro años de martirio por culpa de una lesión.

Al único de los que se colgaron aquella medalla de oro que emigró, Ferrer, le fue bien en el Chelsea hasta que también una lesión se cruzó en su camino. Hoy es asiduo en el banquillo de Ranieri. Como lo es Alfonso en el de Rexach. En el 2000 el Barça le fichó y en el 2001 le despojó del número 7 para regalárselo a Saviola. 'No creo que con nuestra generación haya ocurrido nada especial', reflexiona Alfonso; 'si recordamos la de Gullit y Van Basten, apenas quedaba nadie diez años después'.

Luis Enrique, que aguanta incluso en la selección, no ve nada raro en lo ocurrido. 'El relevo generacional, las lesiones, la dificultad de mantenerse nueve años en la élite... Lo normal', explica. ¿Y también es normal lo de Guardiola y Kiko? 'No juegan porque no les apetece. Han tenido y tienen ofertas', sentencia.

Sea como fuere, el caso es que Guardiola y Kiko, en 2001, están sin equipo. Sí lo tienen Soler (Mallorca), Billabona (Racing), Pinilla (Nástic), Vidal (Getafe, un segunda b). No lo tiene Miguel, al que las lesiones mandaron al banquillo de los entrenadores. Amavisca, que ha resucitado en el Deportivo, sufrió la maldición de 2001 al descender con el Racing. Y Cañizares sigue en lo más alto, aunque la única medalla que ha recibido este año no fue de oro como aquélla del 92. Fue de plata, como subcampeón de la Liga de Campeones con el Valencia, y... la arrojó al césped.

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