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58ª MOSTRA DE VENECIA

Una humilde comedia británica oscurece un ambicioso drama italiano

Peter Cattaneo explora nuevos caminos del lenguaje en 'Lucky Break'

Lucky Breakes una muy viva y bonita comedia del británico Peter Cattaneo, cuyo nombre dio la vuelta al mundo hace unos años con Full Monty.Aspira a poco, a entretener sin meterse en el fregado de explorar nuevos caminos del lenguaje cinematográfico, y lo consigue con creces. Es lo que busca ser. Todo lo contrario que el drama italiano Luz de mis ojos, que apunta a las galaxias y su disparo le sale arrugado y se estrella contra el suelo. Y el cine italiano tiene que acudir a las eminentes sombras de Michelangelo Antonioni y Pier Paolo Pasolini para levantar el vuelo.

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Peter Cattaneo organiza en Lu-cky Break un dispositivo de comedia que sobre el papel tiene una evidente deuda argumental -unos presos que montan en su cárcel un espectáculo musical que les sirve de pantalla para fugarse- con su célebre Full Monty, pero que a media película experimenta un giro que, sin descolocar al espectador, con mucho tacto y habilidad en la escritura, reorienta el punto de vista de la cámara y la pantalla experimenta un salto hacia el cine lírico con algún brote trágico. Y de ahí, de esa divertidísima estructura de farsa inicial que después adquiere severidad dramática, nace una historia de amor y de amistad que se ve muy bien, que tiene mucha gracia, elegancia y ligereza.

No va a cambiar en absoluto de signo el curso y la identidad del cine que corre con el nacimiento de esta jugosa y amable comedia con gotas de amargura. Está llena de personajes cálidos y amistosos, que conviven con tres o cuatro villanos -que al final se llevan su merecido- en los recovecos humorísticos y dolorosos que esconden las paredes una sórdida prisión inglesa, que no obstante acaba siendo un lugar confortable, un extraño y gozoso espacio de libertad.

Peter Cattaneo y sus actores se lo pasaron en grande haciendo Lucky Break y esto contagia la pantalla, que absorbe como una esponja la comodidad que rezuma el rodaje y la transmite con sencillez a la retina, de modo que ésta hace rápidamente suyos a los pegadizos personajes protagonistas. Luego, terminada la película, estos personajes se mueven en la pequeña pero ilimitada pantalla de la memoria, y Lucky Break genera un empujón de simpatía que la prolonga en las aceras y le hace seguir siendo visible a plena luz del día. Comedia ligera, pero no inane; cine vivo, respirable, confortable.

Por contra, la película italiana Luz de mis ojos, que empieza creando algunas esperanzas de que puede ser posible volar a su compás, acaba estragando, empalagando y aburriendo, en una progresiva derivación del buen tono lírico inicial hacia una campanuda, mala y confusa retórica. La historia amorosa del arranque se mezcla luego torpemente con una disgresión sobre mercaderes esclavistas de carne humana africana y con una especie de metáfora cósmica que no se sabe si es una inútil convocatoria al poema o una busca de originalidad por la originalidad del director Giuseppe Piccioni, ese mortífero prurito de distinguirse y de dar un sello de autoría al precio que sea, que perjudica seriamente a este filme, que lo hace hueco y grandilocuente. Sólo la actriz Sandra Ceccarelli, elegante y de gran pegada fotogénica, da un poco de sangre a la imagen.

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Hay en la trastienda de Luz de mis ojos un intento de rescate del estilo de Michelangelo Antonioni, quizá el cineasta más difícil de imitar que existe. El cine de todo el mundo comienza ya a percatarse de la envergadura artística de este genial cineasta. La Mostra presentó ayer La mirada que ha cambiado al cine, documento realizado por Sandro Lai, que esboza un retrato y analiza lo esencial de la obra de Antonioni desde sus inicios neorrealistas en Gente del Po, en los años cuarenta, hasta el oscar honorario que recibió en 1993.

El filme contiene una escena inédita de La aventura y abundante material de los procesos de realización de su obra de madurez, desde Las amigas a Blow-up -por la que ganó la Palma de Oro en Cannes- pasando por La noche y el eclipse. Es la exploración de la médula de un cineasta esencial en la evolución del lenguaje del cine moderno.

De izquierda a derecha, Peter Cattaneo, Olivia Williams y Lennie James, en la presentación de <i>Lucky Break</i>.
De izquierda a derecha, Peter Cattaneo, Olivia Williams y Lennie James, en la presentación de Lucky Break.AP

La razón del sueño

Laura Betti fue, además de su actriz favorita, amiga íntima de Pier Paolo Pasolini, otro gran cineasta italiano en rescate. De su conocimiento íntimo del poeta, Laura Betti ha extraído el documento Pier Paolo Pasolini y la razón del sueño, que es la segunda aportación importante del cine italiano a esta Mostra. Es una intensa mirada de la anciana actriz al momento de plenitud de su vida y de su oficio, que está indisolublemente ligado a la poderosa figura del poeta del Friuli. De ahí la emoción y la verdad que todos perciben en esta humilde e indispensable obra.

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