Fox cruza el río Bravo
La inmigración ilegal centra la entrevista de los presidentes de México y EE UU en Washington
Dos aldeanos que hace dos décadas emigraron a EE UU ocultos en un maletero volvieron a México ricos y disputaron la alcaldía de su población natal exhibiéndose triunfadores ante sus paisanos. Salvador Espinosa, el rey del tomate, repartía billetes de 100 dólares (casi 20.000 pesetas) desde una avioneta, y el otro, Andrés Bermúdez, el rey de la lechuga, convidaba a churrascos. El sueño americano hecho realidad.
El presidente mexicano, Vicente Fox, viaja hoy a Estados Unidos para negociar con George W. Bush un acuerdo que permita la legalización de los 3,5 millones de compatriotas ilegales en suelo norteamericano empeñados en convertirse en monarcas de la verdura, o al menos en salir de la pobreza. El acuerdo será imposible durante la visita, porque la crisis migratoria es antigua, registra resistencias políticas 'y tiene muchas facetas que resolver', anticipó Jeffrey Davidow, embajador estadounidense.
José Cárdenas, campesino de Guanajuato, tampoco resolvió la principal faceta de su vida, la concesión del visado, y cruzará el río Bravo, la frontera natural entre las dos naciones, a las órdenes de un contrabandista de personas: 'Pues con un pollero'. La fiscalía general registró hasta cien bandas de traficantes de peones, que cobran entre 500 y 5.000 dólares por indocumentado y constituyen uno de los negocios más lucrativos de México. Hasta 300.000 mexicanos cruzaron ilegalmente la frontera el año 2000, según datos oficiales.
La Embajada de EE UU en Ciudad de México atiende diariamente a los miles que hacen cola en sus oficinas de la avenida de la Reforma y concede anualmente 60.000 visados a braceros agrícolas. Pero la demanda sobrepasa la oferta, la gente se echa al río y cientos se ahogan o mueren de insolación en el desierto de Arizona. Un total de 8,5 millones de personas nacidas en México trabajan en EE UU, y en los últimos diez años enviaron a sus familiares remesas que suman casi 45.000 millones de dólares.
La reunión de dos gobernantes incidirá en el diseño de los esquemas de colaboración posibles una vez descartada la amnistía. La ampliación de los permisos temporales es uno de ellos. Para la analista Denise Dresser, Bush cometió un error estratégico al sugerir la legalización de los 3,5 millones de ilegales. 'No supo prever la movilización latina que su anunció iba a armar. Abrió la puerta y ahora los latinos le impiden cerrarla'.
Bush ha sido, no obstante, el primer presidente de EE UU en reconocer la influencia de la demanda laboral en el fenómeno migratorio ilegal, según el especialista Jorge A. Bustamante. Los anteriores sostuvieron durante los últimos 50 años que 'era un fenómeno de criminalidad, cuya solución no podría ser otra que policial'.
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