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Un tiburón mata a un niño de 10 años en la costa de Estados Unidos

Un niño de 10 años murió ayer desangrado tras ser atacado por un tiburón en la costa de Virginia. David Peltier se convirtió en la primera víctima mortal de un tiburón en Estados Unidos en un verano en el que los escualos han sido un tema de conversación no visto desde el estreno de la película Tiburón, en 1975. Hasta la fecha, 38 de los 47 ataques de este año en todo el mundo se han producido en EE UU.

Peltier estaba a unos 50 metros de la playa con sus dos hermanos y su padre, que hacía surf, cuando fue atacado por el tiburón. Era una zona de agua poco profunda, algo más de un metro, y el animal le agarró la pierna izquierda. A los gritos del niño acudió el padre, que de un golpe en la cabeza logró que el tiburón soltara la presa. David fue mordido en la femoral y perdió tanta sangre que los servicios médicos del hospital al que fue trasladado no pudieron evitar su fallecimiento.

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La costa de los tiburones

Esta muerte corona un verano dramático, que empezó en julio con un niño de ocho años al que un tiburón arrancó la pierna en Florida. El padre consiguió llevar al tiburón a la playa, donde extrajo de las fauces la pierna que le fue luego implantada al niño. En las Bahamas, un neoyorquino perdió un pie. Esos dos ataques provocaron una psicosis nacional y la revista Time convirtió el asunto en tema de portada, bajo el titular: 'El verano del tiburón'.

Los expertos niegan que haya nada extraordinario en las cifras de esta temporada. Hasta hoy, se han registrado 49 ataques en todo el mundo, 38 de ellos en EE UU (28 en Florida, donde el condado de Volusia pasa por ser la capital mundial del tiburón), frente a los 84 ocurridos el año pasado en todos lo mares. La muerte de David es la segunda de 2001. La otra víctima mortal pereció en Brasil. El promedio de la pasada década fue de ocho muertos al año.

La espectacularidad de los ataques en EE UU ha suscitado un gran despliegue informativo, incluido el seguimiento de grupos de tiburones desde un helicóptero en las proximidades de Florida. Los biólogos aseguran que no hay más ataques ni los tiburones son más agresivos y mantienen que las probabilidades de sufrir una dentellada son infinitesimales.

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