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Un descafeinado partido crucial

España conseguirá la clasificación si derrota a Austria en un duelo con poco ambiente

Pareció un trámite desde que se conocieron los rivales en la pugna por la clasificación para el Mundial de Corea y Japón. Y esa sensación permanece en las vísperas del partido frente a Austria. Una victoria hoy (22.00, TVE-1) y España llegará a la Copa del Mundo tras una fase sin apenas sobresaltos, con un fútbol discreto y un cierto problema de credibilidad derivado de las enormes esperanzas que se depositaron en la Eurocopa y el desaliento que provocó la actuación del equipo.

Ni Austria, ni Bosnia, ni Israel han merecido demasiada consideración a los aficionados, que están resbalados con la dificultad de la selección para reproducir los éxitos de los clubes. Por si fuera poco, austriacos, bosnios e israelíes suenan a repetidos, como si llevaran un siglo cruzándose en el camino de España a los Mundiales o las Eurocopas.

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Entre el hastío y la idea de trámite que ha generado toda la fase de clasificación, España jugará en un ambiente que a Camacho no le gusta nada. 'No me gusta lo que veo. No veo alrededor la clase de tensión ambiental que se necesita para afrontar un partido decisivo. Por mi experiencia, este tipo de situaciones son peligrosas para el equipo', ha declarado.

El técnico observa algo que es real. El partido apenas genera interés a pesar de su trascendencia. Tampoco ayuda el hecho de que se juegue en una fecha infame, en el arranque de la Liga, con la gente más preocupada por sus respectivos equipos que por la suerte de la selección.

Un problema psicológico

El rival añade otro motivo para la indiferencia. Austria regresa a Valencia, escenario de su catástrofe en marzo de 1999 en lo que se puede considerar la cima de la era Camacho. España venció por 9-0 en aquel partido inolvidable tanto por los goles como por el sensacional juego. Para la selección ese resultado supone un problema psicólogico. Como aquella hazaña es insuperable, en la conciencia de los aficionados y los jugadores todo lo que suceda hoy tendrá una consideración inferior.

A Austria le sucede lo contrario. Nada puede ser peor que el desastre de hace dos años. Austria ha sido una nota a pie de página en el fútbol europeo durante las pasadas dos décadas. Su última prestación interesante fue en el Mundial de Argentina 78 frente a España precisamente. Eran los tiempos de Pezzey, Prohaska y Schachner, ninguno de los cuales ha tenido sucesor. Los últimos años han sido desastrosos. Si la derrota frente a España ha tenido algún efecto regenerador, habrá que verlo esta noche en Mestalla.

La selección española está en la obligación de continuar la trayectoria que se inició en 1978. Desde entonces ha acudido a todos los Mundiales, dato que certifica un estado de salud de nuestro fútbol que luego no ha podido concretarse en los torneos por unas causas u otras.

Cualquiera que sea la calidad del equipo en estos tiempos, resulta difícil pensar en otra cosa que no sea la victoria frente a Austria. Lo que resulta más discutible es la opinión que causa la selección. Por supuesto, cuenta con algún jugador excelente, pero se trata de un equipo sin rasgos acentuados, con muchos jugadores complementarios y pocos con las condiciones del cabecera del cartel. Raúl se ha quedado demasiado solo como referencia sentimental ahora que Hierro se acerca a su crepúsculo y Guardiola, al menos de momento, ha desaparecido.

El mayor significado del partido, fuera de la trascendencia del resultado, estará relacionado con las actuaciones de Xavi y Vicente, dos jugadores que vienen de lejos. Han sido estrellas desde su etapa infantil y ahora tienen que asumir responsabilidades de primer orden en sus clubes y en el equipo nacional. El papel de Xavi será esencial desde ahora. Por fin ha abandonado la tutela de Guardiola y se enfrenta a desafíos de primer orden. Será examinado por todos los costados, con lo que eso significa de presión para el medio centro del Barcelona. En cualquier caso, la apuesta por Xavi supone la continuidad con el estilo marcado por Guardiola. Hay jugadores que condicionan el fútbol de un equipo y Xavi es uno de ellos. Permanecerá el juego elaborado, paciente, con una preponderancia de la posesión de la pelota.

Queda por descifrar el enigma Tristán. En su mejor versión, Tristán tiene algo del Caminero que asombró en el Mundial de Estados Unidos 94, el típico jugador que en un torneo corto es capaz de provocar el salto de calidad de todo el equipo. Si a eso se une la garantía de Raúl, España puede tener resuelto el problema de la delantera. O no. Eso depende de Tristán, jugador muy especial, gran futbolista, pero sometido a estados de apatía que irritan a más de un entrenador.

Alineaciones:

España: Cañizares; Manuel Pablo, Hierro, Nadal, Sergi; Mendieta, Xavi, Valerón, Vicente; Raúl y Tristán.

Austria: Mamminger; Baur, Martin Hiden, Walter Kogler, Ibertsberger; Kühbauer, Herzog, Hoertnagl o Prilasnig, Floegel; Vastic y Weissenberger.

Luis Enrique, seguido  por varios jugadores, en la sesión preparatoria de ayer.
Luis Enrique, seguido por varios jugadores, en la sesión preparatoria de ayer.JOSÉ JORDÁN

La catástrofe austriaca de 1999

Pocos equipos se han sentido tan indefensos como Austria en su derrota frente a España en marzo de 1999. Recibió nueve goles tras una capitulación en toda regla ante un equipo que jugó un partido inolvidable. Los austriacos fueron aplastados de la peor manera posible, con un juego exquisito de la selección española, que alcanzó lo más parecido al canon de la perfección. Dos años después se recuerdan las incontables paredes de Guardiola, Fran, Valerón y Raúl; la autoridad casi burlona del equipo, la mezcla insuperable de rigor y eficacia, porque en aquel partido la belleza del juego nunca estuvo afectada por la retórica. Fue el ideal de partido, desde una visión partidista. Los austriacos no pueden decir lo mismo. Para ellos aquella noche fue un infierno que se cobró innumerables víctimas. Su entrenador, Herbert Prohaska -un héroe nacional como futbolista- fue despedido inmediatamente y hoy su lugar lo ocupa Otto Baric, un técnico croata. Y la mayoría de los jugadores fueron apartados de la selección. Sólo quedan cuatro de aquella goleada. Uno de ellos es el portero Wohlfahrt, que padeció su peor noche como futbolista. Pero lo más probable es que no juegue en Mestalla. Sufre una lesión muscular y se le da como suplente de Mamminger, ex guardameta del Arsenal. Los otros damnificados son Kogler, Neukirchner y el capitán, Herzog, un zurdo que nunca alcanzó en el Werder Bremen y el Bayern Múnich el nivel que se le suponía cuando ingresó en la Bundesliga. Ahora, en sus últimos días como futbolista, es el jugador más reconocible de un equipo que tiene la difícil oportunidad de vengar la derrota y complicar el camino de España hacia la Copa del Mundo. No parece sencillo. En su último partido, Austria fue derrotada por Suiza (1-2), dato que no habla de un proceso de recuperación.

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