_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Hemodiálisis

Sea o no la empresa Baxter, SL, la culpable de las muertes de los seis pacientes dializados con sus aparatos supuestamente defectuosos en la clínica Virgen del Consuelo, ésta era la medalla que le faltaba al consejero de Sanidad, Serafín Castellano, para consolidar su brillante palmarés. Que la alarma de su consejería no saltara a las tres primeras muertes no viene sino a confirmar el inmenso grado de vulnerabilidad de los ciudadanos ante los ya habituales estados de emergencia de la sanidad valenciana. Aunque ahora se trate de enfermos nefríticos, y por tanto pluripatológicos, que al día siguiente de instalar un nuevo dializador Althane A-18 en la clínica palme un paciente y no pase nada, es sospechoso. Que un día después muera otro y a nadie se le ocurra mirar, es para ponerse a temblar. Y que cinco días después fallezca otro paciente y ni a éste ni a los dos anteriores les sea practicada una autopsia, ya es para ir pensando en salir por piernas. Pero que luego, en medio del estropicio y con al menos seis muertos, Serafín mande a un propio, Marciano Gómez, que, rindiendo un homenaje a su patronímico, trate casi de chalados a cuantos le preguntasen por qué no se realizaba ahora una investigación con los tres primeros cadáveres, es para rendirse sin condiciones. Lo de Serafín, que en paz descanse, no lo arregla ya ni la orfebrería informativa realizada por Genoveva Reig en Canal 9, solapando primero la noticia entre las llamas del incendio de Xert, y luego dividiendo los seis muertos en una confusa coreografía aritmética de tres y tres, incluso haciendo lotes más reducidos por sexos, para evitar dar el volumen total de cadáveres. El mecanismo de protección para atajar los contratiempos sanitarios, que a lo largo de los seis años de gobierno del PP han sido profusos, se ha demostrado poco operativo. Los hechos subrayan la conveniencia de habilitar un organismo que se encargue de velar no solamente por la seguridad de la asistencia sanitaria, tanto pública como privada, sino por su calidad. Sobre todo, para que la alarma salte cuando haya un problema, y no nos acostumbremos a ese aterrador suma y sigue que ha singularizado la política sanitaria del PP.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_