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'La guerra me dejó una huella de miedo que me hubiese gustado olvidar'

Extracto de la entrevista que Francisco Rabal concedió al programa Personaje Privado del canal Estilo (Canal Satélite Digital), y que fue emitida hace cuatro meses.

Pregunta. ¿Y a ti cómo te decían de niño?

Respuesta. Paquico. Murciano...

P. Tú debías ser semejante golfo de niño, ¿no?

R. No, no, yo era un niño al que le gustaba mucho estudiar... Era muy trabajador, iba a por agua cuando ésta escaseaba mucho en Águilas, en mi pueblo, en la tierra ésta que será desértica, dicen, aunque ahora hay agua.

P. ¡Qué tiempos debieron ser aquellos!

R. Pues eran los de la guerra, porque yo viví en Águilas hasta los seis o siete años. Luego vine a Madrid porque mi padre encontró trabajo aquí, como todos los murcianos mineros. Mi padre emigró a la sierra pobre de Madrid, y fue un gran salto desde el Mediterráneo, siempre lleno de tomates como decía mi abuelo.

'Mi hermano me enseñó la preocupación por la vida, por la cultura. Y una cierta dignidad'

P. Aprendiste a leer muy pronto, ¿no?...

R. Puse un empeño muy grande en el coto minero. Mi padre habló con el maestro, porque yo me escondía debajo de un carro mientras los niños estaban en la escuela, y, luego, cuando los veía volver, me buscaba un montón de libros y llegaba a casa para decirle a mi madre: 'vengo de la escuela' y mi madre, que era analfabeta, me decía: 'venga, léeme algo' y entonces yo cogía el libro del revés y le decía: 'y era un hombre de no sé qué, y tal' y le contaba una historia fabulosa.

P. ¿Qué te hizo querer saber más? ¿Qué querías ser de niño?

R. Tenía, no sé por qué, una inquietud natural. Y además el ejemplo de mi hermano Damián, que era un muchacho muy inquieto y leía mucho. Hasta se escribía con un ruso en esperanto. Yo le imitaba la caligrafía, los libros que leía, y muchas veces no entendía nada de las lecturas, pero algún poso quedaba.

P. ¿Qué herida te dejó la Guerra Civil?

R. Me dejó una huella de miedo. Mi hermano estaba con la República, con la Guardia de Asalto. Mi padre, como buen minero y dinamitero, era Sargento de Fortificaciones, el que hacía todas las trincheras alrededor de Madrid, para que la ciudad no se rindiera. Yo tenía miedo de que llegaran los aviones alemanes que nos habían bombardeado. Y luego, me ha quedado el dolor de que ha cambiado la historia de España y los grandes poetas, los grandes pintores, todos los grandes talentos, profesores de universidad. La cultura de España tuvo que exiliarse. Y eso me parece a mí un crimen, un crimen por parte del 'Generalisísisisismo'.

P. La relación con tu hermano ha sido muy hermosa.

R. Le debo mucho. La preocupación por la vida, por la cultura. Y una cierta dignidad que heredamos todos de mi padre, una coherencia.

P. ¿Qué es lo que has hecho con más ilusión? ¿Qué recuerdas?

R. A mí lo que más me gusta es que me encuentro con gente mayor o joven y me dicen: 'Le agradezco mucho lo que usted me ha hecho gozar en sus películas y, sobre todo, con su forma de vida. Le hemos seguido su forma de ser, su forma de entender el mundo y le tenemos mucho cariño por esto'. Cosas así me emocionan.

P. ¿En qué te has equivocado?

R. Supongo que en muchas cosas, pero no como la gente cree, y también alguien ha dicho alguna vez, 'en no aprender inglés'. En eso no estoy nada arrepentido, porque no es que yo tenga fobia a Estados Unidos, aunque pudiera tenerla por muchas razones, pero nunca me ha fascinado trabajar en Hollywood, a pesar de que admiro mucho el buen cine norteamericano. He tenido más preocupación por hacer teatro, por ser un buen actor en mi tierra, y no un mal actor en varios idiomas. Por razones alimenticias y políticas he trabajado mucho en Italia y en Francia, y también me siento más cerca de Italia y Francia que de Estados Unidos.

P. ¿Cómo conviviste en España con la cultura; con el espectáculo del franquismo?

R. Regular, bueno..., bien. La verdad es que yo no puedo quejarme como puede hacerlo Bardem, que estuvo en la cárcel, etc. Yo tuve prohibiciones esporádicas.

P. Conociste a Buñuel muy pronto en tu carrera.

R. Le conocí cuando tenía 32 años. Luego, hasta su muerte, hemos vivido siempre muy unidos, pero no sólo por las películas sino porque también nos teníamos un cariño fraternal. Yo le llamaba 'tío' -porque él me lo dijo- y él a mí 'sobrino' y continúo este parentesco con sus sobrinos, y con sus hijos y con mis tías.

P. ¿De qué hablabas con Buñuel?

R. De todo. Me contaba mucho de la Residencia de Estudiantes, su amistad con Dalí, con Lorca. Me hablaba de muchas cosas que serían muy largas de enumerar, pero, sobre todo, me hablaba mucho de la vida.

P. ¿A qué eres vulnerable?

R. A que no guste mi trabajo.

P. ¿A las mujeres?

R. A las mujeres ya no. Eso ha sido una cosa... , vamos que he sido muy mujeriego, pero mi fama se ha exagerado un poco. A todos nos han gustado las chicas y a mi todavía me siguen gustando.

P. Sin embargo, hay una mujer en tu vida que es imprescindible.

R. Sí, ella es el amor verdadero de mi vida. Nos casasmos cuando estaba estrenando una vida. Iba a ser obrero, pero pasé a ser un actor bien remunerado. Vamos, bien, de ganar 17 pesetas a ganar 30.000. Luis Escobar me decía: '¿Cuál es la diferencia de cobrar 5 millones a cobrar 30? Es la misma que pasar de ganar 75 pesetas a 10.000. ¡Tanta es la diferencia!'.

P. Pero..., hablemos de Asunción Balaguer, la actriz que es tu esposa.

R. He tenido muchas aventuras en mi vida, muchas, que son bastante conocidas, pero nunca he faltado al amor de mi mujer. Siempre me ha parecido que era la mejor mujer que yo he podido encontrar. Nunca me he ido de mi casa y siempre he vuelto a ella.

P. ¿Y cuándo eras infiel, eras consciente de ello?

R. Era infiel sexualmente, pero yo no considero que eso sea una infidelidad.

P. ¿Y eso no creaba traumas?

R. Ella, naturalmente, tenía miedo, miedo a que yo me enamorase como otros tantos actores, que se separan, o como tanta gente...

P. Paco, ¿qué te da más rabia haber perdido?

R. Bueno, a mi hermano y a mis padres. Eso ha sido. Su pérdida siempre la tengo muy cerca de mí. Y la desaparición de Buñuel.

P. ¿De qué te gustaría olvidarte?

R. Olvidarme..., olvidarme. De la guerra civil.

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