DE KOONING TRAE EL EXPRESIONISMO DE NUEVA YORK
El IVAM revisa la figura clave del movimiento abstracto que convirtió esta ciudad de EE UU en capital del arte
Un pálido joven holandés se coló en Estados Unidos. Corría el año 1927. No tenía los papeles en regla, pero sí una gran formación artística, de la que carecían muchos de sus colegas americanos que con posterioridad contribuyeron decisivamente a la ascensión de Nueva York como capital internacional de las artes. Asimiladas las enseñanzas del dibujo clásico y las influencias de Picasso, Willem de Kooning (Rotterdam, 1904-East Hampton, 1997) se convirtió en figura clave del expresionismo abstracto, una fértil y rompedora generación de artistas integrada por los hoy canonizados, con más o menos discrepancias, Jackson Pollock, Barnett Neuman, Mark Rothko, Adolph Goetlieb, Franz Kline o Clyford Still. Con el florecimiento de esta generación en la década de los cuarenta, tras la Segunda Guerra Mundial, Europa perdió la posición central del arte que había ocupado durante siglos.
Nueva York tomó así el testigo de Roma, París y en menor medida Berlín. De eso no hay duda. Otra cosa es la magnitud del relevo. A jucio de críticos como Robert Hughes, no se debe caer en el error de comparar el periodo de dominancia de Nueva York con la etapa parisina de los últimos años del siglo XIX y los primeros del XX, en el sentido de que ninguno de los artistas americanos tuvo la importancia de Matisse o Picasso, o la resonancia de una movimiento como el del cubismo.
Fuera como fuera, el expresionismo abstracto supuso una explosión de creatividad, de energía desatada que pretendía explorar las posibilidades expresivas del gesto y la materia, experimentando con formas abiertas y dinámicas capaces de sugerir el temperamento y el propio acto de creación. Una forma de entender el arte que bebía del cubismo, el surrealismo, el psicoanálisis y el existencialismo.
En ese contexto, De Kooning llegó a ser aclamado como el Picasso americano. Un síntoma claro de la notable influencia que llegó a ejercer la obra del artista, que protagoniza la exposición inaugural de la nueva temporada del Institut Valencià d'Art Modern (IVAM). Desde el 6 de septiembre y hasta el 2 de diciembre, el museo valenciano exhibe 80 obras, entre pinturas, esculturas y dibujos, en un recorrido retrospectivo que abarca las diferentes etapas creativas de De Kooning, desde finales de los años treinta, hasta mediados de los ochenta.
'La trayectoria de De Kooning, en cualquier caso, llega hasta finales de los años ochenta, por lo que está marcada por la alternancia de momentos figurativos y abstractos', se recuerda en un texto informativo de la muestra coproducida por la Fundación La Caixa. El comisario de la exposición es el antiguo responsable del área artística del museo valenciano y actual subdirector artístico del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Enrique Juncosa.
Conocedor del dogma vanguardista, De Kooning lo rechazó, lo que hace de él un artista muy influyente en la actualidad. Sus temas más recurrentes fueron la mujer y el paisaje. En este sentido, la serie Mujeres es quizá la más conocida entre su producción. De Kooning estaba obsesionado por el cuerpo de la mujer, que retrata entero o en detalles, siempre desde una perspectiva de un cierto distanciamiento, en el que se mezclaba la intimidad, el deseo y el humor.
Tiempo después de haber pintado esta serie, el artista afirmó: 'Ahora las miro y me parecen vociferantes, y feroces. Creo que eso tiene que ver con la idea del ídolo, del oráculo y, sobre todo, con el júbilo que entrañan'. Son imágenes violentas, en las que se difumina la jerarquía entre fondo y figura; contienen la monumentalidad de algunas representaciones de diosas, pero también se refieren a las mujeres contemporáneas, desde la vida de Hollywood, hasta las animadoras del fútbol americano. Esa señalada tendencia primitivista está presente también en la obra de algunos compañeros de generación. Es el caso de las figuras de guardianes de Pollock, de los tótems de Rothko o de los pictogramas de Goetlieb. Precisamente, el IVAM dedicó este año una exposición -se clausuró el pasado abril- a este último artista, uno de los padres del expresionismo abstracto.
La exposición del museo valenciano, que exhibirá dibujos escasamente vistos, incluye algunos de estos cuadros de mujeres. De hecho, se reunirán obras muy conocidas procedentes de numerosos museos internacionales. La intención es proporcionar una visión panorámica de la trayectoria de De Kooning.
Se repasan así desde las pinturas negras de los años cuarenta, en las que licuaba las formas cubistas y que fueron consideradas paradigma del dinamismo de Nuevo York, hasta los paisajes abstractos de las décadas de los sesenta y setenta, pasando por el estilo depurado de los años ochenta, que se ha comparado al de Matisse por su sencillez y serenidad, en los que predominan la luz y el color en los espacios vacíos y meditativos.
La exposición de Willem de Kooning es uno de los platos fuertes de la programación del IVAM para esta temporada. Para su elaboración se ha contado con la colaboración de los herederos del artista.
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