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PABLO LAGO | EL PERSONAJE | FÚTBOL | La resaca de la jornada

El gol del desquite

El Mallorca sufre ante Las Palmas la calidad de un jugador que desechó

Pablo Lago no es ningún jovenzuelo que, en un brote de descaro, marca un gran gol. A sus 26 años ha soltado lastre, un peso muerto que le hundió en lo más profundo, la Tercera División, con el Ribadeo. Y todo, en escasos segundos, el tiempo suficiente para zigzaguear de izquierda a derecha, esquivar a dos defensas del Mallorca, burlarse de otro con un recorte seco y batir a Leo Franco. Un movimiento que se sabía de memoria, sin necesidad ni tiempo de evaluar si los contrarios eran de Primera o de Tercera. El problema es que hasta ahora sólo lo hacía en los entrenamientos. Por eso su compañero Schurrer celebró su gol diciéndole: 'Te dije que te iba a salir'.

Pero Lago todavía no se había liberado de todas las cadenas. Le quedaba un pequeño guiño que sólo se haría realidad ante el Mallorca, el equipo con el que había hecho tres pretemporadas en balde. En las tres ocasiones fue cedido a otros equipos: la primera, al Rayo Vallecano; las otros dos, a la UD Las Palmas, el club por el que terminó fichando. Y la liberación fue total: un gol de dibujos animados a su ex equipo. 'En el fútbol todos nos encontramos otra vez', comenta el interior sin rencor. Sólo el azar da estas ocasiones.

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En esos años de idas y venidas conoció a dos entrenadores con un talento innato para vertebrar equipos: Héctor Cúper y Luis Aragonés. También fue de los pocos que vieron en acción a Mario Gómez, el técnico argentino que, por problemas administrativos, no llegó a estrenarse en la Liga. Pero ni por ésas. Ninguno se fijó en su rapidez ni en su capacidad de trazar diagonales, siempre de izquierda a derecha, de forma automática. A Cúper y Gómez les considera de la 'misma escuela'. Cuidan milimétricamente la preparación física, con el riesgo de llegar desfondados al final. En cambio, Luis es 'más suave', razón por la que sus conjuntos terminan 'muy fuertes'.

Lago necesitaba ese toque de fortuna que él nunca negaba a sus equipos. Llegó al Rayo en Segunda y ascendió. Al año siguiente jugó en Las Palmas y el equipo canario también subió. Esto le sirvió para probar la Primera División, la única categoría que le faltaba. Poco a poco, fue mejorando su suerte: jugó 20 partidos el curso pasado y obtuvo finalmente el traspaso en firme del Mallorca, el único equipo al que se la ha negado. Por algo será.

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